Del dicho al hecho: el juego de la diversificación en Q. Roo

En el fondo del problema de toda diversificación, yacen la corrupción y el burocratismo de los sectores público y privado

En serio, me gustaría aplaudir como lo hacían antes los “periodistos” y periodistas del antiguo régimen o, como lo hacen ahora, los intelectuales de la Cuarta Transformación, pero eso no me es posible, así pues, veremos qué hay de cierto en la presunta diversificación económica de Quintana Roo.

En el último medio siglo he escuchado a prácticamente todos los gobernantes de todos los niveles de gobierno mentar a la tal diversificación. Y ahora surge en Quintana Roo como una urgencia ante la caída del turismo internacional y nacional.

El país en su conjunto, ustedes lo saben, ha intentado la diversificación de la economía (básicamente petrolera en el periodo señalado).

Para ello se urdió utilizar los propios recursos generados por los hidrocarburos para impulsar el desarrollo comercial, industrial y en el área de servicios. El resultado fue que creció la burocracia y la corrupción y el dinero se fue a las cuentas de políticos y empresarios afines.

De sobra está decir que los sectores primarios como la agricultura, la ganadería, la caza, la pesca, y las industrias extractivas se fueron al caño, salvo, de nuevo los cercanos al poder que se beneficiaron de los programas, independientemente de que fueran productivos o no.

Incluso, el sector turístico es en parte, resultado de esta gran intención de buscar alternativas para la petrolizada economía mexicana, y pude decirse que ha sido toda una pieza de alto valor tanto para empresas nacionales como extranjeras y hasta para la recaudación de impuestos.

Cabe mencionar que Quintana Roo es producto básicamente de la migración forzada de algunos grupos mayas rebeldes y luego, de la fuerza laboral venida de los estados vecinos principalmente como Yucatán, Chiapas, Tabasco y hasta Campeche y Veracruz, entre otros.

Hubo desde luego inversión gubernamental y una gran cantidad de capitales extranjeros encontraron en la entidad la oportunidad de apostar por el turismo como lo hicieron los propios empresarios nacionales.

Muchas otras entidades federativas han intentado diversificarse y han perdido décadas de desarrollo por la falta de visión por planes o proyectos mal implementados o por la corrupción y ambición de muchos.

Quintana Roo aparece pues, como una excepción a la regla.

La propia propuesta de Carlos Joaquín lo es al decir que se van a impulsar las actividades agropecuarias al mismo tiempo de proporcionar créditos y asistencia financiera para diversos negocios.

Para ello se requiere la participación social, cuidando su salud para poder dejar atrás la epidemia de covid 19 y avanzar en el proceso de recuperación o como suelen llamarle “vuelta a la nueva normalidad”.

Aún para Quintana Roo, una producción de 2 mil 044 toneladas de miel, que representa una derrama económica de 77 millones 668 mil pesos, no es algo para echar las campanas al vuelo, pero es un principio.

Otro tanto se dice del sector ganadero con un flujo de capital de 121 millones de pesos al finalizar 2020 por la movilización de una 14 mil 700 cabezas de ganado,

En otra ocasión hablaremos de la producción de artesanías, donde se han enderezado cientos de proyectos que terminan siendo pozos sin fin por la burocratización y la corrupción de autoridades y los propios productores.

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