Y, de repente, la apacible Estocolmo se sumió en el terror
Todavía conmocionados, los testigos relataron este sábado cómo la embestida de un camión contra la multitud transformó el viernes una calle peatonal del centro de Estocolmo en una escena de terror, con cuerpos desmembrados y charcos de sangre.
«Ya he visto muertos, ya he visto accidentes, pero allí…», cuenta a sus 67 años Margareta Larsson, una veterana enfermera, que tiene que parar de hablar, abrumada por la emoción. «No quiero describir lo que vi. Los cuerpos estaban despedazados», añade.
En lo que las autoridades suecas calificaron de acto «terrorista», un hombre sembró la muerte el viernes por la tarde en Drottninggatan, la arteria más frecuentada de la tranquila ciudad de Estocolmo, capital de Suecia, embistiendo contra los peatones al volante de un camión robado. El balance es de cuatro muertos y 15 heridos.
La policía arrestó y colocó en detención a un sospechoso, un uzbeko de 39 años conocido de los servicios de inteligencia suecos, según las autoridades, aunque no dio detalles sobre el móvil del crimen.
Cuando se dirigía hacia la estación central con una amiga, Margareta Larsson vio al camión atravesar un cruce «a una velocidad inmensamente alta».
«Entendimos inmediatamente que había algo que chirriaba puesto que no se conduce así en una ciudad bulliciosa un viernes por la tarde», explica a la AFP. «Mi amiga me agarró del brazo y me dijo: ‘Es un ataque terrorista, somos nosotros quienes estamos en el blanco ahora'».
«Por supuesto, había mucha gente (…) Algunos gritaban, presas del pánico, pero otros permanecían allí, absortos como nosotras. No gritamos, no corrimos. Lo que acabábamos de ver era increíble. La gente estaba conmocionada», precisa.
El camión recorrió varios cientos de metros antes de empotrarse en la fachada de unos grandes almacenes, Åhléns City.
‘Matar lo máximo posible’
Rasmus Myrvälder, un joven de 27 años que había viajado a Estocolmo para asistir a un concierto, creyó en un primer momento que se trataba de un «fallo técnico».
«No dejaba de acelerar, zigzagueaba y machacaba a la gente», contó a la televisión pública SVT. «Todo lo que quería era matar lo máximo posible». «Vi a gente sin brazos ni piernas», confió, con los ojos llorosos.
Martin Svenningsen, un periodista que se encontraba en un autobús en el lugar de los hechos, intentó dar los primeros auxilios a un hombre que agonizaba en el suelo. En vano.
«Un guardia de seguridad vino y nos dijo que nos fuéramos, podían producirse otros ataques», declaró también a la SVT. «Sentí una necesidad apremiante de cerrar los ojos de esta persona, así que lo hice e intenté dejar la zona».
Médico en el hospital Karolinska, Marie Smedberg bajó de su metro para precipitarse hacia el lugar cuando le llegó la información a su celular.
«Podían verse trastos personales por el suelo. También había muertos, cubiertos, por el suelo. Y sangre aquí y allá. Y cochecitos de bebé abandonados en la calle», relató. «Y luego había toda esa gente en las tiendas y en los cafés de Drottninggatan, a quienes se les dijo que permanecieran allí. Gente conmocionada, en lágrimas…».
Como si se tratara de un pequeño rayo de luz en este panorama tan sombrío, la doctora afirma que se vio «muy impresionada» por la reacción de los servicios de emergencia. «En 25 minutos, todo había sido despejado y todo el mundo recibía cuidados» sanitarios.
(Con información de AFP)