¿Y si ayunamos hoy?
Mark Mattson, neurocientífico del Instituto Nacional del Envejecimiento en Maryland, Estados Unidos, no ha desayunado en 35 años. Casi todos los días practica una forma de ayunar: no come a mediodía, luego sale a correr y al regresar come todas las calorías del día (alrededor de 2000) durante un periodo de seis horas, por la tarde.
“Cuando te acostumbras, no es para tanto”, dice Mattson, jefe del laboratorio de neurociencia del instituto. “Por las mañanas no me da hambre, y a varios les pasa igual. Solo es cuestión de adaptarse”.
La idea de saltarse el desayuno o la comida puede sonar extrema para una cultura que ingiere tres comidas completas al día y además pica entre una y otra, pero en los últimos años la idea de ayunar intermitentemente ha ido ganando popularidad y validación científica.
El concepto se promueve en libros muy vendidos y en testimonios de celebridades como los actores Hugh Jackman y Benedict Cumberbatch. En su programa de entrevistas, Jimmy Kimmel dijo que ha seguido un programa de ayuno intermitente llamado la “dieta 5:2” desde hace dos años. Con este método, se come de manera regular durante cinco días y se ayuna durante dos. Kimmel le concede a esta dieta todo el crédito de su notoria pérdida de peso.
Historia en breve
Ayunar por motivos de salud data de miles de años atrás; Hipócrates y Platón fueron dos de sus exponentes más tempranos. Mattson sostiene que los humanos están bien equipados para ello: durante una gran parte de la historia humana lo normal era consumir alimentos de manera esporádica, especialmente en el caso de los cazadores o recolectores.
El resultado fue que evolucionamos con hígados y músculos capaces de guardar carbohidratos de fácil acceso en forma de glucógenos, y nuestro tejido graso mantiene reservas de larga duración que pueden mantener al cuerpo sin alimentos durante semanas.
“Desde una perspectiva evolutiva, nos queda claro que nuestros ancestros no comían tres veces al día”, dice Mattson. En todo el mundo existen millones de personas que ayunan periódicamente por razones religiosas y espirituales, pero hay quienes lo consideran una fuente de salud y longevidad.
Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, comenzó a estudiar el ayuno en ratones. Las pruebas demostraron que ayunar de 2 a 5 días al mes reduce los biomarcadores de cáncer, diabetes y enfermedades cardiacas. La investigación se ha extendido a los seres humanos, y los científicos notaron una reducción similar de factores de riesgo en varias enfermedades.
Longo dice que los beneficios del ayuno reducen los niveles de insulina y de otra hormona llamada “factor de crecimiento insulínico”, ligada al cáncer y a la diabetes. La reducción de estas hormonas puede llegar a disminuir el crecimiento y desarrollo celular, lo que ayuda a retrasar el proceso de envejecimiento y evitar los factores de riesgo de ciertas enfermedades. (Con información de The New York Times)