Muerte sin fin, deslumbrante poesía del pasado siglo XX

“Llegaremos juntos a México, y yo esconderé mi lamentable fracaso dentro de tu atmósfera de gloria”, dice Gorostiza a Pellicer

“No leo. No escribo. Londres me tiene completamente apendejado”.

Eso dice en 1928 José Gorostiza, el poeta que 11 años después publicaría Muerte sin fin, hasta entonces uno de los poemas más largos y memorables del siglo XX.

Se lo dice en una carta a su cuate Carlos Pellicer, a quien suplica: “Quédate en Europa hasta febrero del 1929, que es hasta cuando estaré yo aquí. Llegaremos juntos a México, y yo esconderé mi lamentable fracaso dentro de tu atmósfera de gloria”.

Quería Gorostiza “no llegar llegando”, es decir, que “nadie notara que también he llegado”

Era un periodo de sequía para José Gorostiza —apunta el poeta Julio Trujillo en Letras Libres—, aunque en Londres florecía la primavera.

A su regreso a México, en 1929, ingresó a la UNAM, donde fue maestro de Literatura mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras.

Tenía entonces unos 28 años de edad. Paisano del poeta Pellicer, Gorostiza nació en San Juan Bautista, Tabasco, hoy Villahermosa, el 10 de noviembre de 1901.

Revelación de la palabra

Alguna vez Gorostiza confesó: “un año me llevó escribir Muerte sin fin”, que apareció publicado en 1939.

Octavio Paz, para sintetizar su contenido y aprehender su constitución, lo identificó como “reloj de cristal de roca”,

Quizás —apunta Fernando Castaños, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM— es la obra mas importante de los Contemporáneos.

En su estética y en sus actitudes públicas, este grupo “se opuso a la degradación y al abuso de lo nacional en la cultura de estado del régimen posrevolucionario”.

Esa oposición —agrega Castaños en su artículo “Yo (él) en Muerte sin fin de Gorostiza: la sustancia y a forma” (Acta Poética, número 1, enero-junio, 2014)— abrió a los intelectuales horizontes de independencia frente al poder gubernamental.

Merecedor de admiración mayúscula, Muerte sin fin “escenifica una conversación que es un monólogo, la exposición de una tesis sobre la materia, la vida y la conciencia: devenir hacia la forma es su ser”.

El poema —apunta Castaños— comparte rasgos de una pluralidad de géneros. “Aún así, su esencia es la poesía, que nos pone en presencia de la revelación de la palabra”.

En Voz Viva

El lunes 15 de mayo de 1967, Gaceta UNAM informa que José Gorostiza y “su deslumbrante” Muerte sin fin, “poema definitivo dentro de la poesía española”, forma parte del catálogo de la serie Voz Viva de la Universidad.

Una nota biográfica acompaña al poema en voz de su autor, grabada en uno de esos primeros discos negros de Voz Viva, donde figuran también Alfonso Reyes, Carlos Pellicer, Salvador Novo, Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Rubén Bonifaz Nuño…

Años después, bajo el sello de la UNAM, sería publicado en Material de Lectura, la clásica colección de poesía moderna. Héctor Valdés, en la nota introductoria, dice que Muerte sin fin es un poema filosófico que resume preocupaciones vitales del poeta a parir de la imagen del agua contenida en un vaso: Dios, el orbe, el universo, la sustancia y la forma poéticas… todo ello enseñoreado por la muerte.

Poema donde participan otras artes (repetición de frases temáticas, ascensión permanente hacia un final apoteósico, armonía y melodía), Muerte sin fin es también —para Valdés—una composición musical, un conjunto de arquitectura perfecta.

Jose Gorostiza, resume Trujillo en un artículo sobre el centenario del poeta, “dejó una música y un entusiasmo inagotables: placer para los sentidos, gimnasia para el cerebro”

Por algo es reconocido como Oh poeta de la inteligencia, ”soledad en llamas, que todo lo concibe sin crearlo”.

Canciones para cantar

Además de poemas aparentemente simples, pero sumamente complejos, escribió Prosa (1969) y teatro (Ventana a la calle, 1924). Desde 1920 fue colaborador en El Universal Ilustrado, El Monitor Republicano y El Heraldo de la Raza, entre otras publicaciones.

Diplomático, antes de Muerte sin fin, publicó en 1925 Canciones para cantar en las barcas, donde inicia una búsqueda por la expresión poética pura, el interés por la métrica tradicional y los temas populares. Con este poema se inauguró la producción poética de los Contemporáneos.

En 1964 publica Poesía en el FCE, que reúne sus dos poemarios anteriores, Del poema frustrado (poemas inconclusos) y el ensayo Notas sobre poesía.

Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Premio Mazatlán de Literatura 1964 y Premio Nacional de Ciencias y Artes en Literatura 1968.

A los 71 y cacho de años concluye su vida (Ciudad de México,16 de marzo de 1973), como Muerte sin fin con este Baile:

“Desde mis ojos insomnes
mi muerte me está acechando,
me acecha, sí, me enamora
con su ojo lánguido.
¡Anda, puntilla del rubor helado,
anda, vamos al diablo!

En esta liga puedes leerlo: http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/51-017-jose-gorostiza?start=1

(Con información de Gaceta UNAM)

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