Relaciones EU-China en medio de turbulencias globales

Aunque son evidentes la disputa entre ambas naciones por la hegemonía mundial, al propio tiempo necesitan tender puentes

Washington. Estados Unidos, consciente del pujante rol mundial que tiene hoy China, al parecer intenta suavizar tensiones en un contexto de graves turbulencias globales.

Es la percepción que podría dejar la visita del ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular China, Wang Yi, quien llegó a esta capital el jueves para cumplir un programa de 72 horas, incluidos encuentros al máximo nivel.

El funcionario de más alto rango que ha visitado Washington DC en los últimos cinco años, conversó la víspera en la Casa Blanca con el presidente Joe Biden.

Tanto Estados Unidos como China deben gestionar la competencia en sus nexos de manera responsable y mantener líneas de comunicación abiertas, así como trabajar juntos «para abordar los desafíos globales», dijo el mandatario, según un comunicado de la mansión ejecutiva.

Por su parte Wang, también miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, transmitió a Biden los saludos del presidente chino, Xi Jinping.

El canciller asiático subrayó que su visita tuvo como objetivo comunicarse con la parte estadounidense para dar seguimiento a los importantes entendimientos comunes alcanzados por los líderes de ambos países desde la cumbre de Bali hacia la de San Francisco, a fin de evitar que las relaciones bilaterales se deterioren aún más.

El principio de una sola China y los tres comunicados conjuntos China-Estados Unidos son la base política más importante para los lazos bilaterales que deben mantenerse sin interferencias, apuntó el ministro.

Para algunos observadores no pasó inadvertida la estancia de Wang aquí, aunque en sentido general los medios de prensa optaron por el bajo perfil.

Tal vez -dicen- porque hacia lo interno existe una creciente retórica antichina y cualquier muestra por tratar de conversar algunos sectores de Washington, en especial los republicanos, podrían interpretarlo como una seña de debilidad de la actual administración.

Pero no cabe dudas de que a Estados Unidos le interesa mantener estable su economía y en ello influye China. Es la dinámica de la confrontación entre dos potencias que se disputan la hegemonía mundial, que tienen diferencias y al propio tiempo necesitan tender puentes.

El 19.5 por ciento de las importaciones de Estados Unidos provienen de China, su principal proveedor, y el país asiático es el tercer destino de las exportaciones domésticas, de acuerdo con datos de publicaciones especializadas.

La cancillería de Beijing acusó en su momento a Estados Unidos de promover una narrativa sobre la «amenaza de China», en lo que califica como «un intento de contención y supresión total de China».

Un artículo del periódico Global Times advirtió que esa estrategia de contención «hará más difícil solucionar los problemas domésticos de Estados Unidos» debido a su impacto en el crecimiento y la inflación.

El diálogo entre Biden y el jefe de la diplomacia de aquella nación estaría abonando el camino de un eventual cara a cara entre el demócrata y su par, Xi Jinping.

Biden invitó a Xi a San Francisco para participar en noviembre en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, lo que todavía no fue confirmado por Beijing.

Wang también sostuvo conversaciones con el secretario de Estado, Antony Blinken, y el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan.

Blinken viajó a Beijing en junio pasado, concretando igualmente la visita de más alto rango de un funcionario de la Casa Blanca a ese país desde 2018.

La intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos de China como en el tema de Taiwán; diferendos respecto a conflictos de la agenda internacional y la guerra económica contra el gigante asiático, son tópicos que contribuyeron al deterioro de unas relaciones bilaterales que la diplomacia busca recomponer.

La Casa Blanca describió como “un acontecimiento positivo” la visita de Wang Yi.

No le queda más a Estados Unidos que tratar de apagar fuegos. China es un actor global con influencia en África, Medio Oriente, América Latina, la propia Europa y tiene un papel importante el Indo-Pacífico, su escenario natural.

La matemática entonces resulta simple: el gobierno de Biden enfrenta ahora mismo dos graves conflictos, en el Medio Oriente, por la guerra de Israel contra el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y en Europa, por la de Ucrania y Rusia, así que, lo mejor es sentarse con los chinos para bajar tensiones.

(Con información de Prensa Latina)

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