Del neoliberalismo al cambio climático y nuevas enfermedades

Estamos llegando a niveles irreversibles en cuanto actividades económicas y formas de consumo, señála especialista en sustentabilidad

En términos globales vivimos una crisis ambiental generada por los impactos de nuestras actividades económicas y la forma en que consumimos y que hace cada vez más evidente el cambio climático con sequías prolongadas y modificaciones en los patrones de lluvias.

Además, por el aumento de la temperatura, el cual propicia que especies de microorganismos que vivían en zonas más tropicales se muevan a otras latitudes, se ha favorecido el surgimiento de nuevas enfermedades ligadas a la deforestación, el consumo de fauna silvestre y la pérdida de biodiversidad.

“Estamos llegando a niveles irreversibles en estos temas”, alerta Leticia Merino Pérez, coordinadora Universitaria para la Sustentabilidad.

Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente –que se conmemoró el 5 de junio– la experta universitaria llama a proteger el planeta, pues explica que también es preocupante la alteración de los ciclos del nitrógeno y el fósforo, los cuales generan que zonas del océano estén muertas. A ello se suman el grave problema del sargazo, la acidificación del océano y la acumulación de plásticos que ya forman islas del tamaño de Australia.

La especialista en recursos naturales de propiedad común y pública indica que América Latina es la región con la mayor biodiversidad en el mundo, pero registra el deterioro ambiental más acelerado. “Se tienen las mayores tasas globales de deforestación, y aunque en ella también se encuentra la mayor cuenca hidrológica del planeta, el Amazonas, que tiene 20 por ciento del agua dulce del mundo, se está contaminando rápidamente”, subraya.

México también registra una deforestación muy acelerada asociada al cultivo de productos como el aguacate, así como por la desaparición de manglares a causa del crecimiento de zonas turísticas. Se calcula que 25 por ciento de sus cuencas están sobreexplotadas y/o contaminadas por la expansión de la agroindustria, las ciudades y la minería; además de que 40 por ciento de los bosques templados están sujetos a concesiones mineras.

Por otra parte, la superficie con vegetación sin alteración o degradación en México disminuyó 9.4 por ciento entre 1985 y 2014, al pasar de un millón 543.5 kilómetros cuadrados a un millón 398.3, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

El mismo instituto señala que hay cerca de cinco mil puntos de descarga de aguas residuales municipales sin tratamiento, la mitad se ubica en ríos y arroyos; aunado a que sólo 12.1 por ciento de los residuos sólidos urbanos son separados y clasificados desde las viviendas.

Merino Pérez indicó que esta crisis tiene distintas dimensiones y demanda diferentes acciones. A nivel personal, es necesario cambiar hábitos: evitar los plásticos de un solo uso, minimizar el consumo de energía, usar más el transporte público, caminar, trasladarse en bicicleta, racionalizar el uso de agua y tratar de consumir productos regionales.

A nivel comunitario se pueden impulsar mercados alternativos, exigir prácticas sustentables a las autoridades locales, cuidar las áreas verdes y exigir políticas públicas distintas en materia energética, forestal, hídrica y de manera general.

(Con información de Gaceta UNAM)

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