Migrantes, víctimas de la mafia italiana

El gobierno proporcionó millones de euros para atender a los inmigrantes que llegaron al centro de recepción en la punta de Italia tras haber cruzado desiertos, zonas de guerra o mares picados. Sin embargo, durante muchos días, se les sirvió poco más que pollo rancio. Algunos se quedaron sin comer porque se acabaron los alimentos.

Al mismo tiempo, el sacerdote que fundó la filial local de la institución humanitaria que administra el centro estaba gastando dinero en hoteles y restaurantes caros, despilfarrando en vinos finos y guardando miles de euros en tres cajas fuertes que tenía en su casa.

Sus socios en el negocio —gánsteres y sus allegados— equiparon sus tinas de baño con grifos dorados. Algunos ocultaron miles de euros en bolsas de plástico selladas al vacío y las guardaron en las chimeneas.

Los gerentes del centro, incluido el reverendo Edoardo Scordio, estuvieron entre las 68 personas detenidas hace unos meses por cargos de fraude, mal uso de dinero público y asociación con la mafia.

Las autoridades realizaron una investigación que tardó un año en concluir, a través de la cual descubrieron un vasto plan de malversación presuntamente usado para desviar casi 36 millones de los 102 millones de euros aportados por el gobierno a lo largo de una década.

Un caso entre muchos

Es posible que el caso de Calabria solo sea el ejemplo más notorio de cómo la miseria de otros les ha dado una oportunidad a los gánsteres y funcionarios corruptos, mientras Italia batalla para mantener el paso de la incesante afluencia de inmigrantes y refugiados, más de 93.000 en lo que va tan solo de este año.

El incremento en la población de inmigrantes, dicen los investigadores, ha hecho de la administración de los centros de recepción se convierta en una fábrica de potencial corrupción gubernamental y de penetración de la mafia.

En los últimos años, por toda Italia se han cerrado centros debido a los fraudes o al mal uso del dinero público, con lo que se ha expuesto la insuficiente supervisión gubernamental y la frecuentemente descarada corrupción.

En la investigación en Roma de la Mafia Capitale, actualmente, se está enjuiciando a los gerentes de una compañía que aseguró las lucrativas licitaciones públicas para dar servicios a los centros de recepción.

“Los gánsteres están donde hay poder y dinero”, observó Nicola Gratteri, uno de los investigadores antimafia más activos de Italia. Es el fiscal principal en Catanzaro, en Calabria, donde están las organizaciones de la mafia más poderosas del país, los Ndrangheta (se pronuncia [n-DRAN-gue-ta]).

“Además del contrabando de cocaína, los gánsteres de Ndrangheta solían dedicarse principalmente a la extorsión y las licitaciones públicas; ahora son los juegos y los centros de inmigrantes”, explicó Gratteri en su oficina, detrás de una puerta blindada. “Ellos son solo una de las formas de la mafia para obtener aún más dinero”.

Dinero oficial mal utilizado

El gobierno central en Roma, así como la Unión Europea, le dieron al centro de recepción de Calabria aproximadamente 30 euros diarios para cada uno de los inmigrantes albergados en la que fuera una base de la OTAN, rodeada de alambre de púas.

Se suponía que el dinero se usaría en alimento, alojamiento, artículos de uso personal, así como para trabajadores sociales y maestros italianos que ayudaran a los inmigrantes a integrarse y aprender el idioma.

En su lugar, mediante cientos de horas de grabaciones hechas con cámaras ocultas y montones de documentos administrativos, los investigadores dicen que encontraron que el servicio de atención en el centro no brindó alimentación decente a los inmigrantes, ni siquiera suficiente, en tanto que le facturaba miles de comidas cada día al Ministerio del Interior.

Se grabó a los meseros en la cafetería levantando las manos mientras encogían los hombros en señal de que se había terminado la comida, en tanto que docenas seguían esperando sus alimentos.

Los inmigrantes no recibieron los 2.50 euros diarios para gastos, sino una tarjeta que podían utilizar solo en las máquinas expendedoras que había dentro del centro, lo que permitía que se beneficiaran los allegados a la mafia.

Falsean número de migrantes

El centro también infló enormemente la cantidad de inmigrantes a los que estaba atendiendo, con lo que le sacaba al gobierno todavía más dinero del que correspondía, dicen los investigadores.

En lugar de brindarles ayuda a los inmigrantes –muchos de ellos del centro de África, Pakistán y Bangladés—, gran parte del dinero era destinado a un montón de proyectos, ya fuera para la diversión de los gánsteres o de sus socios en los negocios, o para permitirles obtener mayores ganancias.

