Adán Augusto no debe olvidar que el pacto es con la sociedad
Es fácil, cuando se tiene un triunfo tan holgado como el que obtuvo el candidato al gobierno del estado de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, olvidar que fueron los ciudadanos con su voto quienes lo llevaron a la victoria.
Y lo digo muy claro: si cree que se trata de aliarse con los mismos de siempre, con los políticos corruptos, con los medios oficialistas, con los empresarios que viven pegados a la ubre del erario, con los sindicatos que coadyuvan a mantener la opresión de la clase trabajadora… pues entonces ya se jodió el asunto.
¿Qué esperamos los tabasqueños?
Que se acabe con la inseguridad, con esa delincuencia que ya no se conforma con robar en casas comercios, transportes, en la vía pública sino que cada vez más hace uso de armas fuego y acaba matando a sus víctimas.
Que se acabe con la corrupción que incide en el bienestar de todas las familias al impedir el desarrollo económico, al desviar recursos del presupuesto, a encarecer los bienes y servicios que se contratan por parte del gobierno
Que se acabe la recesión económica de la que nadie quiere hablar en este estado, como si al dejar de mencionarlo fuera a desparecer como por arte de magia; como si al callar, las empresas fueran a surgir de la nada y a generar empleos bien pagados.
Que la atención en materia de salud efectivamente llegue a las familias más necesitadas y no sólo a las que se encuentran en el nivel económico más elevado, y que son muy pocas. Un sistema de salud con infraestructura eficiente, habilitados material y profesionalmente, con medicamentos para todos los pacientes.
Un sistema educativo que brinde los conocimientos y preparación necesarios que les permita a los educandos insertarse en la sociedad y en el modelo económico vigente para lograr la movilidad social tan necesario para el bienestar de las familias y del Estado.
Un verdadero gobierno del cambio que atienda los reclamos de una sociedad sumergida en la pobreza y la desesperación por todos los males que los gobernantes anteriores o no quisieron, o no supieron combatir.
Se le ha dado este mandato no el de ser más de lo mismo. Ojalá que el ruido de las trompetas de la batalla ganada no le impida escuchar las voces que le advierten de las necesidades que la patria chica que hoy exige se cumpla lo prometido en campaña.