La encrucijada chiapaneca en la elección de gobernador

Chiapas históricamente ha tenido muchos infortunios, pero ya se ha señalado, que el infortunio mayor se encuentra en haber sido gobernado en los últimos 18 años por personas con graves debilidades psico-emocionales.

En realidad, ni Pablo Salazar ni Juan Sabines ni Manuel Velasco estaban preparados intelectual y emocionalmente para ser el gobernador de Chiapas.

Ya se ha dicho que en Pablo Salazar hubo un mesianismo en el que se ocultaba su resentimiento y su fracaso académico al ser descubierto el fraude de un título que ostentó ilegalmente y que luego obtuvo de manera más que sospechosa, que pone en duda la trasparencia en la entrega de títulos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla..

Juan Sabines ha sido un desadaptado, al que se le dio poder a sabiendas de las debilidades que tenía.

La sucesión de poder entre Pablo y Juan fue el de una relación cuasi-enfermiza, en donde sólo a Pablo se la pudo ocurrir dejar como su heredero a Sabines y poner en manos de un desadaptado el gobierno de Chiapas, en el que actuó con una patología extrema que lo condujo a perseguir a todos aquellos que lo ayudaron y Pablo Salazar pagó en carne propia los desvaríos de su irresponsabilidad.

La personalidad de Sabines fue pública nacionalmente, que el periodista Raymundo Rivapalacio le dedicó una de sus columnas refiriéndose como “El traidor del Trópico”.

Para infortunio de Chiapas, Manuel Velasco no es la excepción en los problemas de personalidad.

Él vive en un mundo irreal, en el que no logra distinguir las diferencias entre la realidad y la ficción, y en donde su irresponsabilidad es extrema que se divierte con el caos electoral que hay en estos momentos en Chiapas.

Eso lo evidencia como una persona indiferente a lo que sucede a su alrededor y lo inhabilita para tomar decisiones de gobierno.

Lo verdaderamente lamentable para Chiapas es que estos tres últimos gobernadores están convencidos de que realizaron un extraordinario papel como gobernantes y todavía pretenden influir en la vida política de la entidad.

La situación económica y social de Chiapas es grave y no se ven visos que estas condiciones puedan llegar a mejorar, a menos de que en los próximos seis años se tomen una serie de decisiones eficaces y se implementen políticas de mejora del entorno, que permitan tener una tasa de crecimiento económico sostenido superior al 6% anual. Algo que en realidad parece poco probable.

(La contienda electoral se redujo a tres candidatos: Rutilio Escandón, por Morena; Roberto Albores Gleason, por el PRI; y José Antonio Aguilar Bodegas, por el Frente).

Lo que está en juego es el futuro de Chiapas, pero eso se trasladó a un segundo término y se apuesta al voto del hambre, se juega a dejar una decisión crucial para la entidad en manos del sector con mayor vulnerabilidad, que no tiene conciencia de lo que significa el voto.

(Con información de José Adriano Anaya, vía Diario Contra Poder en Chiapas)

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