Macuspanismo, tabasqueñismo y sucesión presidencial

Son costumbres, tradiciones y cultura de los indígenas de las zonas rurales de Macuspana, adoptada y modificada por los citadinos

JUEVEBES.
En tanto los analistas del altiplano desconozcan la forma de ser, de pensar, de vivir y sobrevivir de los tabasqueños de Macuspana, no podrán entender al presidente Andrés Manuel López Obrador por más que se devanen el cerebro citando a cuantos pensadores y teorías existan en el Diccionario de Política de Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino.

Es fácil confundir el “macuspanismo” con el populismo a secas, con el modelo populista antiespañol y antiyanqui, el neo indigenista, el comunismo cubano o el pensamiento bolivariano, pero su peso y contenido es distinto, es una forma sencilla y diferente de matar las pulgas y de rascarse. Pordiositosanto.

LICOR DE CACAO.
El pensamiento vernáculo que da origen al “macuspanismo” como forma de entender el cosmos desde la cima tropical, tiene su origen en la experiencia de los antiguos habitantes de estas tierras bajas, calientes y feraces que han luchado para mantenerse encaramados en el cayuco de la historia.

Si el tabasqueñismo es el apego a lo tabasqueño, el macuspanismo, es su derivado y en esencia y detalle, es el comportamiento, costumbres, tradiciones y cultura de los indígenas asentados en las zonas rurales de Macuspana, adoptada y modificada por los citadinos durante un largo proceso de adaptación de ida y vuelta.

YERBAS DE OLOR.

El macuspanismo y el tabasqueñismo son como el momo y el chipilín, su olor es similar, pero uno es más intenso que el otro.

Estas plantas fueron silvestres, crecían en cualquier parte como mala hierba, hasta que les descubrieron propiedades medicinales y culinarias y hoy en día son muy apreciados por los chefs porteños, los negocios farmacéuticos y en el menú de palacio nacional no puede faltar el robalo en mone y las maneas de cerdo con chipilín.

Desde luego, la chaya y el matalí son una fuerte competencia, pero todos van y vienen del mismo lugar.

CONFUCIO.
López Obrador conoce más que ningún otro presidente la realidad de México porque la ha tocado con sus manos en más de tres décadas de trabajo político y social.

Sin embargo, su nacionalismo radical y el afán de aferrarse a las costumbres, tradiciones y cultura de su región, le hacen ver un mundo distinto a veces confuso y contradictorio.

En ese mundo, todos debemos ser iguales, pensar lo mismo, asistir a la misma escuela pública, tener los mismos gustos y necesidades y lo único que nos debe diferenciar es la buena o mala suerte.

A despecho de su apego a las raíces mexicanas que le han valido críticas al intentar reescribir la historia oficial destacando la esencia de los pueblos originarios, no concuerda con esta postura su aparente empecinamiento en imponer a una candidata presidencial para el 2024, Claudia Sheinbaum, cuyo apellido y origen no tiene nada que ver con México.

LA CAMINERA.
Esta aparente incongruencia hace dudar a los analistas de que la jefa de Gobierno de la CDMX sea la preferida del presidente y se le ubique en el papel de distractor para proteger al “tapado” del fuego amigo y de los golpes de la oposición.

Sin embargo, todo dependerá de las circunstancias y los tiempos, como dicen los políticos de carrera o encarrerados. Sea por Dios.

Villahermosa, Tab., jueves 7 de octubre de 2021.

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