“Nunca había votado, sólo los hombres; estoy feliz”

Corsa, Manuela, Leticia, Alicia, Minerva, Elsa y Heydi observaron desde el fondo de la explanada del pueblo, enclavado en la Sierra Mixe Zapoteca, la fila de mujeres que, por primera vez, dibujaron con un gis sus votos en tres pizarrones. Ellas, que lucharon para que las mujeres del pueblo tuvieran ese derecho constitucional no lo ejercieron. Sólo miraron.

Las siete mujeres, de un total de 11, comenzaron en 2014 una lucha ante el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), para que los hombres y autoridades de Guevea de Humboldt, bajo el Sistema Normativo Interno (usos y costumbres), les permitieran votar y ser votadas, como lo hacen desde hace más de 60 años las mujeres en el país.

El argumento de estas mujeres perseguidas, amenazadas y violentadas por los caciques del pueblo durante la lucha del voto libre es firme; la existencia de anomalías detectadas en la elaboración de la convocatoria para la elección municipal por los integrantes del Concejo Electoral Municipal de Guevea de Humboldt, conformado por el administrador y el Comisariado de Bienes Comunales (todos hombres y relacionados con el PRI), anomalías que, aseguran, les dará ventaja en los votos.

Corsa Ortega Guzmán, la que más habla de todas, se sintió satisfecha del hecho histórico del voto de las mujeres, pero la molestia también se notó en su rostro, no es para menos, esperó más de dos años para que se hiciera efectiva la sentencia emitida por el TEPJF el 11 de junio del 2014; realización de elecciones extraordinarias en Guevea en donde las mujeres votaran libre, plenamente y en igualdad de condiciones que los hombres.

“Después de dos años se cumple la sentencia, aunque no de manera extraordinaria, porque se empalmó la elección ordinaria municipal. Nos hubiera gustado votar, porque fue nuestra lucha, nosotras logramos esto, pero al final los hombres que gobiernan el pueblo son los que controlaron el proceso, hicieron una convocatoria a su manera, con mujeres, pero bajo sus reglas y no vamos a avalar una ilegalidad”, explicó la mujer mientras documentaba el proceso con su celular.

Ajenas al desacuerdo y malestar de las pioneras del voto en Guevea, más de 500 mujeres de 16 agencias municipales y la cabecera esperaron durante cinco horas el turno para pasar al pizarrón y colocar su apoyo a los tres candidatos que se registraron para gobernar durante el periodo 2017-2019.

Catalina Jiménez Martínez, de 75 años, es una de ellas, fue de las primeras en entregar su credencial. Ciega, apoyada con un palo que hace de bastón y con la ayuda de su hijo Severiano llegó hasta la mesa de escrutinio, cumplió con todo el procedimiento legal y anotó su voto, su primera vez.

“Nunca había votado. Antes no votábamos, puros hombres, antes sólo ellos votaban… sí estoy feliz. Es un milagro de Dios. Antes no votábamos” y no solo eso es un milagro sino haber encontrado la nota perdida entre las notas de los estados.

A unos metros de Catalina, Isabel Gasca de 66 años también ejercía su derecho en compañía de su hija Lucia, ambas nerviosas pero emocionadas porque por fin las tomaban en cuenta para elegir al presidente municipal y al cabildo, a los señores del pueblo.

“No es la primera vez que votamos, lo hicimos para gobernador y diputados, allí si nos llamaban siempre, pero nunca para presidente municipal, hasta hoy. No sabemos qué va pasar, ojalá y siempre votemos. Dicen que ahora siempre votaremos, que es ley. No sé, vamos a ver”, intentó explicar apenada Lucía López Gasca mientras abre paso entre la multitud a su madre.

Lejos de la explanada, un grupo de 20 mujeres, la mayoría ancianas, se concentraron alrededor de un horno de pan en la cocina de una vivienda. No estaban del todo por el voto, aunque caída la tarde cumplieron con la encomienda de anotarlo en el pizarrón. Ellas estuvieron más preocupadas por que los tamales y la barbacoa no se quemaran y tuvieran la cocción precisa.

Entre broma y broma, en su lengua madre, la más anciana, doña Gliseria, habló por todas, un poco orgullosa, un poco incrédula y nerviosa no creía que por fin votaría, que tenía derechos que le serían respetados este día.

“Dicen que las mujeres tenemos derechos… pero creo que sí, ¿a poco nada más los hombres? Claro que iré a votar, más tarde, cuando hayamos dado de comer a toda la gente, al final iré, aunque sea este año, porque la próxima vez quién sabe si viva”, suelta seguida de una risa penosa sin salirse de la redondez de la tortilla que sus manos moldeaban.

Las planillas que compitieron según las reglas avaladas por el IEEPCO tuvieron que considerar la equidad y paridad de género, por lo que cada una integró una candidata concejal y su respectiva suplente.

Durante dos años, 23 mujeres exigieron al TEPJF ejecutar la sentencia con respecto a que las mujeres de Guevea de Humboldt tienen derecho de votar y ser votadas, a fin de propiciar condiciones de igualdad sustantiva en el desarrollo de la elección de concejales.

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com