Plaguicidas prohibidos causan mutaciones en ADN

‘Celebra’ México Día Internacional de No Uso de 140 agroquímicos prohibidos en otros países, pero que sí se utilizan en el país

El martes 3 de diciembre en México ‘celebramos’ el Día Internacional del No Uso de Plaguicidas con 140 agroquímicos prohibidos en otros países, pero que se asperjan en campos agrícolas del país, sobre todo de Sinaloa.

El PAN Internacional (Pesticide Action Network) estableció este día para exhortar a la población a que reflexione y tome conciencia sobre la grave crisis ambiental y problemas de salud que causa el uso de plaguicidas.

Se rememora también a las más de 16 mil personas fallecidas por la catástrofe de Bophal, India, ese 3 de diciembre en 1984, cuando se escaparon 27 toneladas de metil isocianato, gas tóxico utilizado en la fabricación de un plaguicida.


Afectan plagas al 40% de cultivos

Las plagas —dice María del Carmen Martínez Valenzuela, doctora en ciencias por la UNAM— están cambiando su comportamiento por el Cambio Climático. Algunas que aparecían en ciertas estaciones, han recorrido sus ciclos de reproducción, afectando los cultivos: “40 % se pierden por plagas que están encontrado nuevos nichos ecológicos que les permiten prosperar”.

Para el manejo y el control de esas plagas se ha privilegiado el uso plaguicidas, señala la investigadora de la Universidad Autónoma de Occidente (UAdeO)

Los plaguicidas, para la FAO, son sustancias o mezcladas destinadas a destruir plagas, incluyendo vectores de enfermedades para el ser humano y para algunos animales.

Para la OMS son compuestos químicos altamente peligrosos, ya que su toxicidad aguda muy alta o su toxicidad crónica tienen un impacto muy adverso para el ambiente y la salud humana.

Actualmente hay una preocupación global por el aumento de productos químicos utilizados en la agricultura y por la práctica persiste de asperjar plaguicidas vía aérea en zonas rurales y urbanas.

Aspersión dañina

En su estudio Plaguicidas e impacto en la salud humana: caso Sinaloa, Martínez Valenzuela ha documentado —mediante diversas metodologías y diferentes matrices biológicas como sangre y mucosa bucal— la afectaciones que causan los plaguicidas asperjados vía aérea en los enormes campos de cultivo de ese entidad.

Los plaguicidas no sólo contaminan el ambiente, sino que afectan la salud de los jornaleros agrícolas, de los pilotos que asperjan e incluso de las poblaciones aledañas a los campos de cultivo.

La fumigación desde avionetas y la dispersión de los plaguicidas por el viento —agrega la investigadora de la UAdeO—, también mata insectos benéficos y altera otros ecosistemas.

No sólo la aspersión desde avionetas sigue siendo una de las formas más contaminantes e ineficientes para el combate de plagas, sino un riesgo genotóxico para la salud.

Martinez Valenzuela detectó un incremento significativo en la frecuencia de daño a la información genética, lo cual eleva el riesgo de afectaciones a la salud de la población (jornaleros agrícolas, madre-hijo, niños de diversas edades, incluyendo neonatos), así como al ecosistema en general.

Un pueblo asperjado

Plaguicidas que en otros países están prohibidos porque causan problemas a la salud y al ambiente, como el DDT, la atrazina, el bromuro de metilo y el glifosato, en México esta autorizado su uso para controlar enfermedades y plagas en los cultivos.

“La lista es larga. Son 140 prohibidos”, dice la doctora Martínez Valenzuela.

En Sinaloa, gran exportador de productos agrícolas y con millones de hectáreas de cultivo por ciclo agrícola, se utilizan mezclas complejas de compuestos químicos para combatir enfermedades recurrentes y plagas.

Aunque existe una normatividad para el uso de avionetas para aspersión, no es respetada. Siendo un valle Sinaloa, “las aspersiones llegan a distancias inimaginables”. Como están al aire libre, contaminan los cuerpos de agua que alimentan la red potable en esa región

No sólo es grave la contaminación de mantos freáticos superficiales, sino también la de zonas habitadas, por su mínima cercanía con las áreas de cultivo. En fechas recientes hubo intoxicaciones agudas en un kínder.

La situación empeora por la quema tanto de los residuos de la poscosecha de la soya, como de los plásticos que se usa en la agricultura protegida. En los invernaderos se utilizan acolchonados de plástico para ciertos cultivos.

Todo esto, sostiene Marínez Valenzuela, convierte a Sinaloa en un pueblo asperjado. Desafortunadamente, México no tiene como Europa médicos especializados para atender pueblos asperjados.

Daño a ADN y cáncer

Los daños en el ser humano por los plaguicidas tienen distintas formas de manifestarse y diferentes impactos en el organismo. Causan, por ejemplo, problemas cognitivos y conductuales, neurotoxicidad, inmunosupresión, esterilidad, daño renal y cáncer, según diversos estudios.

Sinaloa es líder en horticultura y producción de granos en México, pero lamentablemente también en “aspectos de cáncer”, apunta Martínez Valenzuela, jefa del Laboratorio de Genotoxicidad de la UAdeO.

Al monitorear a los pilotos de avionetas que asperjan plaguicidas, encontramos mutaciones de tipo cancerígeno. “Muchos, lamentablemente, ya tienen problemas de cáncer en esófago y en pulmón”.

Hemos evidenciado el daño que causan los plaguicidas. Otro ejemplo: en muestras de cordón umbilical de niños nacidos en hospitales del sector salud e hijos de mujeres que habitan en tierras aledañas a las zonas agrícolas, en el 5% se encontró daño genotóxico.

Neonatos presentaron frecuencias elevadas de daño a ADN y niveles altos de estrés oxidativo, así como mutaciones de genes relacionados con cáncer. Asimismo, al menos de 9 a 20 metabolitos de plaguicidas fueron identificados en plasma sanguínea de recién nacidos.

Martínez Valenzuela ha llevado los resultados de sus estudios a distintas instancias estatales, en busca de una solución, de un cambio en políticas públicas, de que la normatividad se aplique y se sancione a quien no la acate, para que haya buenas prácticas agricultoras.

Para un manejo integrado de plagas y enfermedades de las plagas, dice finalmente, se debe tener un enfoque ecosistémico que combine diferentes estrategias y prácticas de manejo para producir cultivos saludables y se minimice el uso de plaguicidas.

(Con información de Gaceta UNAM))

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