Paralelismos del combate al sargazo y a la delincuencia organizada

Este año, las macro algas marinas conocidas como sargazo han invadido la zona costera de Quintana Roo en una magnitud nunca antes vista. Del mismo modo, la lucha de los cárteles ha dejado en Quintana Roo una ola asesinatos que rebasa ya las 300 víctimas.

En ambos casos, tanto la sociedad, la iniciativa privada y el gobierno muestran su preocupación por los efectos nocivos de tales hechos por sí mismos, tanto como por el efecto que podrían tener sobre la actividad turística, principal motor de la economía estatal (por no decir el único).

Sin importar cuantas toneladas se recojan por parte del sector social o gubernamental, las decenas de miles de toneladas de sargazo que arriban por vía marítima a la entidad, las algas vuelven depositarse sobre las blancas arenas.

De igual manera, a pesar de las decenas de muertos a causa de la violencia de los grupos de la delincuencia organizada y a las múltiples detenciones llevadas a cabo por las autoridades, una y otra vez, nuevas células delictivas hacen su aparición y con mayor fuerza.

Parece entonces que no hubiera solución, pues ya no saben qué hacer con tanto sargazo, pues no se puede dejar en las playas, ni sepultarlo bajo la arena porque el proceso de descomposición continúa y al negativo efecto visual y táctil se le agrega el olfativo, con lo cual el efecto podría ser peor para los visitantes.

En el caso del sargazo, la entidad parece estar indefensa puesto que las algas llegan procedentes de tierras lejanas, no hay manera de desviarlas a otro lugar o impedir su llegada con redes o barreras artificiales. Estamos sujetos a la naturaleza.

En cuanto a la delincuencia organizada parece tener lugar un fenómeno similar, pues las células de los distintos cárteles provienen de otros estados (Del Golfo, Los Zetas, Los Pelones, el CJNG…) que ven en Quintana Roo un mercado propicio para el consumo y el tráfico de drogas, la extorsión y cobro de piso, entre otras actividades. Estamos sujetos a la naturaleza humana.

Ninguna estrategia local podrá tener un éxito definitivo, puesto que ambos fenómenos tienen un origen exógeno, de ahí que la mejor manera de combatirlos con éxito, es la coordinación con otros países (en el caso del sargazo). Y entre estados y la federación (en cuanto a la delincuencia), para que dichas agrupaciones sean combatidas en sus propios lugares de origen.

Pero esta es otra historia, con un problema de origen: La corrupción de los cuerpos de seguridad de todos los niveles.

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