Derecho de niños y jóvenes a la salud importa más que fumar

La nueva normatividad busca proteger a aquellos que son especialmente vulnerables al humo del cigarro

El derecho a fumar en espacios públicos no existe cuando está de por medio la salud de miles de niñas, niños y jóvenes que son expuestos a inhalar de manera involuntaria el humo de cigarros que emiten terceras personas, advirtió Ana Moreno Coutiño, profesora investigadora de la Facultad de Psicología.

La experta enfatizó que, tras la entrada en vigor del nuevo reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco, es importante no caer en el falso debate de apelar al derecho de los fumadores, pues no puede haber libertad alguna que esté por encima del derecho a la salud de los fumadores pasivos entre los que se encuentran niñas, niños, jóvenes, adultos y ancianos.

“La libertad de los fumadores no puede estar por encima del derecho de los menores a vivir en espacios abiertos libres de humo, pues sería tan absurdo como si existiera el derecho a dañar la salud de los demás.”

Según datos de la Organización Mundial de la Salud de los más de 8 millones de personas que mueren anualmente en el mundo a consecuencia de enfermedades relacionadas con el consumo del tabaco 1.2 millones eran fumadores pasivos, de éstos, 372 mil eran menores de edad.

Se considera fumador pasivo aquel que, a pesar de no fumar, está rodeado de personas que sí lo hacen y se encuentra expuesto a más sustancias tóxicas que el propio fumador. Hoy en día, los lugares de mayor exposición de las niñas y niños al humo del tabaco son el hogar y el vehículo particular.
Un cambio de hábitos

Moreno Coutiño señaló que en este caso, la nueva normatividad no busca prohibir sino proteger a las niñas y niños que son especialmente vulnerables al humo del cigarro, en una etapa en la que están completando el desarrollo de sus pulmones, por lo que respiran más rápido e inhalan una mayor cantidad de sustancias tóxicas del tabaco.

Como consecuencia de la inhalación involuntaria del humo tabaco, la salud de los menores se ve afectada considerablemente al empeorar sus síntomas de alergia, aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias como bronquitis, neumonías, asma, infecciones del oído, sinusitis, faringitis y de manera más aguda ocasiona cáncer durante la infancia.

Resaltó qué no hay una prohibición para consumir tabaco ni hay una afectación a la libertad de los fumadores, que podrán seguir siéndolo, sólo que ahora tendrán que modificar sus hábitos y patrones de consumo para hacerlo en sus hogares o en espacios privados en donde no afecte la salud de terceros.

“Los beneficios de la entrada en vigor del nuevo reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco se verán en el mediano y largo plazos cuando miles de niñas, niños, personas jóvenes y fumadores pasivos dejen de enfermar al no estar expuestos a la inhalación involuntaria de humo del cigarro”, sostuvo.

Por otra parte, indicó que la adicción al tabaco se puede considerar como una enfermedad social que demanda una atención integral al estar relacionada directamente con factores como la pobreza, los bajos niveles de educación, la salud emocional y la falta de políticas públicas sólidas, en los que la regulación para la venta y consumo resulta esencial.

Los países en desarrollo, dijo, son los más importantes consumidores de tabaco y el crecimiento de las adicciones tiene que ver con gobiernos y políticas permisivas a los que las tabacaleras pagan fuertes cantidades de dinero para relajar las normas, aunque después esas naciones terminarán pagando un alto costo con el deterioro de la salud de su población.

Moreno Coutiño resaltó que cuando hay una flexibilización de las leyes de salud, las empresas tabacaleras aprovechan para lanzar agresivas campañas de publicidad, con productos innovadores, para atrapar principalmente a los jóvenes, explotando su necesidad de socialización o pertenencia a un grupo determinado.

En México, recalcó, el consumo promedio de tabaco entre los fumadores es de unos cinco cigarros al día y a partir de ahí se realiza una evaluación para determinar si se trata de una acción de placer, una regulación emocional o una adicción que requiere de una intervención especializada para acceder a un tratamiento efectivo.

Por último, la investigadora hizo un llamado a la ciudadanía para hacer valer en nuevo reglamento y fortalecer la normatividad en materia del control del tabaco, denunciando a aquellos establecimientos que no cumplan con las nuevas disposiciones legales, con el único fin de proteger la salud futura de las niñas, niños y jóvenes de este país.

(Con información de Gaceta UNAM)

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