Me gusta ser taquera, dice Doña Lety en Yucatán

Recalca que ella solita cocina los tacos y que, por el momento, no le interesa aumentar demasiado sus ventas, asegura

Mérida, Yucatán. Dos cubrebocas, uno negro y uno morado, resguardan la sonrisa de doña Lety. “¿No has probado mis tacos? ¡Ahorita te voy a enviciar!” así recibe a sus futuros clientes.

Doña Lety tiene 62 años y vende tacos de canasta a un costado de una gasolinera y una tienda de autoservicio a la salida de Cholul; su entorno es delimitado por una mesa de plástico, dos banquitos verdes, un bote de basura pequeño y un puesto de tortas. Chicharrón prensado, frijol y papa con chorizo son la especialidad del día.

-¿De cuál va a llevar joven?

-De chicharrón prensado, por favor

-¿Ya probó los otros? Le voy a poner uno más de frijol para que quede endulzado con él.

Sus hijos han insistido en que deje de vender, pero ella no quiere. Valora y estima a todos sus clientes, incluso, a quien se lo pide, le compra refrescos en la tienda que está cruzando la calle y se lo lleva hasta su coche.

“Lo que más me gusta de ser taquera es la gente que conozco, conozco a mucha gente, tengo clientes arquitectos, doctores”.

Su día, como el de varios taqueros, comienza entre las 3:30 y 4 horas para cortar papa, pelar ajos, hacer la salsa verde “que no pica tanto” y, por supuesto, sudar los tacos.

“Dicen que los tacos son light porque no se ven tan grasosos”, comenta.

Una vez que se acaba la venta, regresa a su casa a poner todo en su lugar. Limpia la canasta, bota la basura, lava los trastes y después, hace el almuerzo del día.

Duerme en la tarde, dos horas y en la noche un tanto más. “Me duermo de 3 a 5 de la tarde, si no duermo, por alguna eventualidad, ando toda borrachita de sueño”.

Recalca que ella solita cocina los tacos y que, por el momento, no le interesa aumentar demasiado sus ventas. “Me han ofrecido vender por mí y yo los preparo, pero no me interesa, no puedo, ya es demasiado trabajo para mí, lo que se venda está bien, pero que todos estemos contentos, yo de lo que vendo y la gente que viene”.

Tiene especial atención en la limpieza de sus manos, a unos pasos de ella tiene en recipiente con agua para lavarse las manos cada que cobra y agarra dinero.

A veces, cuando ve que la persona no tiene mucho dinero para pagar, aumenta la orden de tacos y va a la cuenta de la casa. “Dios bendice y multiplica, se los regalo. Todos hemos pasado por una situación así”

Todo tiene que ver

Cuando se le pregunta a doña Lety ¿Qué hace que un taco de canasta este bueno?, ella contesta: “Todo tiene que ver”.

Probó “un mundo” de tortillas, confiesa, la calidad de la tortilla para un taco es muy importante, y a su gusto, la tortilla de aquí no es muy buena; hasta que dio con una de su agrado que venden enfrente de la Facultad de Psicología.

También, saber medir la cantidad de grasa y el tiempo de reposo de los tacos de canasta, es un factor determinante para tener un buen resultado.

“Yo trato de escurrir lo más que se pueda la grasa, es lo que le gusta mucho a la gente. Me dicen: ‘Hay es que tus tacos son light’”, se carcajea y su mirada desaparece.

Sus ojos claros los heredó a su mamá, que es campechana; sin embargo, doña Lety nació en la Ciudad de México, sus padres se dedicaban a la agricultura, sembraban peras y habas.

Cuando muera, dice que quiere que sus cenizas la tiren en un basurero, pero ante el asombro de sus hijos está considerando cambiar de petición y preferiría que sus cenizas estén mezcladas con las de perros y gatos, es amante de los animales.

“Sí, estoy loca, pero feliz ¡Que levante la mano quien no esté loco!”.

Cerca de ella, hay un terreno baldío en donde hay caues, palomas e iguanos, para ellos lleva pan de otro día, son sus otros clientes.

Doña Lety vende de lunes a sábado de 9 a 12 horas y recibe encargos para eventos especiales al 99 93 15 47 63.

(Con información de La Jornada Maya)

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