Vulnerabilidad exacerba daño epidémico a educación

La desigualdad se expresa en procesos mucho más bajos de aprendizaje en el caso de las poblaciones indígenas y zonas marginales

Mérida, Yucatán. La urbe y el interior del estado de Yucatán son escenarios distintos cuando se habla de educación en tiempos de epidemia, ya que depende de la clase social y el acceso a recursos que tenga la familia para apoyar al alumno.

No es un panorama homogéneo el que se dibuja en el horizonte de las y los estudiantes de la entidad.

La pandemia lo que ha hecho es agudizar las desigualdades que ya existían en la educación. Desigualdades que se siguen expresando en procesos mucho más bajos de aprendizaje en el caso de las poblaciones indígenas y zonas marginales por razones económicas, señaló el doctor en Educación Juan Carlos Mijangos Noh.

“Se agudiza porque si ya era deficitaria la formación escolarizada en términos regulares, la contingencia lo que ha hecho es aumentar este déficit. Estamos hablando de poblaciones que no tienen un acceso a un conjunto de recursos que las clases medias y altas dan por sentados”, detalló.

El Dr. Mijangos vive en Canicab, una comunidad maya en el municipio de Acanceh en donde coordina un centro comunitario, lo que le ha permitido atestiguar de primera mano estas diferencias. En Canicab hay 100 casas, de las cuales 15 o 20 tienen acceso a internet, y de bastante mala calidad.

“Los que pueden reciben la tarea a través del WhatsApp, por ejemplo. El nivel de interacción es sumamente precario; y las transmisiones televisivas tienen la desventaja de la ausencia de la interlocución”, expuso.

El problema está, dijo, en que el capital cultural -concepto que engloba elementos destacados en un programa de estudios- no forma, corresponde a la realidad de sus vidas, y esa es una situación que ya sucedía desde antes de la contingencia sanitaria.

“Antes tenían a un humano enfrente suyo que de alguna manera intentaba ponerlos en el contexto del conocimiento. Ahora uno no le puede preguntar al televisor, sino requiere de una conexión a internet suficiente que permita interactuar con la figura del docente”, criticó.

“Por ejemplo, un niño que va a una escuela privada, que tiene una buena conexión a internet en su casa y cuyos padres son profesionales de cualquier área del mundo escolarizado, tiene un capital cultural que le permite interactuar, aún en estas condiciones, con sus maestros”, sentenció.

Recuperación de saberes

En el marco de la actual pandemia, el Dr. Mijangos ha notado un fenómeno interesante que consiste en la recuperación de ciertos saberes. Pala él, pensando en la educación más allá de las aulas, la contingencia ha detonado que jóvenes vuelvan a incorporarse a tareas que ya no formaban parte de su vida cotidiana.

“Como los papás no tienen trabajo y los niños y las niñas no tienen escuela presencial, se los llevaron a los terrenos en el ejido que hacía años que no trabajaban, para sembrar un poco de maíz, calabaza o frijol y poder sobrevivir”, apuntó.

(Con información de La Jornada Maya)

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