Ricos, con vigilancia especial; pobres, a merced del hampa
En México, la impunidad criminal, la corrupción de la policía y la debilidad gubernamental rompieron con la noción de que la seguridad es un bien público: ahora que los más ricos contratan servicios de seguridad privada y se protegen detrás de “muros invisibles”, los demás ciudadanos están a la merced de la violencia, aseveró The New York Times.
En el reportaje titulado “El contrato social está roto: la desigualdad se vuelve mortal en México”, los periodistas Max Fisher y Amanda Taub observaron cómo las clases más adineradas del país reaccionaron al aumento de la violencia con servicios de guaruras, policías y grupos de autodefensa.
“Mientras México cae en su año más violento jamás recordado y que el Estado se muestra incapaz de responder, quienes poseen recursos toman medidas con sus propias manos. Terratenientes, hombres de negocios y ricos compran seguridad, por vías legales o no”, señalaron.
Los periodistas recordaron que la “guerra contra el narco”, declarada por el expresidente Felipe Calderón en 2006, fracturó los grandes cárteles en pequeños grupos, los cuales diversificaron sus actividades criminales hacia el secuestro y las extorsiones, entre otros.
En los espacios más adinerados del país –los periodistas tomaron la zona de Santa Fe como ejemplo–, los ricos contrataron los servicios de empresas de seguridad privada para protegerse a sí mismos y a sus negocios, por lo que “la violencia rara vez surge en las pláticas, como si pasara en otro país”, mientras que los ciudadanos ordinarios, por su parte, “quedan desprotegidos”.
Agregaron que “como las clases poderosas esperan menos del gobierno para su seguridad, la presión política para atender el crimen o reformar la policía se redujo, incluso a pesar de que la tasa de homicidio aumentó”.
El rotativo neoyorkino subrayó que los grupos de autodefensa no aparecieron en las zonas más azotadas por la violencia, sino en los municipios donde la brecha entre los más pobres y los más ricos es mayor.
Cada aumento porcentual de la tasa de desigualdad genera un incremento de 1.5% de la tasa de homicidio, recordó.
“(Los grupos de autodefensa) empezaron como una solución local a la violencia. Comunidades, hartas de la policía, se organizaron en grupos de autodefensa para reemplazarla. Pero ello sólo aceleró la descomposición de México, con la proliferación de pistoleros sin entrenamiento quiénes muchas veces actuaron con impunidad”, planteó.
En las áreas rurales donde surgieron grupos de autodefensa, abundó el diario, el “centro de gravedad” del poder se acercó todavía más a los más ricos, ya sean narcotraficantes, dueños de grandes explotaciones agrícolas o empresas extractivas de recursos naturales –minas e hidrocarburos, por ejemplo–.
(Con información de The New York Times)