Parque la Paz y La Peni son un ecosistema interactivo digital

Hay piezas clave diversas como las que están sembradas en el Parque de La Paz; ahí crecen árboles, luces y música

Mérida, Yucatán. El proyecto de la Peni y al Parque de la Paz no se limita a la proyección de un videomapping, ni a la instalación de pantallas interactivas, arcos y portales que detectan el movimiento. No. Es todo eso y mucho más.

Su creador, Jorge Contreras, lo define como un ecosistema interactivo digital. Él, con Irving Berlín Villafaña, director de Cultura del Ayuntamiento de Mérida, han acordado referirse a la complejidad del proyecto como el primer parque inmersivo e interactivo de América Latina. Se trata de la recuperación de un espacio público más importante en los últimos años.

Aunque el elemento más llamativo del ecosistema descrito por Contreras son los 140 metros de la fachada de la ex penitenciaría Juárez, hay otras piezas clave, como las que están sembradas en el Parque de La Paz; ahí crecen árboles, luces y música.

El alarde de tecnología que contempla el proyecto se conjuga con la riqueza natural existente en el sitio. Antes de comenzar la transformación del parque, se realizó un censo, que contó 324 árboles medianos y grandes, de los cuales 11 estaban enfermos.

Antes de que la pandemia del coronavirus detuviera el reloj, un hongo amenazaba con diezmar a los árboles de la zona; un equipo de expertos logró detener el avance de la enfermedad. Además, se plantaron 15 árboles de gran porte y 12 medianos, así como 4 mil 850 plantas chicas, medianas y grandes, incluidas guanos, arecas y palmas.

Entre las 2 mil plantas rastreras y los 3 mil metros cuadrados de pasto distribuidos en toda el área, hay 50 reflectores y 20 bocinas ambientales distribuidas estratégicamente “para mejorar la iluminación de algunos núcleos de árboles y para que el sonido del espectáculo se escuche en toda el área”, se señala en el proyecto.

Aun antes de la explosión de formas y colores de los 140 metros de la fachada de la ex peni, el sentido de la vista se sacia con la flora del parque. Sin embargo, la experiencia de la inmersión apenas empieza, y es ahí cuando entran en funcionamiento los resortes para hacer vibrar a los tímpanos.

El tema del sonido en este proyecto de parque inmersivo e interactivo es uno de los más complejos y completos, asegura Jorge Contreras. Para darle cauce al torrente de su imaginación reunió a un grupo internacional de músicos y expertos en efectos sonoros. El trabajo de todos ellos es el que ahora permite a todos los que entran al parque sumergirse y nadar entre ondas acústicas.

El tema musical general del proyecto estuvo a cargo del compositor yucateco Pedro Carlos Herrera. Él compuso una pieza original que tiene una duración aproximada de media hora; incluye elementos de la naturaleza e historia de Mérida, que permite a quien la escucha viajar en el tiempo. El alboroto de los loros al atardecer y el silbido de las palmeras de la brisa rápida, acompasados por el tañido de las campañas de la catedral.

“Los treinta minutos de la pieza compuesta por Pedro Carlos Herrera alimentan un sistema generativo y, por medio de programas de Inteligencia Artificial, se construye un bucle, siempre similar, nunca igual”, explica Contreras. Hay música las 24 horas en el Parque de La Paz.

Ramón Amezcua, alias Bostich, fue el encargado del sonido de las experiencias interactivas y del videomapping. Ramón es un referente en el país: es integrante del colectivo Nortec, pionero en México de música electrónica. ”Es el único músico mexicano que ha tocado con Kraftwerk”, añade el productor Contreras. Kraftwerk —“planta de energía”, en alemán— es la banda que revolucionó al mundo del sonido con su música electrónica.

”Otro de los que participan en este proyecto es el sensei Makoto, experto en música y efectos especiales digitales”, abunda Contreras. El toque del músico japonés se reconoce en ese nuevo oasis sonoro. Jorge Contreras igual menciona a Martín Rivera, «quien, in situ, es el encargado de ver todos los efectos y detalles sonoros de las interactividades” del espacio público liberado.

Junto con el sonido y la vista, el sistema del tacto igual cobra especial relevancia en La Peni y el Parque de La Paz; no se relega ningún sentido, no se escatima sensación alguna. “De eso se trata”, concluye Contreras, “de sentirnos vivos y disfrutar nuestra ciudad”.

(Con información de La Jornada Maya)

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