Maquiladora abre oportunidades a trabajadores

Mérida. Como empleada doméstica y líder de familia, un día Landy Guadalupe Rodríguez Mugarte se motivó y decidió a cambiar de aires y aplicar a un empleo que le había platicado una de sus compañeras de trabajo. Se trataba de un puesto como costurera operaria en la empresa Ganso Azul, en el que más tarde ella encontraría diversas oportunidades.

Al entrar a la compañía, Landy no se imaginaba que algunos aspectos de su vida cambiarían, y que 18 años después se encontraría en una situación distinta.

Como la trabajadora número 84, Landy aprendió a cuidar los detalles que hacen que una prenda tenga forma y se amolde al cuerpo que la porta. Los pliegues, dobladillos, costuras, hilos de más, esquinas y remaches fueron los detalles a los que Landy tuvo que poner atención para que las prendas confeccionadas en la fábrica alcanzarán la calidad que ha posicionado a la empresa.

Sobre el deshilado, una de sus funciones, Landy detalla que es el proceso donde se limpian las prendas, hasta que las costuras queden intactas para pasar al área de planchado y posteriormente a prensa y empaque. Por metas establecidas, la operadora señala que son cerca de 30 paquetes de 22 piezas cada uno los que se revisan a diario.

De un taller a una gran empresa

Con el paso de los meses, Landy vio cómo el taller al que había ingresado se convertía en una gran empresa por la que comenzaban a desfilar cientos de colaboradores. “Ganso era un cosita pequeña… y la producción no era mucha”, dice Landy de la empresa de la que han formado parte más de 4 mil 400 empleados y cuya producción actual es de grandes cantidades.

Durante este crecimiento, Landy se tuvo que mudar dos veces de sede, pues el espacio para el equipo requería ser cada vez más grande.

Con cerca de 20 años en el puesto, la entrevistada asegura “con un trabajo que te gusta, te motivas tú sola a hacerlo… Oportunidades, acá hay muchas, que a veces nosotros mismos no las vemos así. Acá entras, te enseñan a costurar, si no sabes nada de mover un máquina, aquí te lo enseñan”.

La empresa crecía y el gusto de Landy por su trabajo también; incluso, en alguna ocasión llamó a algunas amigas para que buscaran una oportunidad en la misma compañía, pues con el tiempo comenzó a ver los resultados de los beneficios que la empresa le ofrecía, entre ellos las prestaciones, ya que ahora contaba con seguro médico y podía desplazarse a casa en el transporte privado de la empresa.

Lo más significativo en este punto de la historia, cuenta Landy, fue cuando se dio cuenta de que en lugar de pagar renta ahora podría invertir en la compra de una casa. Una oportunidad que nunca antes había visualizado y que ahora se materializaba; ahora reside en su casa propia, desde hace 13 años.

“Me cambió todo, porque con lo que yo ganaba de doméstica era sólo para lo necesario”, recuerda Landy.

Un aspecto más que la convencía de estar en el lugar indicado, es el apoyo que recibió por parte de los líderes de la empresa, quienes en un momento difícil de su vida le tendieron la mano. Al sentirse en confianza con ellos, Landy se acercó al área directiva para exponer un problema familiar que se había suscitado después de la muerte de su madre. Por medio de un préstamo otorgado por Ganso Azul, pudo resolver su situación sin dejar de lado sus labores diarias. “Te protegen y te apoyan cuando lo necesitas”, subraya.

Arropada también como por su compañeros, Landy reconoce que hoy en día su plan es continuar en Ganso Azul, ya que aquí ha encontrado un soporte en el aspecto económico y también emocional, al desenvolverse en un ambiente armónico de trabajo. Sobre esto último, Landy detalla que como parte de las actividades laborales, la empresa realiza diversos eventos de convivencia entre todos los empleados, lo cual ha generado confianza entre sus miembros.

Cerca de cumplir 50 años de edad, continúa siendo la líder de su familia, cuida de sus hijos y su empleo le permite disfrutar tiempo con ellos.

“Veo que la empresa sigue creciendo… y desde que llegué aquí, Ganso ha sido mi segunda casa”, concluye.

 (Con información de La Jornada Maya)

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