María y José como parte del sector del turismo religioso

La movilidad asociada a la religión es una de las antiguas formas del turismo de toda la vida, por ejemplo, muchos santuarios católicos

El niño Jesús, la virgen María y José eran turistas religiosos asociados a la Pascua. Se desplazaban desde Nazaret hasta Jerusalén, donde pernoctaban más de 24 horas.

La movilidad asociada a la religión es una de las antiguas formas del turismo de toda la vida, dice Enrique Propin Frejomil, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM.

El turismo religioso ha acompañado a la humanidad en toda su historia. Se da en todas las religiones. Jerusalén, según el Antiguo Testamento, es como el “destino turístico” de los tiempos antes de Jesucristo.

Los picos del Santoral

Para el doctor Propin Frejomil, quien estudia el Impacto regional del turismo religioso-católico en México, el turismo religioso se define por cinco características:

1. Fidelidad y recurrencia. La fe genera peregrinaciones y movilidad de turistas religiosos durante todo el año. De todos los tipos de turismo, el religioso es el más recurrente. La misma persona visita al menos una vez al año el mismo centro religioso

2. Estacionalidad. Todos los segmentos del mercado turístico, incluyendo el religioso, se concentran en dos momentos picos en el año: Semana Santa y Navidad, que coinciden con vacaciones.

Sin embargo, la estacionalidad rompe con esos grandes picos. En México hay subpicos que coinciden con fechas significativas del santoral católico: la Virgen del Carmen y Santiago Apóstol, 16 y 25 de julio, por ejemplo.

Hay también un modelo de recurrencia muy singular: San Judas Tadeo. El 28 de octubre es el pico más alto fuera de Semana Santa y Navidad. Pero “por tradición, se celebra todos los 28”.

3. Es una modalidad complementaria. Participan creyentes de otras religiones y ateos, nacionales y extranjeros.

4. No compite con los otros segmentos del mercado turístico.

5. Tiende a crecer y a fortalecerse en tiempos crisis. Ha sobrevivido a epidemias (a la lepra, la peste bubónica) y a las guerras, porque en momentos difíciles el ser humano tiende a refugiarse en Dios.

Santuarios magnéticos

En el mundo pocos son los lugares sagrados, con magnetismo espiritual, con ese imán que atrae a millones de creyentes de distintas religiones y no creyentes.

Son lugares milagrosos como Tierra Santa, “Lourdes en Francia, Fátima en Portugal, la Basílica de Guadalupe” y el Vaticano.

En México, de 15 mil recintos religiosos que hay (cifras del Vaticano para 2015), solo un 2-3 por ciento tienen ese magnetismo espiritual.

En una investigación Propin Frejomil identificó 98 de carácter milagroso, aunque hay más. Ninguno, sin embargo, tan icónico como la Basílica de Guadalupe, el santuario más visitado en el mundo, con 20 millones de personas al año.

Los otros santuarios mexicanos están lejos de esa afluencia. Reciben de uno o dos millones de personas al año.

El segundo más visitado es el santuario de la Virgen de San Juan de Los Lagos. Le siguen, por cierta recurrencia, el Santo Niño de Atocha, en Plateros, Zacatecas, y la Virgen de Juquila, en Oaxaca.

En ese “racimito de icónicos” están también Nuestra Señora de Zapopan, en Jalisco, Nuestra Señora de Izmal, en Yucatán y San Judas Tadeo, en la Parroquia de San Hipólito en la Ciudad de México, cuyo culto se ha extendido en todo el país.

Potencial desperdiciado

Aunque la oferta de México en turismo religioso es amplia, tienen “un potencial desperdiciado”, asegura Propin Frejomil.

El santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Francia es un centro de atracción para devotos y no creyentes no sólo por la advocación de la virgen sino también por “su manantial de agua sangrada”.

Eso nos pasa en México con nuestra Señora de Ocotlán. Se aparece la virgen María y nos concede “un manantial de agua sagrada”. Sin embargo, su culto se mantiene a nivel microregional. “Su área de influencia emocional geográfica es muy reducida”

“Nuestra Señora de Ocotlán se quedó en Ocotlán”, mientras la Virgen de Lourdes, además de sus más de ocho millones de visitantes, es una de las imágenes más repetidas en los recintos católicos.

El Niño de las Suertes

Otra imagen religiosa con gran potencial turístico es el Niño de las Suertes, sin precedente en la tipología de acontecimientos milagrosos pero no documentado.

Los fenómenos milagrosos normalmente están asociados a la hostia sangrante o a las apariciones de imágenes, ya se de bulto o de pinturas, apunta el doctor Propin Frejomil.

En México, un hecho milagroso insólito es la transformación de un ser humano, un niño de cuatro meses, en una imagen de culto, que alberga la CDMX.

Es tan trascendente, que el Niño de las Suertes “puede competir con cualquiera, hasta con nuestra Señora de Guadalupe”. Su área devocional se expande de Oaxaca a la CDMX; sin embargo, en términos turísticos es una oferta no aprovechada.

Si se le hiciera promoción, “acarrearía flujos de visitantes de cualquier parte del mundo”, volviendo más atractivo a donde actualmente se ubica: Xochimilco.

El corazón del catolicismo

El corazón geográfico del catolicismo en México, donde se concentra el mayor porcentaje de santuarios, está conformado por la CDMX, el Estado de México, Guanajuato, Michoacán, Puebla, Hidalgo y Tlaxcala. Un anillo lo integran Jalisco, Veracruz y Yucatán

En el resto de entidades del país hay también recintos sagrados relevantes. Uno solo, muy poderoso, es el de Nuestra Señora del Roble. No es de los de mayor afluencia, pero es “toda una organización territorial”.

Hay fenómenos geográficos turísticos de carácter religioso “incluso extremo”. Son las ciudades santuarios o merópolis, como “Lourdes en Francia y Fátima en Portugal”, cuya función principal o única es religiosa. Todo (actividades económicas, abasto, servicios) gira en torno al santuario.

En México, agrega el geógrafo Propin, es el caso de San Juan de los Lagos y Chalma. Hay indicios que este fenómeno sigue ocurriendo en torno al culto de Santo Toribio de Romo, en Santa Ana de Guadalupe, Los Altos de Jalisco.

Es impresionante el culto que ha generado este sacerdote católico —martirizado durante el enfrentamiento cristero— donde están “sus reliquias” y antes “eran ejidos y poblaciones dispersas”.

Devoción migrante

Al la perenne migración se incorpora también el concepto de santo patrono migrante. “Se llevan su devoción”. El culto a Santo Toribio ya ha traspasado la frontera con Estados Unidos.

La Virgen de Guadalupe y el Santo Niño de Atocha también acompañan a quien cruza ilegalmente las fronteras. En EU hay capillas específicas para su culto.

Con el santo patrono migrante no sólo hay movilización de personas, sino también de bienes, dinero y hasta de conocimiento, dice el doctor Propin.

Derrama paradigmática

La derrama económica es el quid del turismo religioso. En 2019 la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo reportó por este concepto una derrama de diez mil 200 millones de pesos al año.

“Es una cifra paradigmática, nada despreciable”, dice el investigador del IGf, que significa movilidad de bienes, servicios, transporte de mercancías, etcétera.

En febrero de 22016, la visita del Papa Francisco a México generó 2 mil 500 millones de pesos. “Es también una cifra respetable”.

Propin no propone que México se convierta en un país especializado en turismo religioso (la entrada por turismo de sol y playa es “más extraordinaria”), pero es una posibilidad para la diversificación del mercado del turismo en general.

(Con información de Gaceta UNAM)

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