Las empresas incluyeron un cine suntuoso que todavía se está construyendo; un nuevo campo deportivo, y agencias de viajes y de renta de barcos para que los turistas puedan explorar las aguas color turquesa de la reserva marina de Capo Rizzuto.

Una parte del dinero fue directamente al fondo de los Ndrangheta locales, una asociación de la mafia manejada por una familia, que es el principal importador de cocaína de Europa y tiene tentáculos por todo el mundo.

Un beneficio del flujo de dinero, dicen las autoridades locales y los habitantes, era que al menos había dinero suficiente para todas las familias Ndrangheta, notoriamente violentas y temerarias, lo que calmaba la competición y el derramamiento de sangre entre ellas.

Entre la guerra y la paz

Los magistrados notaron que la guerra interna se había detenido a principios de los 2000, después de que la institución humanitaria se hizo cargo del centro de recepción en Isola di Capo Rizzuto, un pueblo de 15,000 habitantes, en una de las regiones más pobres de Europa.

El incidente violento más reciente sucedió en 2004, sobre un camino de terracería, flanqueado por las turbinas eólicas que operaban los gánsteres, que va del pueblo hasta una de sus playas prístinas, cuando gánsteres rivales aniquilaron al integrante más prominente de la familia residente: Carmine Arena.

Una lluvia de balas de ametralladora destruyó el coche Lancia blindado en el que salía de su casa, una villa oculta tras un muro alto y una reja de fierro.

“Las guerras se detienen cuando el dinero empieza a fluir”, dijo el fiscal Gratteri, quien es coautor de una docena de libros históricos sobre las organizaciones criminales autóctonas de Italia. “Luego, ya no tienen ninguna razón para pelear y atraer la atención de la policía”.

De hecho, los Ndrangheta usan la violencia solo para defender sus negocios o su territorio, y prosperan cuando hay consenso, señaló.

En Isola di Capo Rizzuto, la institución humanitaria involucrada en el escándalo era una afiliada independiente y local de Misericordia, que operaba Scordio.

Escinden lo nacional de lo local

La institución en toda Italia que hace trabajo social sin fines de lucro —como operar ambulancias y brindar servicios de protección civil— por medio de licitaciones públicas o donaciones, y con la ayuda de voluntarios. Los fiscales no han encontrado ninguna conexión entre la institución humanitaria nacional y el escándalo local.

La Misericordia de Isola di Capo Rizzuto, de un tamaño inusual, ofrece 300 empleos. Se ha suspendido a los gerentes de la filial local, y se puso bajo administración judicial a la asociación, aunque todavía se encarga del centro.

“En Isola, todos trabajan o conocen a alguien que trabaja para ellos, así es que las personas prefieren no tomar partido”, explicó Antonio Tata, el representante local de Libera, la asociación contra la mafia que también fundó un sacerdote, el reverendo Luigi Ciotti.

Tata explicó que hace unos años, en un sermón, Scordio había hablado de una “invasión”, cuando Libera participó en una licitación pública para trabajar cerca de 250 acres de olivares, trigales y sembradíos de cebada que se le confiscaron a la familia Arena después de que se condenó a sus miembros por asociación delictiva.

Al parecer, a Scordio le desagradaba la presencia de la asociación contra la mafia en su zona.

“No podíamos pensar en que había organizado tal negocio”, dijo Tata sobre Scordio. “Pero sabíamos que, en pueblitos como Isola, la gente considera normal la presencia de las familias de los Ndrangheta. Están históricamente acostumbrados a ellas”.

¿Vox populi, vox Dei?

Sin embargo, otros habitantes dijeron que a todos les parecía claro que la institución humanitaria y los gánsteres hacían negocios juntos.

Uno de los residentes que ha vivido en Isola di Capo Rizzuto por 40 años dijo que las personas en el pueblo sospechaban que algo andaba mal porque los inmigrantes protestaban en las calles por las escuálidas condiciones de vida a pesar de los millones de euros en ayuda gubernamental. El residente rechazó dar su nombre por razones de seguridad.

Los inmigrantes que huyeron de la pobreza y la violencia en sus lugares de origen se encuentran batallando aquí.

“Somos jóvenes y saludables”, comentó un pakistaní de 20 años de edad, quien solo dijo llamarse Turaqui y lleva cuatro meses en el centro. “Necesitamos trabajar”.

Los inmigrantes tratan de encontrar empleo, pero no es fácil.

“Estoy caminando kilómetros en el ocaso para encontrar trabajo en los campos y ganar algo de dinero”, contó Sunday, de 25 años, de Nigeria, quien trabajó en Libia durante casi un año.

“Pero simplemente no podemos vivir aquí”, dijo. “En este lugar no conseguimos nada”.

(Con información de The New York Times)

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