Colectivo de mujeres mayas por la soberanía alimentaria

Siete mujeres y sus familias están al frente del proyecto Maíz Criollo Kantunil para rescatar las semillas y los saberes antiguos

Kantunil, Yucatán. Organizadas alrededor de diversos huertos agroecológicos, siete mujeres y sus familias están al frente del proyecto Maíz Criollo Kantunil, el cual busca el rescate de las semillas y el intercambio de saberes en beneficio de la soberanía alimentaria de la comunidad.

La labor de las integrantes de este proyecto es ofrecer alimentos sanos a la población, una posibilidad de obtener ingresos, generar conocimientos y lazos entre los habitantes de Kantunil.

En total lo integran seis huertos y dos milpas con sistemas de riego dentro de los cuales está el María Itzayana a cargo de Rubí García, espacio donde se produce maíz palomero y maíz morado, espelón, limón o girasol y que pronto tendrá un corredor de plantas medicinales.

“Estos huertos los trabajamos dependiendo de la disposición que tienen las familias, mediante lo que cada una aporta, dependiendo de su tiempo, su disposición y la infraestructura con la que cuenten” expresó Gelsy Guadalupe García Ceh, en entrevista con La Jornada Maya.

La gran labor que emprenden es reconocida incluso por una efeméride declarada por la ONU: el Día Internacional de las Mujeres Rurales, que se conmemora cada 15 de octubre, gracias a que este sector productivo ha logrado beneficios en cuanto a la soberanía en la producción de alimentos y el cuidado del medio ambiente.

Las semillas de maíz que las mujeres resguardan en estos huertos son de ciclo corto. Esto corresponde al cuidado de la biodiversidad, está el grano rojo, el amarillo, el ej’u (morado), el negro o zamá, entre otros.

En estos cultivos también se cuidan los chiles verdes, la calabaza, variedades de leguminosas como el frijolillo, el ibe blanco, la jícama o el cacahuate.

El cuidado de las abejas del huerto María Itzayana está a cargo de Lizette Jaqueline Matos Yam, quien trabaja en la crianza de meliponas. Las especies que resguarda son variedades como la xunaan kaab y la sak xik, divididas en cinco colmenas y dos hobones.

Los retos para ella han sido el cambio climático, que afectó en los meses de calor de este año a varias de las colmenas que incluso resultaron con daños por el derretimiento de sus bases.

Pese a esto, la labor del cuidado de especies endémicas va mucho más allá de lo que se produce en términos monetarios.

“La milpa no la vemos como negocio. Lo principal es consumir y el excedente es lo que vendemos. La gente joven ya casi no hace milpa. Somos muy poca la gente que hacemos la milpa. Ha sido difícil empezar con esto, y que la gente lo vaya aceptando” compartió Glendy Eugenia Herrera Valle, integrante del colectivo.

Este trabajo es un proceso de valorización sobre las costumbres de cultivar que se están perdiendo, una conexión con los alimentos, con el crecimiento paulatino de la vida en el campo y la cooperación entre sus diversos y diversas integrantes.

“La revalorización es muy importante en la soberanía alimentaria. Ahora las nuevas generaciones no saben cómo un plato de comida llega a su mesa. No saben cuánto tiempo tarda un productor en tener una calabaza y no saben cuánto tiempo tardan en la cocina. También ésta es la estrategia que se tiene en los huertos: somos diferentes compañeras, de diferentes edades y con diferentes experiencias. Intentamos generar eso del traslape generacional y compartir conocimientos como la cocina y la preparación de alimentos” expresó Gelsy.

La producción agroecológica que estas mujeres realizan, las hacen con técnicas como la composta y la creación de biofertilizantes, esto con la referencia de la acción participativa que busca la integración comunitaria, por eso es necesarios el reparto de las actividades en cada una de estas mujeres.

Además de estas técnicas, ellas también comparten sus conocimientos a través de talleres que se han venido ofreciendo mes con mes, como de reforestación para infancias, el cual ha dado muy buenos resultados al vincular a las y los niños con los ciclos naturales.

(Con información de La Jornada)

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