Combate a pesca furtiva, vital para 23 mil familias yucatecas
Lograr un ordenamiento pesquero y combatir con efectividad la pesca furtiva son los retos más importantes que enfrenta ese sector en esta entidad, del cual dependen más de 23 mil familias, informó el presidente de la Federación Regional de Sociedades Cooperativas Pesqueras del Centro y Poniente, José Luis Carrillo Galaz.
En entrevista, el líder pesquero explicó que en Yucatán existe un padrón oficial que integra a unos 12 mil pescadores la gran mayoría dedicada a la llamada pesca ribereña, es decir, que realizan su actividad en embarcaciones consideradas “menores”.
Sin embargo, se calcula que en los últimos años se han incorporado por lo menos otras tres mil personas al esfuerzo pesquero local que no están dentro del padrón, precisó.
Independientemente del padrón, se sabe que las principales pesquerías de la entidad son mero, pulpo, langosta y pepino de mar, que generan por lo menos unos ocho mil empleos indirectos ya sea temporales o fijos, por lo que si se hacen números simples se entiende que unas 23 mil familias dependen directa o indirectamente de la pesca.
De tal forma que se trata de una de las actividades económicas más importantes del estado, pero también una de las más vulnerables, pues dependen de la capacidad de reproducción y repoblamiento de sus principales pesquerías.
En ese sentido, comentó que dos de sus principales pesquerías, el pulpo y el mero, en especial la última, pasan por un momento complicado por la drástica caída en sus niveles de captura.
Hasta hace 20 años, se capturaban un promedio de 20 mil toneladas anuales de mero en el litoral yucateco, y en los últimos años la cifra se ha reducido a menos de seis mil toneladas al año.
“De hecho, este año muchas embarcaciones han desistido de salir a capturar mero, pues ya no es rentable avituallar tu embarcación y contratar ayudantes pues el mero que se captura es muy poco y en ocasiones ni siquiera salen los gastos de operación”, subrayó.
Lo mismo empieza a suceder con el pepino de mar, una pesquería recién incorporada y cuya biomasa se ha visto drásticamente disminuida por la pesca furtiva o captura ilegal, la cual ha crecido debido a que no se cuenta con los elementos ni personal necesario para hacer una vigilancia efectiva.
“En Yucatán existen sólo seis personas responsables de vigilar la actividad a lo largo de más de 350 kilómetros de costa y pues claro que no es suficiente”, precisó Carrillo Galaz.
Expuso que muchas de las personas que han venido a incorporarse, en especial a la captura de pepino de mar, son gente que en realidad no se dedicaba a la pesca y en muchos casos se trata de foráneos que llegan a las comunidades pesqueras solos, es decir, sin sus familias.
“Son personas que no eran pescadores, pero que ven en el pepino de mar una oportunidad de hacer dinero rápido, pues es una especie por la que se paga muy por arriba de las otras, consiguen el dinero y se van”, añadió.
Por ello, insistió en que es necesario realizar un ordenamiento de la actividad para identificar quiénes son realmente pescadores y dependen los 365 días del año de la actividad y quiénes sólo vienen a la captura de manera temporal.
“Eso daría un mejor control del esfuerzo pesquero y establecería condiciones para una mayor sustentabilidad de nuestras pesquerías, además de que permitiría tener un mayor control para poner freno a la pesca furtiva”, consideró.
Carrillo Galaz advirtió que todo lo antes expuesto no es un asunto menor, pues la falta de un verdadero control del esfuerzo pesquero y de acciones más concretas contra la pesca furtiva no solo amenazan a la pesca, sino a la seguridad de todo el estado.
«Ya se dan casos de pescadores que son abordados en alta mar y despojados de su captura de pepino de mar y de sus motores, también empiezan a darse casos de robos de motores en los puertos de abrigo y tenemos sospechas fundadas de que todo eso está ligado a la pesca furtiva de mero y pepino de mar», finalizó.
(Con información de Notimex, vía La Jornada Maya)