La Covid-19 marca la salud mental de quienes la padecen

Pocos estudios aún pero hay daños por el confinamiento como por afecciones neuropsiquiátricas que se han detectado

La pandemia por la Covid-19 ha dejado secuelas no sólo en la salud física evidente, sino que también ha marcado la salud mental de quienes la han padecido, tanto por el confinamiento como por afecciones neuropsiquiátricas que se han detectado aunque, desafortunadamente, hay poca investigación al respecto, comentó Semíramis Zaldívar Ramírez, de la Facultad de Psicología (FP).

“La Covid es una infección que inflama el sistema inmune del cuerpo, y hay una inflamación en el cerebro, así como el involucramiento de ciertas zonas de éste que modifican nuestro estado de ánimo. Además, el contexto en el que estamos viviendo exacerba estas emociones. Así que se ha visto que dicho coronavirus genera secuelas a nivel mental”, advirtió.

Al ofrecer la charla Control de la Ansiedad y la Tristeza durante la Pandemia, la estudiante de la maestría en Psicología en Adicciones señaló que estudiantes y trabajadores de la UNAM han acudido a los servicios de apoyo que ofrece la Facultad de Psicología, principalmente para el manejo de estrés y ansiedad.

En su primer informe de labores al frente de la Facultad de Psicología, María Elena Medina-Mora Icaza reportó que la Coordinación de Centros de Formación y Servicios Psicológicos ofreció atención mediante sus diferentes centros a seis mil 279 personas vía remota, incluyendo comunidad UNAM y público en general, lo que se traduce en más de 32 mil sesiones de atención de una hora o más.

Es decir, se dio consejería y/o intervención sobre síntomas y conductas asociadas a depresión, ansiedad, duelo, trastornos conductuales, consumo de sustancias, indicadores de violencia, autolesiones y suicidio, así como casos relacionados con la Covid-19.

En tanto, Zaldívar Ramírez compartió parte de su experiencia al participar en las Sesiones Académicas y Clínicas, organizadas por la Coordinación de Centros de Formación y Servicios Psicológicos de la FP, en las que presentó el tipo de apoyo que dan, en este caso, con un alumno de la Facultad de Economía quien presentaba pensamientos rumiantes, la sensación de dificultad para respirar, palpitaciones y una tendencia a morderse constantemente los dedos y los labios.

La también terapeuta del Centro de Servicios Psicológicos Doctor Guillermo Dávila explicó que parte del origen de este problema fue la Covid-19 que rápidamente ha transformado cómo vivimos y, tras el confinamiento, la forma en la que nos relacionamos también cambió de forma drástica.

Hay una inflamación en el cerebro, así como el involucramiento de ciertas zonas de éste que modifican nuestro estado de ánimo”

Semíramis Zaldívar, Facultad de Psicología

Otros factores psicológicos estresantes

La integrante del programa Héroes Universitarios detalló que los temores a la enfermedad, la muerte y la incertidumbre del futuro son factores estresantes psicológicos significativos para la población, así como el aislamiento social resultante de la pérdida de actividades educativas y laborales estructuradas.

En el caso presentado, Zaldívar Ramírez trabajó con el estudiante en mejorar la respiración, la cual no cura la situación de estrés, pero ofrece un alivio para manejarlo; restablecer su higiene del sueño; incorporar la actividad física; realizar tres comidas al día, así como reactivar la red social (de forma virtual); además de un trabajo psicopedagógico en relación con que él no puede o debe controlar las discusiones familiares, si enferma o no de la Covid y tampoco es sólo culpa suya la ruptura con su novia.

Para recuperarse, enfatizó, el paciente tuvo que aprender a controlar las emociones, porque si no hay un manejo del enojo o el llanto se puede generar más estrés, por lo que es necesario alejarse para controlar la emoción inicial. De esta forma se puede comunicar mejor lo que molesta o enoja de los otros y tratar de llegar a acuerdos.

“Entre las pautas que indica esta sección de habilidades se encuentran mantener la calma, usar un tono de voz mesurado, suavizar los gestos de cara y manos, controlar cómo se va a expresar, las palabras a utilizar, así sea la ansiedad más leve o moderada. Antes de partir a habilidades de comunicación se tiene que controlar la emoción con actividades alternativas, como respiración diafragmática”, recomendó Zaldívar Ramírez.

(Con información de Gaceta UNAM)

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