De cuentos turcos y el cuento de la consulta por el T-MEC

PURO CUENTO.
“Había una vez…”. Así empiezan los cuentos, bueno, empezaban, ahora inician con “Se dice que…”. Los cuentos, los verdaderos cuentos, invitan a encontrar la realidad, imaginarla, o inventarla.

Sin los cuentos, sin la magia y la imaginación de los cuentistas, los navegantes europeos no se hubieran atrevido a buscar islas mágicas, tierras calientes, bosques lluviosos o sierras nevadas.

Quizás el misterioso origen de la Atlántida, el mito creado por Platón, haya sido el motivo para buscar y encontrar el nuevo mundo, o tal vez la profecía de Séneca provocó que se tratará de escudriñar más allá del horizonte:

“Vendrán siglos de aquí a muchos años, en que el Océano aflojará las ataduras de las cosas y aparecerá gran tierra y Tifis (la navegación) descubrirá nuevos mundos y no será Tile la última tierra”. Pordiositosanto.

CUENTO TURCO.
Como toda historia fantástica, la del turco Alí Kafa bien podría contarse en varios capítulos y volúmenes como las Mil y una noches, pero la brevedad exigida por los lectores y las redes, obliga a telegrafiarla.

Viajero incansable e impredecible, como Marco Polo, recorrió el mundo de norte a sur y de este a oeste, buscando lugares donde establecer negocios, hacerlos florecer temporalmente, como florecen las matas de guayacán y maculís cada primavera, para luego desaparecer dejando rastros de colores o nostalgias.

Comerciante con sentido socioeconómico, llegó a Macuspana un diciembre, cualquier diciembre, a vender zapatos de cartón que en ese tiempo eran los únicos que circulaban y que seguramente eran tratados mediante algún procedimiento trascendental que los dejaba como cuero duro que resistía el agua, los malos humores y el uso indebido.

Mi padre le rentó un local en la céntrica y comercial calle Hidalgo, al lado de la peluquería de don Carmen Damas y de su tienda La Estación del Campesino.

FISONOMÍA.
Era de ojos moros, negros y profundos, nariz aguileña, barba tupida y orejas de grandes pabellones. En esta región donde apenas empezaba a llegar la regadera, Alí Kafa tomaba sus baños de tina.

Usaba sombrero blanco tipo Panamá que con el tiempo y el humo del tabaco fue tomando un tono amarillento. Su aspecto torvo y hosco contrastaba con su alma de niño. Se supo, por el mismo, que creció en un ambiente difícil, rudo y desalentador.

Tuvo intenciones de casarse en Macuspana con una choca pero sus costumbres turcas, su alma errante y beduina siempre le impidieron echar raíces en México y un día cualquiera tomó sus arreos y partió sin rumbo fijo dejando olvidado un pequeño lote de zapatos y varios artefactos de uso diario, como su famosa tina que nunca supe cuál fue su destino final.

LA CAMINERA.
Su cercanos, aseguran que nació en Adana, Turquía el primer día de la Fiesta del Azúcar (Seket Bayrami) que marca el final del Ramadán, y murió en Estambul durante la celebración de la Fiesta del Sacrificio (Kurban Bayrami) que se lleva a cabo en recuerdo del sacrificio de Abraham. La zapatería del turco, de cuyo nombre no puedo acordarme, fue conocida por muchos años y creó el antecedente de que ese giro popular es un buen negocio, lo pueden decir los descendientes, en Villahermosa, del famoso Tío Beto, don Roberto Díaz Mérito y don Luis Cabal Mérito de zapatería don Luis, exitosos comerciantes y excelentes personas.

El turco, Alí Kafa fue uno de los pioneros del comercio en Macuspana. Nota: Algo sobre el comercio local en lo que se descifra el cuento del conflicto entre México y los Estados Unidos y Canadá por el T-MEC.

Sea por Dios.

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