Perú, la más alta mortalidad mundial por Covid-19

Limitaciones hospitalarias, la dispersión del sistema de salud y la indisciplina social, han sido causas fundamentales, señalan analistas

Lima, Perú. ‘Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal’, escribió hace cerca de un siglo el poeta César Vallejo, en su poema ‘Los nueve monstruos’, que parece un presagio de lo que sufre Perú desde que hace seis meses llegó la Covid-19.

El poema habla de los padecimientos que causa una grave enfermedad y termina con una frase de plena vigencia en Perú y el mundo: ‘hay, hermanos, muchísimo por hacer…’ lo que se aplica al campo de la salud, cuya debilidad es la principal causa de lo devastadora que es la pandemia aquí.

Siendo el país que menos recursos proporcionalmente a su Producto Interno Bruto dedica a la salud en América Latina, el virus lo encontró desarmado, con falta de hospitales, postas médicas, unidades de cuidados intensivos, equipos de respiración asistida y otros medios indispensables para enfrentarlo.

Así estaba cuando el 6 de marzo pasado, el presidente Martín Vizcarra anunció en un mensaje al país que el temible virus había llegado, en el organismo de Luis Felipe Zevallos, un piloto de aerolínea que contrajo el mal en unas vacaciones europeas.

Pocos dudan que esas limitaciones y la dispersión del sistema de salud, entre otros factores, como la indisciplina social, han sido causas fundamentales de que, a seis meses del inicio de la pandemia en su territorio, Perú tenga la más alta mortalidad mundial por Covid-19.

Hasta ayer, la cifra oficial era casi 30 mil muertes -lo que puede duplicarse o aumentar mucho más según otros referentes, como el Sistema Nacional de Difunciones-, así como 683 mil 702 contagios acumulados.

Si bien una mayoría de víctimas tenían comorbilidades como diabetes, obesidad o más de 60 años de edad, muchos de los fallecidos murieron simplemente por falta de espacios en los hospitales o en las unidades de cuidados intensivos, pese a los esfuerzos gubernamentales por adquirirlas y habilitarlas.

Muchos también perdieron la vida por no tener dinero para comprar el oxígeno medicinal -encarecido por la impune especulación de precios- que les permitiera respirar hasta que el cuerpo pudiera resistir para ser tratado y remontar el ataque de la Covid-19.

Cuando diez días después de confirmado el primer caso, el 16 de marzo, el país entró en un confinamiento de nivel nacional, con cierre de fronteras y aeropuertos y días después con toque de queda nocturno, muchos peruanos estaban convencidos de que la temprana medida los ayudaría a controlar el virus tempranamente.

La falta de efectividad de la cuarentena es atribuida por sectores neoliberales como el mayor error del gobierno, pues sostienen que la medida solo dañó la economía, con una caída del Producto Interno Bruto de 12 por ciento proyectada para este año, millones de desempleados y masivas quiebras de negocios sobre todo pequeños.

Desde la visión de las fuerzas progresistas, el confinamiento fracasó debido a que, siendo 70 por ciento de los trabajadores informales, es decir precarios, y solo parte de ellos beneficiarios de insuficientes subsidios, tenían que salir a buscarse la vida, quebrando el objetivo de evitar contactos para impedir contagios.

El Movimiento Nuevo Perú y el Frente Amplio, señalaron que, así como dedicó miles de millones de dólares a apuntalar a las empresas, favoreciendo sobre todo a las más grandes, el Gobierno debió dar una renta universal para que la población subsista al menos durante tres meses sin necesidad de romper la cuarentena.

En el plano médico, hay quienes critican la falta de seguimiento temprano a los primeros contagiados y sus familias y contactos, para frenar la expansión de la enfermedad.

También se cuestiona el uso de pruebas serológicas de diagnóstico en mucho mayor medida que las moleculares, de resultados más precisos, lo que se está corrigiendo desde hace unas semanas.

El Colegio Médico propone ‘cuarentenas focalizadas’ en barrios o zonas de Lima, la más poblada y la más infestada, y la medida rige en el interior en cuatro regiones y más de cuarenta provincias integrantes de otras regiones.

El exministro de Salud Óscar Ugarte declaró al diario La República que la cuarentena nacional inicial y otras medidas de distanciamiento social, no resultó efectiva porque 72 por ciento de la población vive del trabajo cotidiano en las calles.

Agregó a ello la extrema debilidad del sistema de salud, tradicionalmente postergado en la asignación de recursos y ante el panorama descrito ‘la vacuna aparece como una esperanza en nuestro país y en el mundo’ pero todavía para el año próximo.

Ugarte plantea que hasta entonces hay que evitar nuevos contagios y sobre todo nuevas muertes con el máximo esfuerzo del Gobierno y de la ciudadanía en la prevención y en los tratamientos y en el fortalecimiento del sistema de salud.

‘Pero también es una obligación ética diseñar un nuevo país, democrático y sin las inequidades actuales; así como el nuevo sistema de salud que el Perú necesita, fortalecido y unificado’, lo que implica cambios profundos, apunta.

(Con información de Prensa Latina)

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