Dan yucatecos múltiples sentidos a la muerte
Mérida. La Muerte está en todos lados, se escucha en un corrido cantar. Alrededor del cementerio de Xoclán, la Muerte está en todos lados. Estatuas y figuras de la Santa Muerte son cargadas por devotos que caminarán seis kilómetros para celebrar a “la niña” que, aseguran, les protege y les cuida.
En altares, en imágenes, sobre las planchas de las camionetas la Santa Muerte está presente. Es la cuarta ocasión que la peregrinación se realiza en Mérida, es la primera marcha de la paz en la que los santuarios se unen. La gente corea “¡Que viva la Santa Muerte, que viva!”.
La Muerte fuma un cigarro. Un joven le coloca el tabaco en la dentadura huesuda, hecha de algún material pétreo. La mayoría de las personas son jóvenes: menores de 40 años, madres en sus veinte, adolescentes y niños pequeños.
Jesús Chan Euán, creyente desde hace 12 años, carga una Santa Muerte de color plateado que expele brillantina y mancha su cara marrón. Su rostro parece una constelación. El significado de “La Niña” que carga es la perseverancia para la familia, la economía, el dinero y la paz en la Tierra, dice.
“Nos ha librado de varios problemas, nos ha curado a mi familia, hijos y esposa”, comenta. Por eso tiene mucha fe en ella, creen para que los llene de bendiciones. Es de Santa Rosa, se hizo devoto cuando alguien robó una Santa Muerte de una tía, pero la imagen apareció tres días después.
“Nos hace sentir libres de pensamiento, nos dota de salud. Superamos las pérdidas de familiares para seguir adelante en la devoción”. Durante estos días colocan altares tanto para la Santa Muerte como para los finados. Espera que sus fallecidos sean cuidados y guiados por el camino correcto; lo mismo espera que le suceda a él “cuando llegue nuestra hora”.
Martha Amorosa, del santuario dedicado a la Santa Muerte en Flamboyanes, Progreso, comenta que se trata de una marcha de la paz porque permite a los demás santuarios hermanarse, ya que a veces el ego les gana.
Desde el 2016 custodia el santuario de Flamboyanes, pero se hizo devota cuando años atrás “la Señora se me apareció una madrugada, a los pies de mi cama, y me nombró”.
La Santa Muerte proviene de la cultura prehispánica, del dios náhuatl Mictlantecuhtli, a quien celebran y esperan. Ella dice sólo creer en la Santa Muerte y en Dios Padre.
(Con información de La Jornada Maya)