Mérida: regala aguacates y no tirarlos ante bajas ventas
Eduardo heredó el local de su padre, quien era conocido como el Jefe y en sus casi 30 años de trabajo nunca había vivido una situación similar
Mérida, Yucatán. Para Fernando Eduardo Uc Collí, locatario del mercado Lucas de Gálvez, esta temporada de aguacate local, conocido como lagunero, no es como en otros años.
Esta vez, el fruto no ha tenido una gran demanda, ya que la gente casi no va al mercado por temor a contraer covid-19, además que el horario de venta se ha reducido.
Al no venderse, el producto queda suave y empieza a pudrirse a los pocos días. Muchos optan por tirarlo, pero él ha decidido regalarlo a quien más lo necesite.
Ha llegado a donar hasta 10 cajas, que representan 2 mil pesos y unos mil aguacates. “En vez de buscar para ganar, buscamos para sobrevivir”, resumió el vendedor.
Fernando, quien por momentos se pierde entre el color verde de sus aguacates, usa un cubrebocas negro, con el nombre del negocio.
Es de los pocos locatarios que se han mantenido en pie, pues la gran mayoría ha bajado sus cortinas por las bajas ventas o por temor al covid-19. Él heredó el local “Los Aguacates Lalo”, de su padre, quien era conocido como el Jefe.
Es sus casi 30 años de trabajo nunca había vivido una situación similar: la pandemia ha ocasionado mermas en sus ventas, locales cerrados, y baja afluencia de compradores.
El locatario comenta que ahora está vigente la temporada de aguacate local, que empezó en abril y terminará en agosto. Fernando se surte de los municipios Oxkutzcab, Akil y Dzan. El precio del fruto se mantuvo en 20 pesos el kilogramo, sin embargo, no hubo ganancias.
La clientela prefiere local
“A la gente le gusta más el aguacate local, el lagunero”, afirmó sin temor a equivocarse. A pesar de que el panorama no ha sido el mejor este año, no pierde la esperanza, ni la buena cara; bajo el cubrebocas se percibe su sonrisa.
Ahora por la pandemia, las ventas en general han disminuido en el mercado; muchos accesos están cerrados, el horario se ha reducido, la gente no sale. Por esos motivos venden principalmente a los mayoristas, a fruterías, tienditas de las colonias.
Según Fernando, el aguacate lagunero es del gusto de las personas por su sabor, su consistencia. “Es como una mantequilla… está bien dulce”, explica.
Sin embargo, ante la baja demanda, mucho producto se queda y se empieza a podrir. Algunos de sus compañeros lo tiran, pero él asegura que no puede desperdiciar la comida; prefiere regalarlos a la gente de las colonias del sur. “Éste aguacate aguanta un día más, éste ya no”, comenta mientras palpa uno.
No puede mandarlo a un cuarto frío, pues no hay ganancias; eso cuesta alrededor de 50 pesos por caja. No puede costearlo. Por eso muchos prefieren botar el producto.
(Con información de La Jornada Maya)