En el capitalismo, el tamaño sí importa

La socióloga estadunidense participó en el Seminario Permanente Interinstitucional en Emociones, Activismo y Cambio Social

Existen diversas formas de capitalismo: el americano, el escandinavo, uno amplio como el de Amazon, por ejemplo, o aquellos más reducidos como el de las pequeñas tiendas. “Hoy vivimos un capitalismo grande que se está comiendo al de menor tamaño”, consideró la socióloga estadunidense, Arlie Hochschild.

La especialista de la Universidad de California indicó que existen muchas formaciones culturales para cada tipo de capitalismo, pero la historia principal es que no se ha considerado si el mundo está listo o no para el capitalismo. Hablamos sobre cómo las empresas buscan mano de obra barata, las compañías que fabrican ropa, por ejemplo, transicionaron de pequeñas ciudades como Massachusetts, hacia Luisiana o Mississippi donde no había sindicatos de trabajadores.

Para esas empresas, eran altos los costos para mantenerse en determinadas ciudades, y decidieron trasladarse a México, así pudieron encontrar fuerza de trabajo más barata, pero en nuestro país decidieron que podrían encontrar fuerza laboral mucho más barata, y se fueron a China, de ahí a Vietnam y Camboya, indicó.

En su conferencia La cultura emocional del capitalismo, realizada en el marco del Seminario Permanente Interinstitucional en Emociones, Activismo y Cambio Social, señaló que ése es un proceso de búsqueda para encontrar fuerza laboral más barata y una herencia de este tipo de capitalismo. “Algo que podríamos decir es que esto es un capitalismo de escape porque trata de hacer a un lado cualquier tipo de fronteras”.

En la sesión virtual organizada por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Ciencias y Humanidades, y el Instituto de Investigaciones Sociales, Arlie Hochschild dijo que las reglas básicas del sentir del capitalismo son estar orgullosos o de qué habríamos de avergonzarnos. “Debemos sentirnos bien, orgullosos de nosotros mismos”.

Por ejemplo, refirió, si una empresa produce 300 toneladas de botellas de plástico, es mejor que producir nueve mil, “porque el más está también heredado como una regla del capitalismo, como lo es también no pienses en el mañana, sino en el ahora, diviértete, disfruta los frutos de tu trabajo.

Entonces, “si piensas en la Tierra como la Madre Tierra, está bien, piénsalo así, no está enferma, no pasa nada, no la has lastimado, éstas son las premisas básicas que nos dicen y de las cuales no se habla”.

Este es el sistema que tenemos ahora, y si se es activista, el desafío al que hay que comprometerse o en el que ya se está inmiscuido es cuestionarse esas premisas básicas y mostrar cómo influyen en los cursos de acción que las empresas realizan y que de alguna manera pueden arruinarnos como personas y a muchos otros.

“Esas son las conexiones entre el capitalismo y las reglas del sentir, las cuales dan soporte a este sistema económico y de las que nadie habla y que están detrás del sistema económico que hoy tenemos.”

Expuso que en Estados Unidos, en particular en Luisiana, el capitalismo en la industria petroquímica se ha arraigado y todas estas reglas del sentido son reforzadas diariamente, además del gran daño ecológico del entorno y a la salud de las poblaciones cercanas a las empresas petroleras que provienen del extranjero y que extraen el hidrocarburo en esa entidad estadunidense.

Indicó que dicho estado del sureste de Estados Unidos, es el más pobre de esa nación, seguido de Mississippi, donde se han invertido 28,000 millones de dólares en mayor desarrollo, y se recibe petróleo que se extrae por fraking, “método con el que se parte el subsuelo marino con maquinaria, tecnología que está desplazando a los trabajadores”.

Mencionó que se puede pensar que Luisiana es una de las entidades más contaminadas en Estados Unidos, cuya población tiene una esperanza de vida de cinco años menos que en Connecticut, por ejemplo, y una alta tasa de cáncer. Además, el ave endémica de esa entidad (pelicano) se extinguió, y muchos otros animales también han muerto.

Sin embargo, las personas que ahí viven no se quejan y sí votan por actores en una democracia que representan a las empresas y no al bienestar de los habitantes u opciones educativas para niños y jóvenes “porque es un estado pobre que no proporciona buenos servicios de salud ni educativos. Luisiana está en la parte más baja de todo este tipo de parámetros de bienestar”, apuntó.

(Con información de Gaceta UNAM)

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