De la agorafobia peñista a la agorafilia lopezobradorista

El presidente de México Andrés Manuel López Obrador tiene que pasar de dar explicaciones y de por qué no ha podido a dar resultados

Es por la politiquería, por la corrupción, por los gobiernos neoliberales, por la porquería que dejaron en todo el país los “prianistas”, por los múltiples saqueos en miles de millones de dólares de las arcas públicas, por el huachicoleo, por la condonación de impuestos a grandes consorcios… sí, todo eso y más, por eso votamos por el cambio, por un gobierno que acabara con todo eso.

Pero el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, parece haberse quedado en el viaje, en la campaña, en diagnóstico y hay que recordarle que ya no es candidato, que ya no es oposición, ahora es gobierno, es el titular del Ejecutivo y es la hora de la acción y los resultados favorables para los mexicanos.

Qué bueno que busca tener el pulso de la gente, de los de abajo, de los de en medio y de los de arriba. Pasamos de la agorafobia del ex presidente Enrique Peña Nieto a la agorafilia del presidente López Obrador.

Vemos a un presidente que muestra síntomas preocupantes de necesitar el aplauso público, la palmadita en la espalda y es entendible por tantos años de ser repudiado, vilipendiado por el oficialismo, y también, por las críticas actuales en prensa, radio y televisión tradicionalistas que continúan en su rol de reaccionarios.

Pero ir a un hospital y a otro no genera mejor servicio médico, a lo sumo incrementa los gastos extra salud de las instituciones para recibir al presidente, distrae al personal médico, administrativo, informático y hasta de intendencia, todo para qué, para decir que el desabasto de medicamentos son politiquerías, ¿para dar a entender que no es verdad lo que padecen miles de familias en todo el país?

Para decir que tenemos lo principal para mejorar el sistema de salud, en referencia a los trabajadores del sector salud, pero ¿nada dice de los pasantes o hasta los residentes que son explotados como esclavos prácticamente?

No podemos, como lo pide el presidente, ignorar los rumores sobre el desabasto de medicamentos por una razón: es la realidad señor presidente.

“Lo voy a decir duro, pero que se entienda bien, porque, ¿saben cuándo se acabará la corrupción?, cuando logremos estigmatizarla, es decir, que sea algo feo, fuchi, guácala”, dice el mandatario.

Declara López Obrador que ya no hay corrupción, para de inmediato aclarar: “tolerada”. Y nos pide estigmatizar la corrupción, pero ya está estigmatizada, tan lo está y lo estaba que la gente voto contra el anterior régimen por un gobierno que acabara con la corrupción, la violencia y la impunidad.

Si usted quiere andar paseando por todo el país porque quiere mucho a México, qué bien, lo felicito, pero para eso no trabaje todo el año, no todos los días, no veinte horas al día. Trabaje de lunes a viernes, sus ocho horas. Tómese el fin de semana, sus vacaciones 15 días cada seis meses, es en serio, su mera presencia o su discurso no ha acabado ni acabará con los problemas de México.

Dice usted: “se abandonó el campo, se dejó de crear empleos, se empobreció al pueblo, se abandonó a los jóvenes. Las cárceles están llenas de jóvenes. Los que pierden la vida son jóvenes en su mayoría. Nunca hicieron nada por atenderlos. Lo único que hicieron los corruptos, malos gobernantes, fue etiquetar a los jóvenes y llamarles ‘ninis’, que ni estudian ni trabajan, pero nunca hicieron nada por atenderlos y los dejaron en estado de indefensión y las bandas reclutaban cada vez más jóvenes, los enganchaban ofreciéndoles dinero para dedicarse a la delincuencia”.

Gracias por descubrir el hilo negro. Pero ya es tiempo de recuperar la paz pública porque el bono democrático se gasta.

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