Diabetes descompensada y tabaco dañan las retinas

La retinopatía diabética proliferativa se caracteriza por la proliferación excesiva de vasos sanguíneos y la formación de membranas

Diabetes y fumar son causas principales, pero no únicas, de la vitreoretinopatía proliferativa o retinopatía diabética proliferativa, patología que si no se atiende su “causa de base” puede derivar en ceguera.

Su incidencia en pacientes con diabetes descompensada es de entre 40 y 50 por ciento, porcentaje que se reduce en un entorno global de diabetes controlada, dice la doctora María del Carmen Jiménez Martínez.

La retinopatía diabética proliferativa, agrega la tutora del Posgrado de Ciencias Biomédicas de la UNAM, se caracteriza por la proliferación excesiva de vasos sanguíneos y la formación de membranas que pueden localizarse en el vítreo inmediato anterior a la retina.

La tracción o “jalón” que estas membranas (llenas de vasos sanguíneos) ejercen sobre la retina, podrían llevar a su desprendimiento y afectar la visión, apunta Jiménez Martínez.

Factores detonantes

Una suma de factores bioquímicos detona la proliferación celular en la vitreoretinopatía proliferativa. Entre ellos: el proceso inflamatorio de la diabetes, la hipoxia y los radicales libres.

El descontrol metabólico, anota Jiménez Martínez, genera una serie de proteínas (llamadas productos finales de glicación avanzada) que causan inflamación en diabéticos. Y ésta, a su vez, propicia que en la parte posterior del vítreo proliferen membranas y se llenen de vasos sanguíneos.

El humo del cigarro incrementa la producción de radicales libres (asociados normalmente al envejecimiento), los cuales causan “un daño más rápido y más significativo sobre las células de la retina”.

En pacientes con diabetes y que fuman, la cantidad de radicales libres y de inflamación es mayor. Eso detona la proliferación de más células que, en vez de reparar el daño celular, causan hipoxia (aparecen más vasos sanguíneos) y aumentan el proceso inflamatorio.

En una persona sana, la inflamación y la generación de radicales libres, de alguna manera se controla: se da un proceso de fagocitosis para eliminar ese daño celular.

Este equilibrio (reparación del daño en un proceso inflamatorio común y corriente) se pierde en un fumador con diabetes descompensada, asegura Jiménez Martínez, adscrita a la Unidad de Investigación Fundación Conde de Valenciana.

Tratamiento diferenciado

Según el estado de la enfermedad y de las condiciones clínicas del paciente es el tratamiento. Si hay formación ligera de vasos sanguíneos, con anticuerpos (dirigidos contra el factor de crecimiento VEGF) se podría controlar la aparición de nuevos vasos.

Más avanzada la patología ocular, el paciente requerirá de cirugía para retirar dichas membranas que causan daño a la retina. “Paulatinamente el vítreo se vuelve a formar”.

Pero también, si no se soluciona la patología de base (control de diabetes, la más frecuente), se vuelen a generar vasos sanguíneos y membranas. El problema es que no se puede realizar “cada rato” una vitrectomía al paciente.

Lo mejor, para evitar complicaciones, es detectar y tratar la causa: diabetes, alguna enfermedad inmunológica o crónica de la retina, así como el tabaquismo.

El tratamiento en estos pacientes es complicado porque cada paciente es diferente en sus niveles de glucosa y en la exposición a concentraciones de contaminantes.

“Quizá uno vive en la ciudad y aunque no fuma, va a estar expuesto a más radicales libres que otro paciente que vive en una zona rural”.

Por eso no hay un solo tratamiento benéfico para todos. Unos pacientes pueden responder a la administración de anticuerpos (ejemplo: Lucentis-Ranibizumab, único autorizado por Cofepris), los cuales bloquean la producción de la citocina VEGF que genera vasos sanguíneos

En algunos otros pacientes, si no se controla la diabetes y no se deja de fumar, la retinopatía diabética proliferativa evoluciona y se requiere someterlos a otros procedimientos como a una vitrectomía, que posiblemente no solucione del todo el problema.

A largo plazo, puntualiza la doctora Jiménez Martínez, si no se controlan los efectos dañinos sobre la retina (los radicales libres y la hipoxia van matando sus células), causa primero disminución de la capacidad visual y posteriormente (si hay desprendimiento regmatógeno de retina) ceguera.

“Justo eso hay que evitar”. Tratar la causa de base, en este caso la diabetes, para que no siga el daño a la retina.

Finalmente recomienda consultar con frecuencia al oftalmólogo para que supervise el estado de salud de la retina y ofrezca un tratamiento para evitar complicaciones mayores por la retinopatía diabética proliferativa.

(Con información de Gaceta UNAM)

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