María Galindo traduce los grandes sueños feministas

“La lucha social no es un suplicio sino un lugar de placer y alegría”, aseveró la comunicadora

“Creo que soy una excelente traductora de los grandes sueños feministas, no de cualquier feminismo. Convierto las ideas en actos, en acciones muy concretas, minúsculas. Todas esas revueltas de las relaciones de poder que soy capaz de protagonizar me han dado mucha esperanza y alegría”.

Habla la activista, comunicadora y feminista boliviana María Galindo, quien recientemente participó en la quinta edición de la Feria Internacional del Libro para las Universitarias y los Universitarios (Filuni) con un performance al que llamó La igualdad y las identidades son fronteras políticas: ¿las rompemos o las reforzamos?

Entre las muchas experiencias dolorosas por las que ha pasado, el insulto hacia su persona es algo que la paraliza, aunque ahora ya esté vacunada contra los improperios y ofensas. Dice conocer el proceso para llegar a ser inmune a tales agresiones y salir ilesa. Refiere que la policía ha cometido actos de violencia en su contra y que le son difíciles de contar: “Me desnudaron en una comisaría a las cinco de la mañana, algo terrible. Existe mucho morbo con mi cuerpo por parte de las fuerzas represivas. Eso me ha generado formas de violencia muy duras”.

En la actualidad pareciera estar protegida por un ángel de la guarda invisible: el pueblo, y eso le permite decir que su lucha feminista es también un camino de fiesta. “Quiero que la gente entienda que la lucha social no es un suplicio, sino un lugar de placer y alegría. Tengo muchas experiencias de dolor, pero diez mil millones más que son de alegría”.

¿Radical yo?
“A mí me impresiona que la sed de justicia sea radical. La mujer que estoy escuchando, esa mujer violada, es radical; lo mismo una madre a quien que le han matado a su hija. La gente no te llama a la cordura y sí a radicalizarte porque quiere comer, tener vivienda y salud. Anhela trabajo, tiempo libre, gozar de alegrías, sueños y deseos. Eso es radical porque resulta imposible acceder a ello en este capitalismo colonial que estamos viviendo. El deseo completamente proscrito me radicaliza, claro”.

¿Tu discurso está hecho para sacudir conciencias y mover esperanzas?, se le preguntó, y respondió que es un poco para todo. “Soy radialista, hago radio todos los días, dos horas. Un día tengo que explicar un concepto difícil en sencillo, otro día gritar como endemoniada, proponer soluciones, lo mismo que hacer preguntas atinadas a alguien que está sufriendo, y en ocasiones cuestionamientos absolutamente irrespetuosos a alguien que está en el poder. Soy muy adaptable según las circunstancias y no tengo un solo discurso. El mío es muy rabioso según donde esté, pero también es muy tierno. Yo cambio los tonos de acuerdo con las condiciones atmosféricas”.

—¿Una sociedad sin patriarcado, es una utopía?

—Yo la veo, y por eso alguna gente pensará que estoy alucinando. Una de las estructuras patriarcales que está hecha trizas es la familia nuclear patriarcal sobre la que se construyó el Estado nación; los sistemas educativo, de justicia y el de valores aceptados por una sociedad. En Bolivia, 25 % de las familias son nucleares patriarcales, 75 % tienen formas complejas. Hay un 30 % sostenidas por mujeres y les llaman monoparentales; yo diría que despatriarcalizadas, porque son familias y comunidades de trabajo que han expulsado al violento.

La familia está siendo despatriarcalizada a una velocidad enorme por las mujeres, quienes hemos decidido proveer los alimentos y el bienestar a nuestro núcleo afectivo. Si la afectividad cambia, la sociedad también.

Me preguntas si soy una insatisfecha y te respondo que sí. Menos sexualmente. Soy una mujer insaciable, sedienta. Por supuesto que la insatisfacción me genera conflictos existenciales, pero ni más ni menos graves que los de cualquier persona.

—¿Contradicciones y grandes temores?

—Que avance el fascismo. Estoy viniendo de Argentina donde el avance del fascismo es inversamente proporcional a la estupidez del kirchnerismo, o sea, el progresismo cuidado y vacío. En Bolivia también tenemos un progresismo demagógico, tremendamente cínico y que nos hace perder tiempo histórico. Le tengo miedo a esa cara y contracara, al cinismo del populismo y progresismo como al avance del fascismo.

—Lo primero que te venga a la mente.

—Radio deseo: un barquito de papel, mi refugio.

La Virgen de los deseos: una comunidad de verdad.

Anarcofeminismo: una página en blanco que hay que escribirla con mucho cuidado.

María Galindo: una loca. Me gusta mucho el lugar de la locura, lo reivindicó enormemente.

(Con información de Gaceta UNAM)

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