Vida y muerte de reporteros que cubren la mafia italiana

Roma. En los últimos cuatro años, Paolo Borrometi ha vivido aislado durante gran parte de sus días, aunque casi nunca está solo. Durante muchos años, no ha podido caminar por los parques o las playas de su Sicilia natal. No puede ir libremente a un restaurante, un concierto o el cine. No puede conducir un auto ni salir de compras o ir a cenar, sin custodia.

Antes de salir a trabajar como reportero que cubre a la mafia, comienza todas sus mañanas con un expreso, un cigarrillo y su escolta.

En Italia, enojar a la mafia como periodista deriva en una vida solitaria. Sin embargo, Borrometi, de 35 años, no está solo. Casi doscientos reporteros italianos viven bajo protección policiaca, un caso único entre los países occidentales industrializados, según los grupos de activistas.

Ninguno de nosotros quiere ser un héroe o una figura prominente”, dijo Borrometi hace poco ante un grupo de estudiantes de bachillerato en Roma, donde vive ahora. “Solo queremos hacer nuestro trabajo y nuestro deber, que es contar historias”.

Aun así, los asesinatos relacionados con el crimen organizado están en incremento en Italia, según las autoridades, y los observadores internacionales que consideran que las redes criminales son la principal amenaza para los periodistas en Europa.

“No dejes de escribir, Paolo”, decía un correo electrónico que Borrometi recibió en 2014, dos días después de que lo atacaron dos hombres con pasamontañas afuera de la casa de campo de su familia en Sicilia. “Nuestros países necesitan un periodismo de investigación libre. Tienes todo mi respeto”.

El mensaje era de Daphne Caruana Galizia, la periodista de investigación maltesa que el año pasado fue asesinada en un ataque con un carro bomba, después de que expuso los vínculos de su país con paraísos fiscales en el extranjero y reportó sobre los delitos de los políticos locales durante décadas. Cuando murió, a los 53 años, tenía 47 demandas legales en su contra, incluyendo una del ministro de Economía de su país.

Además de Caruana Galizia, que fue asesinada en octubre, un reportero de 27 años, Jan Kuciak, fue asesinado junto con su prometida en Eslovaquia en febrero. También había estado investigando asuntos de corrupción que se sospechaba que estaban vinculados con mafiosos italianos.

“Ya hubo dos periodistas asesinados por la mafia dentro de la Unión Europea; ambos investigaban historias de la mafia que los gobiernos nacionales no estaban monitoreando”, dijo Pauline Adès-Mével, responsable de la oficina europea de Reporteros Sin Fronteras, una organización que defiende la libertad de prensa.

Históricamente Italia es el país que más ha sentido la presencia de la mafia, y allí hay una docena de periodistas con protección policiaca las 24 horas”, dijo Adès-Mével. “Eso no sucede en otros países”.

En el caso de Borrometi, bastó con que reportara durante un año sobre los negocios secretos y los vínculos políticos clandestinos con la mafia de Sicilia para que su sitio web de noticias independiente, La Spia (El espía), recibiera amenazas por parte de los criminales. En cinco años, recibió cientos de amenazas de muerte de los mafiosos locales.

Primero, sus artículos provocaron actos de vandalismo en su contra y llamadas a altas horas de la noche. Sin embargo, las cosas llegaron a lo físico después de que comenzó a escribir una serie de notas que mostraban cómo el mercado más grande de frutas y verduras de Sicilia estaba controlado por los mafiosos.

Un día estaba dándole de comer a su perro, cerca de su casa de campo, cuando aparecieron dos hombres que lo tomaron del brazo derecho y se lo doblaron detrás de la espalda hasta que los músculos del hombro se le desgarraron en tres lugares.

“Las únicas palabras que mis atacantes me dijeron ese día fueron: ‘No te metas en lo que no te importa’ o ‘Esta es la primera advertencia’ o una versión siciliana, mucho menos educada, de esas frases”, recuerda Borrometi. Casi cinco años después, todavía no puede mover bien el hombro.

Eso no le impidió continuar reportando sobre la mafia y llevar a algunos de los mafiosos que lo amenazaron a la corte. Una noche, después de que un ataque con fuego casi acabó con su apartamento, la policía decidió ponerlo bajo protección de tiempo completo.

La mafia no se amedrentó.

“Te cortaremos la cabeza, incluso dentro de una estación de policía”, escribió el jefe local de la mafia en un mensaje público en las redes sociales.

Hasta ahora, sus reportajes —y las investigaciones de la policía— han expuesto una red más amplia de afiliados a la mafia que mueven los productos del mercado de frutas y verduras en Vittoria, Sicilia, al resto de Italia y Europa, asociados con otros grupos criminales.

Descubrió que una de las empresas que cultiva el famoso tomate Pachino, un tomate cherri especial certificado por el Ministerio de Agricultura de Italia, es propiedad de los hijos de dos mafiosos prominentes. Uno de ellos pasó más de dos décadas en la cárcel por vínculos con la mafia y ahora trabajaba en la empresa de su hijo.

La noticia se propagó, el ministerio tomó nota y sacó a la empresa de la lista de compañías que pueden vender tomates Pachino. Los mafiosos no solo se sintieron atacados por un reportero, sino que perdieron millones de euros de ganancias.

El mes pasado, los mafiosos decidieron recrudecer sus amenazas. La policía dice que interceptaron a un mafioso siciliano mientras analizaba un plan con sus hijos para matar a Borrometi con un carro bomba.

“Necesitamos ‘pirotecnia’ como en los años noventa, cuando uno no podía ni caminar por la calle”, dijo el hombre, a quien atrapó la policía por un teléfono intervenido. “Una muerte de vez en cuando es útil, para que los jóvenes se calmen un poco”.

Aludía a los tensos años cuando dos fiscales de Palermo, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, fueron brutalmente asesinados junto con sus guardaespaldas, y por toda Italia explotaban carros bomba, matando a transeúntes y dañando edificios históricos.

En la conversación grabada, el hombre defendía el regreso a esa época sangrienta de intimidación abierta tanto a las autoridades como a los ciudadanos. Desde entonces, no se han producido más ataques de la mafia con carros bomba.

Esto muestra cuánto enoja el periodismo de investigación a la mafia, pues ella progresa cuando sus negocios se hacen en silencio”, dijo Nino Di Matteo —un importante fiscal que ha enfrentado a la mafia y por lo tanto también es un blanco principal— en televisión nacional unos días después de que la policía arrestó a quienes planeaban el ataque contra Borrometi.

“El periodismo tiene un papel fundamental en la lucha contra la mafia, en especial en un momento como este”, dijo Di Matteo, quien también está custodiado por guardaespaldas. “Creo que estamos subestimando un poco el peligro que la mafia representa para el país y su democracia”.

(Con información de The New York Times)

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