Supremacismo, la amenaza terrorista interna de EU

Hay un hecho, el terrorismo de los propios estadunidenses mata a más connacionales que el de los grupos extranjeros

Nueva York, Estados Unidos. En 2001, según las agencias de inteligencia, la mayor amenaza “terrorista” contra Estados Unidos provenía de musulmanes ultraderechistas al otro lado del mundo, en Afganistán, Pakistán y Medio Oriente.

Y ahora esas mismas agencias concluyen que la amenaza “terrorista” más grave en este país proviene del interior, entre estadunidenses cristianos ultraderechistas y sus aliados.

Veinte años después, las agencias de inteligencia y seguridad ahora consideran que la mayor amenaza “terrorista” a Estados Unidos proviene desde adentro, desde su propio pueblo.

La nueva evaluación oficial de terrorismo formulada por el Departamento de Seguridad Interna hace unas semanas, afirma que “extremistas violentos” motivados por temas de raza y etnia “permanecerán como una prioridad de amenaza nacional para Estados Unidos”.

El secretario de Seguridad Interna, Alejandro Mayorkas, y el procurador general, Merrick Garland, afirmaron en junio que el extremismo violento doméstico motivado por racismo, en particular el de supremacistas blancos, es ahora “la amenaza relacionada con el terrorismo más significativa que impacta a la nación”.

La violencia extrema

El terrorismo de ultraderecha racista se ha expresado con actos violentos, incluso homicidios, en varias partes del país, y llegó a realizar una intentona de golpe de Estado el pasado 6 de enero al invadir el Capitolio para anular el proceso electoral nacional.

Las iniciativas de gobernadores y legisladores derechistas –desde medidas para suprimir el voto, anular libertades civiles, rechazar la ciencia y la historia, nutrir la xenofobia y el racismo tan enraizado en el país– junto con grupos aliados extremistas, después de cuatro años de neofascismo de Donald Trump, siguen poniendo en jaque la democracia estadunidense.

Para algunos, el enemigo real está dentro, no fuera del país.

Vale recordar que el atentado “terrorista” más grande y mortífero dentro de Estados Unidos antes del 11-S fue el lanzado contra el edificio federal de Oklahoma City en 1995, donde murieron 168 personas. Los responsables fueron dos estadunidenses blancos vinculados con milicias ultraderechistas.

La alternativa social

Pero a la vez, al resumir los anteriores 20 años desde el 11-S, también hubo expresiones de resistencia, rebelión y cambio contra las aventuras imperiales en el exterior y los ataques contra derechos y libertades civiles en el interior de este país que persisten hasta este día.

Eso estaba ahí desde las primeras horas del 11-S, con las manifestaciones de bondad y solidaridad de miles, como ese joven estadunidense que, al enterarse del atentado, sacó todos sus ahorros, subió a su coche, manejó sin parar unas 10 horas desde su casa en Kentucky para llegar a la zona cero, sin conocer Nueva York, y sumarse a las brigadas que buscaban sobrevivientes entre los escombros humeantes.

Comentó que no entendía a sus compañeros, ya que muchos no hablaban inglés, pero “éramos hermanos”.

Las conversaciones en las calles, los abrazos entre desconocidos, la búsqueda de desaparecidos con sus fotos en muros por toda la ciudad, que después serían sustituidas por mensajes de amor y dolor.

Ante los mensajes bélicos, vengativos y de políticos halcones, arrancó uno de los movimientos antiguerra más grandes de la historia con el lema “No en nuestro nombre”.

A lo largo de los siguientes años se sumaría a la resistencia contra la xenofobia, el racismo y más de las políticas pos-11-S un movimiento masivo de inmigrantes contra la explotación del planeta por unos cuantos con Ocupa Wall Street, y las movilizaciones antirracistas más grandes de la historia del país con el eslogan de Black Lives Matter, entre otros.

La pandemia, más peligrosa

Con eso se responde al gran tema de la seguridad y el temor, tan útil para los políticos.

Críticos progresistas siguen cuestionando las justificaciones para proseguir con la infinita guerra contra el terror, señalando que el terrorismo extranjero ha tenido muy poco que ver con los problemas más graves que enfrenta esta nación.

Señalan que ha sido mucho más peligroso el irresponsable manejo de una pandemia que ha matado a más de medio millón de estadunidenses, números sin precedente de muertes por armas de fuego cada año, la devastación generada por el cambio climático –incendios, inundaciones, sequías– por todo el país.

Y el hecho de que el terrorismo interno (de los propios estadunidenses) mata a más connacionales que el de los grupos extranjeros.

La memoria, recurso contra la manipulación

La disputa sobre el futuro de este superpoder aún está lejos de llegar a una conclusión, pero no se puede decir que no se sabe quiénes son los responsables de como están las cosas al llegar este aniversario.

Como advirtió el historiador Howard Zinn en entrevista con La Jornada: “El establishment depende mucho de la amnesia histórica, del hecho de que en este país la gente generalmente no conoce esta historia.

“No sólo no conoce lo que ocurrió a fines del siglo XIX o principios del XX; desconoce la historia de los 15 o 20 años anteriores. Eso facilita que el gobierno diga al pueblo cosas que son inmediatamente aceptadas”.

La memoria es clave para un futuro diferente. Tal vez para eso podría servir este aniversario.

(Con información de La Jornada)

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