Masivas marchas y huelga feministas en España

«Si paramos nosotras, se para el mundo», las protestas se notaron en la universidad y también en sanidad, prensa y política…

Por segundo año consecutivo, este viernes 8 de marzo las calles de España se tiñeron de morado con una «huelga feminista» y manifestaciones masivas en numerosas ciudades del país ahora que la causa se convirtió en batalla política a pocas semanas de las elecciones legislativas del 28 de abril.

Más de 350 mil personas en Madrid, 200 mil en Barcelona, decenas de miles en grandes ciudades como Valencia, Bilbao o Sevilla… Ríos de gente acudieron a los cientos de marchas convocadas al culminar una jornada de huelga y paros laborales que, según el sindicato UGT, siguieron 6 millones de personas.

Convocadas bajo el lema «Si paramos nosotras, se para el mundo», las protestas se notaron principalmente en la universidad, pero también en la sanidad, la prensa o la política.

En la norteña región del País Vasco, el Parlamento regional tuvo que suspender la sesión por falta de cuórum ante la ausencia generalizada de sus diputadas.

Y en la marcha de Madrid, participó la vicepresidenta del gobierno Carmen Calvo y otras integrantes del ejecutivo de Pedro Sánchez, conformado por una mayoría de mujeres.

Reclamando igualdad real, especialmente en el plano laboral, y protestando contra la violencia machista, una multitud de mujeres pero también hombres recorrió el Paseo del Prado y la Gran Vía, dos emblemáticas calles de la capital española.

«Todavía hay que luchar contra micromachismos en el día a día», aseguraba Gemma Martín, de 45 años, que acudió a la marcha con sus dos hermanas, todas con el rostro pintado de morado.

A 650 km de distancia, en Barcelona, la universitaria Laia Rosas, de 20 años, compartía el diagnóstico.

«Ha habido un boom feminista y la gente se empieza a dar cuenta (…), hay más consciencia pero todavía queda mucho por hacer», aseguraba junto a tres compañeras de estudios.

Manifestaciones similares se reprodujeron alrededor del mundo en este 8 de marzo. En Grecia se realizó por primera vez un paro de tres horas en numerosas administraciones y en Francia miles de personas se congregaron en diferentes ciudades.

En Estambul, la policía turca lanzó gases lacrimógenos contra miles de mujeres reunidas en el centro de la ciudad a pesar de la prohibición de manifestarse.

El feminismo en la agenda

En España, el objetivo era repetir el histórico éxito del año pasado, cuando millones de personas participaron en una inédita huelga feminista y en las marchas del 8 de marzo.

Desde entonces ha habido un cambio de gobierno, materializado en un gabinete socialista con más mujeres que hombres, y el feminismo, desde distintos enfoques, se ha consolidado como un tema político de primer orden.

Sin embargo, el país acusa una brecha salarial del 14,2% entre hombres y mujeres (dos puntos por debajo de la media europea, según Eurostat) y la violencia machista sigue matando a mujeres: 47 el año pasado, y al menos 975 en total desde 2003.

«Hace falta que a las mujeres se nos vea, porque hay mucho trabajo que hacer todavía» y «el poder real no está en las mujeres», dijo la conservadora Ana Pastor, presidenta de la cámara baja del Parlamento.

«Solo desde el feminismo alcanzaremos una democracia plena», tuiteó el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, quien ha apostado de lleno por esta causa para continuar en el poder.

Emerge una ultraderecha antifeminista

Sin embargo, no todo es consenso. La prueba, la contramanifestación convocada el domingo próximo en Madrid por la «Women of the World Global Platform», que aglutina a organizaciones católicas y antiabortistas, frente al «feminismo rancio» de la izquierda.

En las marchas no participaron ni el conservador Partido Popular (PP), descontento con el manifiesto que arremetía contra la derecha, ni el ultraderechista Vox, que ha emergido en los últimos meses con un discurso muy agresivo contra este movimiento.

Esta formación es contraria a la ley de lucha contra la violencia de género, al aborto y, en general, contra lo que tacha de «feminismo supremacista».

Unos postulados que enervaban y asustaban a partes iguales a algunas manifestantes: «Realmente da miedo porque nos quieren llevar 40 años atrás», lamentaba Amelia León, jubilada de 69 años en Barcelona.

Pero por eso «estamos aquí (…) para defender lo que hemos conseguido y algunos nos quieren quitar», insistió.

(Con información de AFP)

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