Suelen ocultarse los trastornos de la conducta alimentaria

Quienes los padecen tienen una imagen distorsionada de su cuerpo, llevan una alimentación caótica y pueden llegar a la inanición

En México la proporción de adolescentes en riesgo alto de tener un trastorno de la conducta alimentaria es del 1.6 % (2 % en mujeres y 1.2 % en hombres), de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) Continua 2022.

Sin embargo, estos padecimientos “suceden con más frecuencia de lo que estadísticamente se reporta, porque suelen ocultarse”, afirma Martha Georgina Ochoa Madrigal, académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

Con motivo del Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria –que se conmemora hoy 30 de noviembre– la experta universitaria indica que en el mundo estos padecimientos son más frecuentes entre las mujeres, pero igual de graves cuando lo presentan los hombres.

“Antes se decía que eran pacientes de entre 14 y 18 años, pero yo he atendido a jóvenes desde los 12 años o menores, es decir, se está presentando a edades más tempranas”, agrega la también jefa del Servicio de Psiquiatría, Paidopsiquiatría, Neuropsicología y Psicología del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, del ISSSTE.

El más común de estos trastornos es la anorexia, agrega. “Detectamos los mismos síntomas en hombres y mujeres y cuando alguien los padece, su vida y la de su familia cambia por completo”.

No se sabe a ciencia cierta qué los detona, pero muchos pacientes refieren que en un momento determinado de su vida pasó una situación o alguien les dijo que estaban obesos o tenían sobrepeso y esa idea se instaló en su mente.

Otro síntoma es que las personas tienen una distorsión de su propia imagen corporal: pueden estar muy delgados y ellos se perciben y sienten gordos. También suelen llevar una alimentación muy caótica: a veces comen una sola cosa, otras veces nada y aunque estén delgados, siguen pensando que se ven gordos hasta llegar al punto de la inanición, que es lo que produce la severidad del padecimiento.

“Puede ser que su organismo ya no responda físicamente y lleguen a la muerte. Ésta es la gravedad de los trastornos de la conducta alimenticia (TCA), si no se atienden a tiempo sí se pone en riesgo la vida”, alerta la especialista.

Quienes presentan alteraciones físicas, hormonales, y/o cardíacas requieren ser hospitalizados, pues sus defensas bajan y pueden presentar arritmias, infecciones, entre otras complicaciones. “A veces tenemos que recurrir a darles alimentación y soluciones parenterales –líquidos a través de la sangre– para que mejoren su condición física”, señala.

Además, las personas con estos padecimientos también suelen tener comorbilidad de depresión, ansiedad e ideas suicidas, lo que hace más difícil su tratamiento, remarca Ochoa Madrigal.

Otro trastornos de la conducta alimenticia (TCA) es la bulimia que consiste en vomitar lo que se come, después de tener atracones tras largos periodos de ingerir poco alimento. “Está muy normalizado como una forma de controlar el peso”, explica la académica.

Muchas de estas personas pueden estar a dieta, pero de repente no controlan su impulso por comer y se dan atracones cuando nadie los ve.

“Pueden durar horas comiendo por todo lo que no ingirieron en un tiempo y estos periodos de atracón son los que hacen que aumenten de peso; se vuelve un círculo vicioso porque tienen que dejar de comer, vomitar, tomar laxantes o hacer algo para bajar de peso”, detalla.

A la lista se suma el trastorno de pica consistente en el deseo de comer productos inadecuados como puede ser cal, cabello o papel, entre otros. “Aquí interviene la carencia de algún nutriente, a veces se les manda con el nutriólogo para regular su ingesta con complementos alimenticios, pero debe tratarse como los otros desórdenes”, añade.

Atención multidisciplinaria
La atención de los pacientes con TCA debe ser por parte de un equipo multidisciplinario y estar encabezado por un psiquiatra especializado en niños y jóvenes. Se les puede brindar psicoterapia, farmacoterapia y apoyo de nutrición, para enseñarle a comer adecuadamente y controlar su peso.

La especialista indica que también se debe incluir terapia de familia, pues sus padres y hermanos influyen en sus comportamientos.” A veces encontramos antecedentes de obesidad en la familia, alcoholismo, depresión, entre otros”, finaliza.

(Con información de Gaceta UNAM)

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