Racismo, discriminación y violencia a mujeres mayas

Dicen que Yucatán es el estado más tranquilo, pero no puede decir lo mismo quien ni siquiera tiene para la masa de su tortilla

Mérida, Yucatán.  «La violencia es un ente con muchos rostros, que a fuerza de poner en práctica hemos normalizado», sostuvo María Candelaria May Novelo, fundadora del Centro Cultural y de Derechos Humanos Casa Colibrí, en su ponencia Una realidad que golpea: las violencias y su relación con las mujeres mayas, en el marco del Encuentro por la cultura de paz, organizado por el Club Cultiva Mente AC y la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

«En un evento señalé que se gastaba mucho dinero en spots, donde se hablaba de Yucatán como el estado más seguro, cuando es una falacia.

“Que hablen los familiares de las muertas en actos feminicidas, que hablen las mujeres violentadas al interior de sus hogares, los niños y niñas abusados sexualmente, los jóvenes que son atraídos hacia procesos de alcoholismo y drogadicción. No lo somos, no nos engañemos, trabajemos para poder serlo», sostuvo.

«Si a la violencia le ponemos el indicador de género, entonces se convierte en un acto que tiene como resultado posible causarles daño a las mujeres, pero si le sumamos el indicador de origen étnico, todavía hay más factores en contra», agregó.

Afirmó que no es lo mismo ser una mujer que vive en el norte de Mérida, que una que habita en un pueblo; no se vive, ni se come, ni se viste de igual manera y no accedió a la educación de la misma forma. «Por eso mucha gente dice, Yucatán es el estado más tranquilo, pero no puede decir lo mismo alguien que está en una comunidad pequeña, cuando ni siquiera tiene para la masa de su tortilla».

Advirtió, además, que esas problemáticas que las mujeres mayas viven en las comunidades son invisibilizadas por parte del estado. «Lo que no se menciona, lo que no se escribe, es como si no existiera».

Refiriéndose a la Ley de una vida libre de violencia para las mujeres, manifestó que las instituciones no la cumplen. «Personalmente, viví procesos de violencia institucional como directora, hice mis oficios y los justifiqué con las autoridades, pero no hicieron nada».

«Me interesa visibilizar a todas las mujeres con estas características, mujeres cis, trans, lesbianas, bisexuales, porque la idea de la diversidad amorosa y sexual pareciera que es únicamente para la gente del contexto urbano, y en ese sentido vivir la orientación sexogenérica diferente a la heterosexual, también, tiene más carga de discriminación cuando se es mujer indígena».

Más adelante, habló de la discriminación de la mujer maya en otros ámbitos como la justicia, donde los procesos no son en lengua dominante, porque no hay traductores, no tienen participación en las leyes, sufren violencia feminicida; en salud, no hay médicos, y si los hay, no hay medicinas, falta de vehículos de traslado o se utilizan para otros fines, violencia obstétrica; en educación, sólo hay en maya en algunas escuelas; en el trabajo, generalmente son sólo consideradas para el doméstico; territorialmente, no tienen posibilidad de acceso a la tierra, a la lucha por el territorio, a la libre expresión, además, no son propietarias de la tierra, ni tienen acceso a beneficios financieros.

(Con información de La Jornada Maya)

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