Sin dedicatoria…

Una costumbre muy arraigada entre los priistas tras cada sucesión presidencial ha sido la captura de algún funcionario de alto nivel cercano al anterior presidente. Esto servía para dos fines, uno era patentizar quien mandaba ahora, el otro era ganar popularidad entre la gente aparentando que se combatía la corrupción, cuando sólo se hacía a un lado a un colega incómodo.

Esta estrategia se repite en cada una de las 32 entidades federativa a la salida de cada gobernador: el nuevo jefe del Ejecutivo Estatal ordena perseguir a alguno (s) de los funcionarios del régimen anterior. Muchas veces ni siquiera terminan en la cárcel a menos haga falta algún ‘escarmiento público’ para tener contento al pueblo o haya algún elemento realmente incómodo.

De sobra está decir que los medios, siempre oficialistas, se daban vuelo con estos casos para aparentar libertad de expresión, atacando a un ex mandatario o funcionario, ya sea federal o estatal.

Cosa que, a menor escala, también ocurre en los municipios. Desde luego, este juego de poder puede incluir a líderes sindicales o empresarios cercanos a uno u otro grupo político.

El que tenga ojos que lea…

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