Depredan cazadores furtivos 500 especies en Yucatán

La captura de estos animales es un problema social, económico, ambiental y hasta de salud pública, advierte Proyecto Santa María

Mérida, Yucatán. Alrededor de 500 especies de fauna silvestre son diariamente depredadas en los 106 municipios de Yucatán, según cálculos de Proyecto Santa María, organización que desde 2010 colabora en la preservación de la vida silvestre en el estado.

Su presidente, José Pier Medina, informó que 80 por ciento corresponde a aves canoras y el resto a especies mayores como venados, pavos ocelados, monos y felinos.

“Los cazan para comercializar la carne y robar las crías, en el caso de los felinos. Matan a la hembra y se quedan con el tigrillo para venderlo como mascota, lo mismo sucede con los monos. Hablando de los venados y pavos, lo hacen para expender su carne”, advirtió el activista.

El tráfico ilegal de vida silvestre -plantas y animales- es uno de los problemas más lacerantes a nivel mundial. México ocupa el tercer lugar a nivel mundial en el tema de amenaza a su vida silvestre. En nuestro territorio, la captura de estos animales es un problema social, económico y ambiental y de salud pública.

“Es social porque las especies son capturadas en comunidades donde se fragmenta su existencia, económico porque se afecta a lugares en donde venden animales legales, como centros de reproducción; y ambiental porque los animales, al no poder reproducirse, se rompe su ciclo biológico”, aseveró Enrique Valdez Escobedo, director de la asociación Rescate Zarigüeyal.

Se trata de una problemática de salud pública, ya que muchos de esos animales silvestres podrían ser portadores de hongos, bacterias y parásitos que, al entrar en contacto con los seres humanos, corren el riesgo de derivar en enfermedades y en casos más severos, en epidemias.

Imprescindible la participación ciudadana

Son muchos los retos para la preservación de la vida silvestre en Yucatán, sin embargo, el director de Rescate Zarigüeyal reconoció que el que más destaca es la participación ciudadana. En el caso de Mérida, existen muchas especies, pero sus habitantes no tienen interés en participar, así que es difícil lograr su conservación.

“No solo que participen, sino que también se nieguen a ser parte del tráfico de fauna silvestre o que promuevan la importancia de la conservación entre sus familiares, amigos y compañeros”, exhortó Enrique.

Asimismo, condenó que no exista compromiso por parte de las autoridades, pues a todas luces se encuentran especies capturadas en sitios como los mercados; y a pesar de tratarse de un delito federal, no se toman cartas en el asunto. “Sí ha habido decomisos”, admite, “pero luego de decenas de animales que se han vendido en esos espacios”.

En tianguis como el de Los Reyes continúan comercializando especies prohibidas, sobre todo aves, cuando se supone que no deben venderse animales en la vía pública y el Ayuntamiento debería ser la entidad encargada de sancionar estas acciones, explicó. Hace falta capacitación a su personal, ya que “no se puede proteger lo que no se conoce”.

«Un secreto a voces»

Contrario a lo que pudiera pensarse, la depredación de las especies en Yucatán poco tiene que ver con un tema de subsistencia, pues es muy poca la gente la que caza con este fin, aseguró Pier Medina, “si así sucediera, los municipios serían los más sanos y mejor alimentados, pero la carne la usan para comercializar y no para su propio consumo”, lamentó.

Además del furtivismo, el mercado de mascotas ilegales es una práctica que lacera a la vida silvestre, sobre todo la de los loros, pues cada año se registra una depredación de 60 mil ejemplares en el estado; y hay que tomar en cuenta que de 10 que sacan, únicamente son dos los que llegan al mercado negro.

Por temporadas, en mercados como el de San Roque; el de Kanasín; Francisco Villa Poniente; e incluso el Lucas de Gálvez, se puede apreciar -no tan a simple vista- la comercialización de especies prohibidas como boas constrictoras; tucanes; cardenales; e incluso monos, todo a la vista de las autoridades, “es un secreto a voces”, advirtió el activista.

“Tal vez no a la vista, pero ahí están los mismos de siempre comercializando especies. No entiendo cómo las autoridades hablan de sustentabilidad cuando se dan este tipo de delitos al interior de sus mercados”, condenó.

“Hay que tomar en cuenta que en México existen 22 especies de psitácidas y todas están protegidas bajo la Nom 059, unas clasificadas en peligro de extinción; y otras amenazadas, pero son especies que van a la baja”.

(Con información de la Jornada Maya)

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