Sanear zonas pobres pasa por reciclar excremento

Se calcula que para 2050 vivirán tres mil millones de personas en barrios de chabolas de todo el mundo, cuya mierda podría servir de abono

«Cuando comencé, había bolsas de excrementos por todas partes», asegura Ricky Ojwang mientras se abre camino por las callejuelas repletas de basura de Makuru, una barriada pobre de Nairobi en la que trabaja instalando retretes limpios y transformando su contenido en abono.

«La gente utilizaba bolsas porque no había baños, y las tiraban por la ventana», con todos los riesgos de enfermedades que eso conlleva, recuerda.

Actualmente, esos «retretes voladores», como se los conoce en el lugar, son mucho menos visibles en las calles de tierra de Makuru, gracias sobre todo al creciente uso de inodoros secos gestionados por Ojwang y su equipo desde 2012.

Más de 100 mil personas en Mukuru utilizan ya estos baños azules y amarillos, omnipresentes en el barrio pobre, de la empresa Sanergy, que recicla su contenido, convirtiéndolo principalmente en abono.

Esta iniciativa busca dar solución a un gran desafío, presente no solo en Kenia. Se calcula que para 2050, 3 mil millones de personas vivirán en barrios de chabolas de todo el mundo, frente a los 1 mil millones actuales, según datos de la ONU.

Pero el establecimiento de alcantarillas, retretes y sistemas de gestión de desperdicios está lejos de seguir este ritmo de crecimiento.

En Mukuru, hay aproximadamente un retrete público por cada 547 hogares, y muy pocos de ellos están conectados con un sistema de alcantarillado, según un informe sobre esta barriada realizado por investigadores kenianos e internacionales en 2017.

«Pueden imaginarse los esfuerzos que hay que desplegar para instalar alcantarillados en una zona tan densamente poblada», señala Michael Lwoyelo, director de Sanergy, basada en Nairobi.

Las estimaciones de población para Makuru varían considerablemente, de cientos de miles de personas hasta más de medio millón.

«Es prácticamente imposible, hay literalmente una casa cada tres metros».

Solución para los barrios pobres

El uso de retretes secos permite no depender de un sistema de alcantarillado. Los inodoros se alquilan por menos de 8 euros al mes, un monto que suelen repartirse varios hogares.

Georgina Mwende, una madre de 25 años, comparte ahora los sanitarios con cuatro familias. Antes eran una cabaña de madera inestable al final de una callejuela mal iluminada. Ahora dice sentirse tranquila al saber que su hijo de tres años utiliza «inodoros seguros» desde un punto de vista sanitario.

Por la noche, los equipos de la empresa limpian y se llevan los excrementos en barriles herméticos en unas carretas empujadas a mano, con las que pueden avanzar por el irregular terreno de las callejuelas del barrio de chabolas.

En las instalaciones de reciclaje, a las afueras de Nairobi, Sanergy transforma los excrementos en un abono ecológico que se vende a las granjas. También se están desarrollando otro tipo de productos.

Para finales del año que viene, la empresa prevé comenzar a construir una fábrica de reciclaje capaz de tratar 200 toneladas de materia fecal al día, esto es, un 10% de los excrementos de Nairobi.

Para paliar este problema, en Kenia también se buscan otras soluciones. Umande Trust transforma las heces de las escuelas y de las barriadas pobres en gas para cocina, en tanto que Sanivation convierte los excrementos de Kakuma, un campo de refugiados del noroeste del país, en ladrillos que también se utilizan como combustible.

Sanergy espera que para 2022, un millón de habitantes de Nairobi utilicen estos retretes. Pero también quieren que su modelo se exporte a otras zonas urbanas, como las ciudades africanas y asiáticas cuya población crece a toda velocidad.

«Aliviamos la carga del gobierno en materia de instalaciones sanitarias», señala Lwoyelo.

150 años

En Kenia, al igual que en muchos países emergentes, los presupuestos dedicados a las instalaciones sanitarias son muy inferiores a lo necesario.

La proporción de población keniana con acceso a retretes limpios apenas aumentó un 5% entre 1990 y 2015, según un documento del Banco Mundial publicado en febrero de 2018. Si sigue a este ritmo, Kenia necesitará 150 años para garantizar el acceso a inodoros apropiados a toda la población.

La Organización Mundial de la Salud considera que la ausencia de retretes seguros provoca cada año 432 mil muertes vinculadas a enfermedades diarreicas en el mundo.

«La falta de acceso a sanitarios seguros y con un sistema de tratamiento de los excrementos resulta cada año en una pérdida mundial de 260 mil millones de dólares de PIB, debido al coste de la atención sanitaria y de la pérdida de productividad», señaló en abril Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF.

(Con información de AFP)

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