Con LiDAR, descubrirán antiguo sacbé entre Uxmal y Kabah

Con rayos láser, el resultado es una nube de puntos que permite generar mapas topográficos y modelos 3D detallados

Mérida. Yucatán. Un sacbé (camino blanco, en lengua maya) de 18 kilómetros de longitud unió durante dos siglos y medio, entre 700 y 950 d.C., a las ciudades de Uxmal y Kabah; la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), da los primeros pasos para rehabilitar este sendero antiguo que, con el transcurrir del tiempo, permaneció como leyenda.

La aplicación del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) ha permitido el uso arqueológico de tecnología de mapeo, como el sistema de detección y localización por láser (LiDAR, por su acrónimo en inglés), e identificar con mayor precisión el urbanismo de los sitios próximos al trayecto del Tren Maya.

Es el caso de los asentamientos prehispánicos de la región Puuc, los cuales se distribuyen en la serranía que conecta a Campeche y Yucatán, informa el director del proyecto arqueológico en Uxmal, José Huchim Herrera, al referir que, en fechas recientes, se realizaron sobrevuelos de dron para mapear con el LiDAR, Uxmal y Xlapak.

Del primero se han registrado 190 hectáreas, lo que permitió actualizar los datos arquitectónicos, interiores y exteriores, del área amurallada de la zona arqueológica. Mientras, en Xlapak se hizo el levantamiento de tres núcleos arquitectónicos, para conocer su distribución y elaborar una clasificación preliminar, base del que será el primer plano del sitio.

Actualmente, el equipo, en el que colaboran el arqueólogo Héctor Cauich, el ingeniero Jorge Galván y el urbanista Ángel Esqueda, asume un reto mayor: utilizar el LiDAR en el registro del antiguo sacbé. Así lo han realizado en las primeras 10 hectáreas, con el propósito de definir el punto de partida desde Uxmal, “del que ya se tienen indicios, pero que debemos corroborar en campo”, indica Cauich.

Esta herramienta de teledetección utiliza rayos láser para medir la distancia de una superficie; el resultado es una nube de puntos que permite generar mapas topográficos y modelos 3D detallados, definiendo rasgos que, para este caso, se hallan bajo la selva mediana y campos de cultivo.

Huchim Herrera recuerda que hace dos años, junto con la directora de la Zona Arqueológica de Kabah, Lourdes Toscano Hernández, recorrió el viejo “camino blanco” −el cual atraviesa los sitios de Nohpat y Chetulix, y concluye en el arco de Kabah−, y se tomaron coordenadas geográficas que ahora guían los sobrevuelos LiDAR.

Desde el aire, con esta herramienta, se pueden confirmar y sumar muchos más rasgos de los que se observaron en aquel recorrido, ya que los vuelos abarcan el rastreo de 10 metros más de superficie, a cada lado del camino.

El procesamiento de los datos ayudará a determinar las funciones de las estructuras arquitectónicas que se detecten, aspectos como la adecuación artificial del terreno e, inclusive, una definición más precisa de su temporalidad, sostiene el también titular de la Zona Arqueológica de Uxmal.

Con 18 kilómetros de longitud y una anchura que oscila entre los cinco y seis metros, se trata del sacbé más grande de las tierras mayas del norte, cuya memoria –convertida en leyenda− mantuvieron por siglos los herederos de esas civilizaciones y, a su vez, la compartieron a fray Estanislao Carrillo, quien dejó por escrito la existencia de este trayecto.

La investigación, detalla José Huchim, es la primera fase de un proyecto que, a mediano plazo, implicará la capacitación de hombres y mujeres de comunidades cercanas, como Santa Elena, para rehabilitar una vía entorpecida por la vegetación y, más adelante, guiar a las y los visitantes por este sendero rico en flora y fauna.

El investigador del Centro INAH Yucatán enfatiza que el sacbé es testimonio de la interacción que sostuvieron Uxmal y Kabah en su apogeo, hacia 700-950 d.C., en la región del Puuc; y su rehabilitación será una oportunidad para concienciar a las comunidades y recuperar su identidad.

El contacto con su propio patrimonio, los convierte en los mejores guardianes del mismo: “esta no es una labor institucional tradicional, aquí estamos capacitando a la comunidad para que asuma esta responsabilidad de cuidado del patrimonio que, después de todo, debe ser de cada ciudadano”, concluye.

(Con información de La Jornada)

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