La dieta modifica la población de bacterias intestinales

En Tanzania, no lejos del Serengueti, viven los hadza, una comunidad de aproximadamente 1300 personas. Para ser un grupo tan pequeño, atrae mucha la atención de los científicos.

La mayoría de los hadza solo se alimentan de los animales que cazan, además de miel, moras y otros pocos alimentos silvestres. Durante el 95 por ciento de la historia de nuestra especie, no hubo otro modo de vida.

Así que los hadza han sido estudiados muy de cerca para buscar pistas sobre el modo de vida de un pueblo cazador-recolector: cómo encuentran la comida, cuánta energía utilizan e incluso cuánto duermen.

Recientemente, los científicos describieron otra característica excepcional de los hadza. Su flora intestinal —las bacterias que viven en sus intestinos— sigue un predecible ciclo anual.

Algunas especies bacterianas desaparecen por completo y después reaparecen, con un ritmo que quizá refleja los cambios regulares en la dieta de los hadza. Esos cambios drásticos en las bacterias intestinales son raros en la gente que vive en las sociedades industrializadas.

No tenemos ni siquiera una idea de qué hacen estos microbios estacionales”, dijo Justin Sonnenburg, microbiólogo en la Universidad de Stanford y autor principal de la investigación.

Cada uno de nosotros tenemos cerca de 30 billones de bacterias que pertenecen a miles de especies. Sonnenburg espera que al comparar las floras (microbiotas) de los cazadores-recolectores con los de la gente de distintos grupos sociales, los científicos podrán aprender sobre el modo en que la dieta influye en su composición.

Conforme las sociedades adoptan la dieta occidental, sus microbiotas pueden cambiar y alterar su salud. “Debemos considerarnos como organismos compuestos, con partes humanas y partes microbianas”, dijo Sonnenburg.

Hasta hace poco, los microbiólogos habían estudiado principalmente las floras de la gente que consume una dieta occidental. Ahora están ampliando su investigación.

En 2013, Stephanie Schnorr, quien en ese entonces era alumna de posgrado en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, comenzó el primer estudio de la microbiota de los hadza.

Durante una reunión con los líderes de la comunidad, ella y sus colegas les explicaron su plan: tomar muestras fecales y estudiar sus microbios en un laboratorio.

“Uno de los hombres mayores del campamento dijo: ‘Bueno, si se lo damos al suelo, ¿por qué no dárselo a ella?’”, recordó Schnorr, quien ahora es investigadora de posdoctorado en la Universidad de Oklahoma.

La investigadora extrajo ADN de los microbios de 27 hadza y los comparó con muestras obtenidas de gente de Boloña, Italia. En 2014, ella y sus colegas informaron sobre algunas diferencias asombrosas.

Los investigadores descubrieron que los hadza albergaban una diversidad mucho mayor de especies microbianas intestinales que los italianos, además de que había diferencias fundamentales entre las especies que hospedaban. Algunas que eran muy comunes entre los hadza eran raras o inexistentes entre los italianos.

El estudio generó muchas preguntas sobre los factores que determinan las especies que viven en un grupo de gente en particular.

En 2013, Jeff Leach, investigador visitante en el King’s College de Londres, comenzó a trabajar con el Instituto Nacional de Investigación Médica de Tanzania para recolectar muestras fecales de los hadza en cuatro ocasiones durante un año.

Algunas muestras se tomaron durante la temporada seca de Tanzania, otras durante la temporada de lluvias. Sonnenburg supervisó el análisis de las muestras de 188 hadza. En ese estudio, publicado en la revista especializada Science, él y sus colegas informaron sobre fuertes fluctuaciones en la composición de las bacterias intestinales.

Algunas especies eran más comunes durante una temporada que en otra, y otras simplemente desaparecían del todo. Una comparación de estas muestras con las tomadas por Schnorr confirmaron que las fluctuaciones seguían un ciclo regular.

“En términos de la estructura de la microbiota de los hadza, podemos decir que tenemos conocimientos bastante sólidos”, dijo Schnorr. No obstante, el descubrimiento de un ciclo estacional es nuevo con respecto a cualquier microbiota humana.

Los investigadores ya sabían que la composición de las bacterias intestinales puede cambiar rápidamente. “Un cambio abrupto en la dieta ocasionará un cambio abrupto en la microbiota intestinal, después de uno o dos días”, dijo Sonnenburg.

Sin embargo, nadie había documentado un ciclo a largo plazo y predecible para especies intestinales entre un grupo de gente saludable que realiza su vida diaria con normalidad.

Sonnenburg especuló que la dieta de los hadza determina la composición de estas comunidades bacterianas. A lo largo del año, los hadza recolectan frutos de los árboles baobab.

Sin embargo, en la temporada seca, también escarban la tierra en busca de tubérculos y comen mucha carne, porque es más fácil cazar animales en un paisaje adusto. En temporada de lluvias, buscan moras y recolectan miel de los panales.

En el nuevo estudio, Sonnenburg y sus colegas también compararon la microbiota hadza con los de otras personas de 17 grupos sociales, como los estadounidenses citadinos y los yanomami de la selva del Amazonas.

La microbiota hadza se parece más al de aquellos que viven en sociedades tradicionales y menos a los de sociedades industrializadas. Los investigadores encontraron que las especies que distinguen más a los hadza de las sociedades industriales son aquellas que son más estacionales.

Las familias de especies bacterianas que muestran un cambio más drástico en los intestinos de los hadza son extremadamente raras en los países desarrollados. Los investigadores no saben cuál es la razón.

“Es una gran pregunta”, dijo Schnorr.

Los hadza pueden dar pistas sobre cómo era la microbiota en otras sociedades antes de que las dietas se trasformaran gracias a la agricultura moderna y la industria. El azúcar refinado y otros alimentos nuevos, por ejemplo, podrían haber favorecido a un nuevo grupo de microbios intestinales sobre otros grupos que se alimentaban de fibras vegetales resistentes.

Una vez que la gente comenzó a ingerir el mismo tipo de alimentos durante todo el año, la pérdida de estaciones podría haber significado la pérdida de algunas especies de bacterias ancestrales.

Estamos en un estado extraño y perturbado en el que muchos de los microbios con los que coevolucionamos no están preparados para florecer”, especuló Sonnenburg.

Al comparar las microbiotas de todo el mundo, Sonnenburg dijo que podría ser posible entender cómo los microbios intestinales relacionados con la industrialización afectan la salud humana. Por ejemplo, tiene la hipótesis de que podrían estar causando inflamación crónica.

En su nueva investigación, los investigadores descubrieron que los microbios intestinales de los estadounidenses producen más enzimas conocidas como mucinas, comparados con los microbios de los hadza. Las mucinas les permiten a las bacterias recolectar carbohidratos provenientes de nuestros intestinos en lugar de obtenerlo de las fibras vegetales.

¿El resultado? “Si no alimentas a tu microbiota intestinal con fibra a través de tu dieta”, dijo Sonnenburg, “tu microbiota intestinal se está alimentando de ti”.

(Con información de The New York Times)

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