Lamentable llamado de Calderón a la violencia
Más de doscientos mil muertos y más de cuarenta mil desaparecidos no le parecen suficientes a Felipe Calderón, quiere más sangre…
Para entender hasta dónde es capaz de llegar la derecha en México, al menos la representada por el PAN y el ex presidente Felipe Calderón, basta lo expresado este lunes por el propio ex mandatario en relación a los hechos ocurridos en un poblado donde la población desarmó y retuvo a unos soldados luego de que estos realizaran acciones contra delincuentes.
A Calderón le parece inconcebible que los soldados no masacraran a los pobladores, porque el sacó el Ejército a las calles con el pretexto de la lucha contra la delincuencia organizada y que en más de una ocasión terminó en matanzas perpetradas por las fuerzas armadas, según múltiples versiones periodísticas de la época.
Dice el político de extracción panista que se debe dejar defenderse a los elementos de las fuerzas armadas. Los soldados y los marinos están ahora facultados por la Constitución y las leyes secundarias en lo referente a la Guardia Nacional para hacer uso de la fuerza, letal inclusive, pero sólo en caso de ser necesario.
Pero Calderón se quedó en la época cuando los militares recibían la orden del Ejecutivo Federal de tira a matar, propia de la “dictadura perfecta” en la que participó el PAN durante doce años junto al PRI.
Le parece inaceptable que la población civil tome como rehenes a soldados, pero le parece plausible que cometieran toda clase de excesos en la guerra que desató sin estrategia alguna contra la delincuencia organizada en nuestro país.
Más de doscientos mil muertos y más de cuarenta mil desaparecidos no le parecen suficientes a Felipe Calderón, quiere más sangre de mexicanos para satisfacer su ego, pero se le olvida que ya no está en el poder, que no es el comandante supremo.
Así las cosas, en nuestro México donde los grupos reaccionarios de políticos, periodistas y macro empresarios (me refiero a los corruptos) pretenden desestabilizar la democracia mexicana con el pretexto de que no van bien las cosas.
¡Qué desvergüenza y qué cinismo!
