Edulcorantes son un claro factor de riesgo de diabetes

El consumo de varios endulzantes a largo plazo podría llevar a que el páncreas pierda la capacidad para producir insulina

El consumo de edulcorantes a largo plazo podría acelerar el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2, según un estudio realizado en el Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga” por el doctor Galileo Escobedo, tutor en el Posgrado de Ciencias Biomédicas de la UNAM.

Hay dos tipos de edulcorantes: 1. artificiales como la sucralosa y 2. naturales como el stevia. Una se obtiene por la cloración del azúcar común y la otra de una planta que crece en Uruguay llamada Stevia rebaudiana. Son 600 y 300 veces más dulce que la sacarosa.

Creados como alternativas al azúcar para pacientes con obesidad y/o diabetes, estudios de Escobedo en humanos han demostrado que su consumo fuerza el funcionamiento del páncreas. “Cuando el edulcorante entra al organismo aumentan los niveles de insulina”.

Eso demostró un estudio de Escobedo, investigador del Hospital General de Mexico, en 120 sujetos sanos, todos jóvenes (entre 25 y 35 años), de ambos sexos, sin obesidad ni resistencia a la insulina.

Divididos en tres, al grupo placebo sólo se le dio agua; al segundo y al tercer grupo, 48 mg y 96 mg de sucralosa en 60 ml de agua, durante 10 semanas.

Después se les hizo una prueba clínica (curvas de tolerancia oral a la glucosa) para estimar el nivel de resistencia a la insulina.

El resultado: en comparación con el grupo placebo, quienes habían consumido sucralosa tenían mayores niveles de azúcar y de insulina en sangre; “más los del grupo 96 que los de 48 mg”.

Receptores del sabor dulce

¿Por qué, si no habían consumido azúcar? ¿Por qué si los edulcorantes no son azúcar?

Estudios UNAM-Facultad de Medicina/Hospital General de México, realizados en animales y humanos, mostraron que en el páncreas —como en la lengua— hay receptores del sabor dulce, llamados T1R2 y T1R3.

Mostraron también que solo 7 por ciento de sucralosa se absorbe y que “esa pequeña cantidad”, apunta Escobedo, al unirse a esos receptores del páncreas promueve la liberación de insulina.

“No es en respuesta a la glucemia sino un efecto directo sobre los receptores pancreáticos, los que hacen que este órgano produzca más insulina”.

A la larga, explica Escobedo, el consumo de edulcorantes podría causar estrés y apoptosis de las células beta y, por tanto, pérdida de su capacidad para producir insulina, como ocurre en un paciente con diabetes.

La llave y la cerradura

La insulina funciona como una llave que abre las células para que la glucosa se incorpore a ellas y el nivel de azúcar en sangre sea normal.

En el paciente con diabetes con resistencia la insulina en etapa avanzada, las células beta producen insulina que no es reconocida “como esa alegoría de llave y cerradura” por las células blanco del tejido músculo esquelético, del hígado y del tejido adiposo.

Al no ser reconocida la insulina, la glucosa no entra en esas células. Se eleva entonces el nivel de azúcar en la sangre. El páncreas produce más y más insulina, pero no se reduce la glucosa. Ese estrés del páncreas sostenido durante 10 a 15 años, lleva a que entren en apoteosis las células beta y dejen de producir insulina.

“Cuando el paciente debuta con diabetes tipo 2 es porque produjo tanta insulina que después ya no puede producir más. Es como si se agotara la función del páncreas”.

Consumo no inocuo

El consumo de edulcorantes a largo plazo no es inocuo, ya que al forzar la capacidad del páncreas para producir insulina, podría aumentar la incidencia de diabetes en la población.

La gente —puntualiza Galileo Escobedo— consume mucho más edulcorantes en un día que la dosis administrada en el estudio. 48 mg de sucralosa es lo que contiene una bebida ligth de 500 ml. Sin embargo, hay quien consume más de una de estas bebidas. Eso sin contar galletas y yogurt ligth, así como otros productos que contienen sucralosa y stevia.

Por esta razón, lo más recomendable es tomar agua pura y consumir azúcares en forma de frutas, verduras y cereales, fomentando este tipo de hábitos en niñas y niños. De otra manera -–concluye Escobedo— la pandemia de obesidad y diabetes seguirá acortando la calidad de vida de las y los mexicanos, un problema en el que ni los azúcares refinados ni los edulcorantes contribuyen de forma positiva.

Cabe mencionar que el estudio fue apoyado por el Fondo Sectorial de Salud y Seguridad Social del CONACyT.

(Con información de Gaceta UNAM)

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