Correr cansa de modo distinto a hombres y mujeres

A través del análisis de 92 mil participantes de maratón, un estudio reciente demuestra que las mujeres son «mejores» en controlar y establecer su propio ritmo, es decir, un 11.7% de las mujeres hizo la segunda media más lenta que la primera, mientras que en los hombres la cifra asciende a 15.6%.

La pregunta es: ¿por qué? Dos de los autores de ese estudio exponen diferentes puntos de vista en cuanto a las diferencias sexuales en la fatiga, la competitividad y el rendimiento deportivo.

En primer lugar, el psicólogo Robert Deaner, de Grand Valley State University, ha escrito un interesante ensayo dando una visión general de su investigación a partir de los últimos años, titulado «Las carreras de larga distancia son un laboratorio perfecto para investigar si los hombres son más competitivos que las mujeres.”

La investigación de Deaner sigue varias líneas diferentes de razonamiento. Por ejemplo, como el estudio de maratón mostró, las mujeres tienden a ralentizar menos que los hombres, lo que sugiere que los hombres son más propensos a optar por un «ritmo competitivo arriesgado”.

Entre los corredores universitarios, incluso en los niveles más altos, las mujeres tienden a entrenar un poco menos y centrarse más en sus estudios. Y la participación, sobre todo en pruebas en pista donde la competición es vital, es mayoritariamente masculina.

¿Qué causa estas diferencias? Una posibilidad, señala Deaner, es que «la diferencia sexual en la competitividad refleja, al menos en parte, las predisposiciones innatas que evolucionaron en respuesta a los diferentes retos que enfrentan hombres y mujeres durante nuestra historia evolutiva”.

¿Pero podría haber otras explicaciones? Sandra Hunter, de la Universidad de Marquette, centra su argumento en las diferencias fisiológicas reales entre hombres y mujeres. Remarca que cada célula del cuerpo tiene un sexo, que se codifican en sus cromosomas, y esas diferencias se manifiestan en todo el cuerpo. Los hombres, por ejemplo, tienen más masa muscular, corazones más grandes, más hemoglobina, y menos grasa corporal.

Lo que fue sorprendente para mí es la gran cantidad de investigaciones que sugieren que las mujeres tienden a fatigarse menos que los hombres.

Hunter lo documenta en un ensayo de fisiología donde reunió a un grupo de personas para llevar a cabo una contracción muscular en un porcentaje determinado de intensidad y, a continuación, pidió que lo repitieran una y otra vez.

La fuerza de los hombres fue la que disminuyó en primer lugar. Por supuesto, los hombres empezaron con una fuerza inicial más alta, porque son más fuertes, por lo que puede tener algo que ver.

Curiosamente, las diferencias en la fatigabilidad varían en función de las demandas específicas de la tarea, Hunter y su equipo hicieron un estudio con personas que tenía que hacer contracción de los flexores del codo, al 20% de su máximo mientras que realizaban una tarea cognitiva.

Cuando la tarea era simple (contando hacia atrás en incrementos de uno), los hombres y las mujeres reaccionaban igual; cuando era más complicado (contando hacia atrás en incrementos de 13 a partir de un número de cuatro dígitos), las mujeres se fatigaron más rápidamente que los hombres.

¿Cuál es la conclusión de todo esto?

En primer lugar, es que hay diferencias fisiológicas en la fatiga entre hombres y mujeres.

En segundo lugar, es que estamos muy lejos de la comprensión de estas diferencias. Hunter también señala que las aparentes diferencias podrían estar sesgadas por el hecho de que hay muchos más estudios de hombres que de mujeres; al igual que nuestra percepción de las diferencias entre hombres y mujeres en los resultados de las carreras pueden estar condicionados por los números bajos de participación en muchas categorías femeninas.

Lo que nos lleva de vuelta a los argumentos de Deaner. ¿Las tasas de participación son consecuencia de las diferencias entre hombres y mujeres subyacentes en la competitividad, o un factor de confusión?

Simplemente no lo sabemos. En lo que sí estoy de acuerdo con Deaner es en que las carreras pueden ser un interesante laboratorio para estudiar las diferencias entre hombres y mujeres, pero que tenemos que ser cuidadosos para entender todos los factores que pueden afectar a los datos.

(Con información de El Universal)

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