Se agudiza disputa por tierras fértiles en África
Laikipia. Dos hombres mayores, con sus deteriorados sombreros vaqueros sujetados con cordeles bajo la barbilla, estaban parados en la orilla de una granja vacía, tapándose la boca con incredulidad.
Sus casas –unas cabañas de madera– estaban destrozadas. Les habían robado todo el ganado, las gallinas. Una casa tras otra, estaban vacías, sin ninguna alma a la vista. Era como si una enorme fuerza se hubiese disparado sobre la aldea y hubiese arrasado con toda la vida.
Sioyia Lesinko Lekisio, uno de los hombres mayores, no tenía ninguna duda de quién lo había hecho. Multitudes de pastores de otro país habían invadido; habían atacado cualquier granja o rancho ganadero a su paso; habían robado el ganado; habían saqueado las casas, y habían disparado contra la gente con rifles de asalto de alto poder.
“No hay nada que podamos hacer”, dijo. “Quieren nuestras tierras”.
Kenia tiene un problema de tierras. África tiene un problema de tierras. El continente parece tan vasto y la tierra tan amplia. El increíble sentido del espacio es una parte intrínseca de la belleza aquí; las vistas prístinas de la tierra interminable. Sin embargo, en cierto sentido, eso es una ilusión.
Los aumentos de la población, el cambio climático, la degradación del suelo, la erosión, la cacería furtiva, los precios mundiales de los alimentos y hasta los beneficios de la clase acomodada están ejerciendo una presión increíble sobre la tierra en África.
Están avivando conflictos en todo el continente, desde Nigeria en el oeste, hasta Kenia en el este, incluida esta parte de Laikipia, un lugar de resguardo para la vida silvestre y una de las zonas más hermosas de Kenia.
Se están movilizando grandes cantidades de personas, desesperadas por tener tierras utilizables. Los datos de los satélites de la NASA revelan una degradación abrumadora de las tierras agrícolas en toda África, con un estudio reciente que muestra que más de 40 millones de africanos están tratando de sobrevivir de la tierra, cuyo potencial agrícola se está acabando.
Al mismo tiempo, los elevados índices de natalidad y la prolongación de la expectativa de vida significan que, para finales de este siglo, podría haber 4000 millones de personas en el continente, alrededor de 10 veces más la población de hace 40 años.
Es un problema de dos cabezas, dicen los científicos y activistas, y podría ser uno de los retos más graves a los que se enfrenta ese continente: la calidad de la tierra de cultivo en muchas zonas está empeorando y está aumentando con rapidez la cantidad de gente que está metida en ella.
“Es una crisis inminente”, dijo Odenda Lumumba, el jefe de la Alianza por la Tierra de Kenia, una organización que trabaja en la reforma agraria. “Básicamente estamos llegando al final del camino”.
Nuevas presiones
Más que en ninguna otra región del mundo, la gente en África vive de la tierra. Son relativamente pocos los empleos industriales o en servicios. El 70 por ciento de la población africana se gana la vida en la agricultura, un porcentaje más alto que el de cualquier otro continente, dice el Banco Mundial.
Sin embargo, a medida que aumenta la población, con más hermanos que compiten por su parte de la granja familiar, las tajadas se hacen cada vez más delgadas. En muchas partes de África, el tamaño de la granja promedio es menor a una hectárea, y tras repetidas divisiones de esa misma propiedad, algunas personas se quedan tratando de subsistir con una tajada que no es mucho más grande que una cancha de tenis.
Un clima cambiante empeora todavía más las cosas. Los científicos dicen que se están secando grandes franjas de África y pronostican mayor desertificación, más sequías y más hambre. En un año malo, es posible que a algunos de los países africanos los golpee la hambruna. Este año, la hambruna acosa a tres y empuja a más de 10 millones de personas al borde de la inanición en Somalia, Nigeria y Sudán del Sur.
Sin embargo, gran parte de la tierra de cultivo en África está en peligro por otra razón, quizá más simple: el uso excesivo. Las poblaciones en rápido crecimiento significan que muchas familias no pueden darse el lujo de no cultivar la tierra y permitir que se recupere. Tienen que cultivar cada pedazo de tierra o usarlo para pastar constantemente. Esto hace que, sistemáticamente, bajen los niveles de materia orgánica en el suelo, dificultando el cultivo de cosechas.
El hecho de que varias de las economías más grandes de África han crecido en forma impresionante en los últimos 10 años puede parecer una respuesta, pero los analistas dicen que la afluencia recién adquirida puede, de hecho, combinar a esas presiones.
A medida que los pueblos obtienen riquezas, consumen más –más energía, más agua y, por lo general, más carne—, lo que intensifica las presiones sobre el ambiente. En Kenia, un trozo de carne es una de las primeras cosas con las que la gente se consiente cuando tiene un poco de dinero extra y, a medida que crece la economía del país, lo mismo sucede con el gusto por la carne. Las vacas siempre han sido una forma tradicional de riqueza; ahora son un gran negocio. En los últimos 15 años, la cantidad de vacas en Kenia se ha disparado en más de 60 por ciento, hasta alcanzar la cifra de alrededor de 20 millones, lo que ha impulsado una pelea por las tierras de pastoreo.
Las tierras de cultivo también están desapareciendo rápidamente para convertirse en extensiones de viviendas y centros comerciales para servir a la creciente población más acomodada. Es algo que está pasando por todas partes: campos tranquilos transformados repentinamente por un ejército de tractores, en un conjunto de casas ordenadas o de colosales centros comerciales.
También está la batalla para proteger a la vida silvestre. En la última década, los cazadores furtivos que buscan el marfil han matado a más de 100.000 elefantes y rinocerontes. También están disminuyendo las poblaciones de chitas y leones. Los hábitats de la vida silvestre están amenazados en todo el continente, en gran parte debido a las nuevas granjas y nuevas cercas, y los activistas dicen que se necesita hacer algo drástico para proteger a las especies en peligro de extinción.
El condado de Laikipia, a unas cuantas horas por carretera de Nairobi, la capital de Kenia, es un microcosmos de muchos de estos complicados problemas. En esta planicie accidentada, con pastores pobres, terratenientes adinerados, granjeros a pequeña y gran escala, rancheros de ganado comercial, agencias de viajes, activistas apasionados por la vida silvestre, elefantes, leones, hienas, vacas, cabras y cebras, todos compiten por el mismo espacio.
La gente siempre ha peleado por el territorio y la excepción no se da en Laikipia, donde el robo de ganado y las batallas por los pastizales son parte de su historia. Sin embargo, muchos habitantes dicen que este último año ha sido el más sangriento: 80 personas han sido asesinadas hasta el momento y la violencia no para. A mediados de julio, un grupo enorme de pastores mataron a media docena de policías y robaron sus armas.
Una razón es la interferencia política relacionada con las elecciones nacionales y locales, programadas para agosto. Sin embargo, los problemas por la tierra en todo el continente parecen estar saliendo a la luz, lo que puede explicar por qué Laikipia se está volviendo más violenta.
“Estas ideas del África abundante en tierras son cada vez más obsoletas”, dijo Thomas Jayne, un destacado economista agrícola que está en la Universidad Estatal de Michigan. “Las disputas por la tierra se van a hacer cada vez más comunes y cada vez más graves”.
“Laikipia”, dijo Jayne, quien realiza investigaciones en todo el continente, “es solo la punta del iceberg”.
(Con información de The New York Times)