Chiapas, bajo el gobierno de los peores y los ladrones

En su gobierno, el expresidente José López Portillo advirtió, que lo peor que podía sucederle a México era convertirse en un país de cínicos. Esta profecía en Chiapas nos alcanzó, como si hubiera sido el destino manifiesto.

Durante años los políticos en Chiapas han caminado sobre el sendero del cinismo. Por ejemplo, el exgobernador Roberto Albores Guillén fue denunciado por su sucesor Pablo Salazar Mendiguchía, por los excesos de corrupción durante ese gobierno de interinato y terminó encarcelando a varios miembros de ese gabinete.

Lo sorprendente, es que al final del gobierno de Salazar, Albores Guillén haya pensado que podía ser nuevamente gobernador de Chiapas y ante su fracaso, en un acto de alta traición al PRI, construyó una alianza con Pablo Salazar, e impulsaron el ascenso del peor gobernador de la historia de Chiapas, Juan Sabines Guerrero y ahora en los excesos del cinismo, busca impulsar a la gubernatura a su hijo, Roberto Albores Gleason.

Juan Sabines ganó la gubernatura por el decisivo apoyo de Pablo Salazar, quien en contubernio con Roberto Albores Guillén y otros miembros del PRI, jugaron para impedir primero, una candidatura de unidad, para luego minar la candidatura de ese partido.

Sabines durante cuatro años de su gobierno toleró que Pablo Salazar se moviera por el Estado, hasta el punto en que las ambiciones lo llevaron a imaginar que podía ser senador de la república, lo que interfería en el proyecto sucesorio del gobernador. Frente a ello, Juan Sabines terminó solicitando a la presidencia de la república el encarcelamiento de Pablo Salazar, quien pasó 18 meses en prisión, para luego ser liberado bajo un acuerdo extraño y por demás irregular.

Juan Sabines, demostró con creces que es un maestro en la práctica del cinismo; pero extraña e ilegalmente, a pesar de la corrupción documentada en las obras públicas y en una infinidad de licitaciones en su gobierno, no ha sido molestado por la instancias judiciales; ni él ni ninguno de sus colaboradores, en donde muchos de ellos a la vista de todos, en poco tiempo amasaron una gran fortuna y dejaron una enorme deuda pública, que pone en riesgo la viabilidad del futuro de Chiapas y los chiapanecos.

Sabines, a pesar de sus fechorías, extrañamente ha contado con la protección del gobierno y se le ha permitido que mantenga sus espacios de influencia, a punto tal, de que con frecuencia se señala de que Juan nunca se ha ido y continúa cogobernando. En el extremo del cinismo, algunos connotados sabinistas se vienen moviendo para preparar el retorno del exgobernador, quien tiene puestas cartas en el PAN, con Margarita Zavala y Felipe Calderón y en el PRI, con José Murat, a quien le permitió hacer jugosos negocios con la obra pública que cobró sin nunc haberla realizado y que fue el conducto para proporcionarle recursos del erario chiapaneco a la campaña del presidente Peña Nieto.

En el actual gobierno, el cinismo se practica también como actividad política. Es claro que no hay rumbo ni conducción política, pero hay un exacerbado ánimo de proselitismo político al interior de los tres poderes, que recuerda la anécdota, en la que al dueño del circo le crecieron los enanos.

Lo cierto es que a Chiapas ya no se puede continuar gobernado con el descuido que prevalece y menos mantener la opacidad que se tiene del gasto público, en el que la corrupción se mantiene como una práctica sistemática, y donde cientos de funcionarios públicos hacen ostento diario del enriquecimiento ilegal, que han tenido en este gobierno.

El cinismo, la soberbia y la indiferencia son las características fundamentales de este gobierno, en la que para desgracia de Chiapas y los chiapanecos, se combina la caquicracia con la cleptocracia: el gobierno de los peores con el gobierno de los ladrones. (Texto de José Adriano Anaya en Diario Contrapoder en Chiapas)

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