Micius, el satélite cuántico chino que revoluciona las comunicaciones
Hace 5 años Chinase propuso investigar un terreno desconocido y así dejar de perder la carrera del descubrimiento espacial, inventando una nueva: la carrera por la ciencia espacial.
El martes, el gigante asiático lanzó el primer satélite cuántico. El artefacto de más de 600 kilos fue apodado Micius en honor al científico y filósofo chino del siglo V a.C. considerado el pionero en experimentos ópticos.
Sin embargo, el nombre oficial del satélite que encabeza esta ambiciosa misión de dos años es Experimentos Cuánticos a Escala Espacial (QUESS, por su sigla en inglés).
Revolución cuántica
El satélite QUESS tiene como principal objetivo crear nuevas redes de comunicación globales a prueba de hackeos.
Se trata de una tecnología revolucionaria en la comunicación en los campos militares, de gobierno y finanzas.
Por eso, este millonario proyecto es seguido de cerca no sólo por la comunidad científica, sino también por las agencias de seguridad y espionaje del mundo.
Lo novedoso no es el uso de la física cuántica en la comunicación. De hecho ya existen redes de este tipo en Europa, Estados Unidos y China.
El problema es que dichas redes no pueden extenderse a más de 500 kilómetros porque, para decirlo de forma simple, pierden «la señal».
La idea de los investigadores liderados por el físico Pan Jian-Wei es minimizar este debilitamiento enviando la información a través del espacio, de manera que la distancia no afecte la señal.
Mensajes encriptados
Uno de los principales problemas de las comunicaciones encriptadas es cómo distribuir claves de acceso a información sin sufrir ninguna intercepción o hackeo.
Una vez en el espacio, QUESS va a lanzar pares de los llamados fotones entrelazados cuánticamente, es decir, partículas de luz más pequeñas que los átomos, cuyas propiedades dependen una de la otra.
Una unidad de dicha dupla viajará a una estación en China y otra a Austria, país que también colabora con el proyecto.
Lo curioso de los fotones entrelazados es que aunque se los separe, si un fotón es afectado, su «gemelo» se modifica de la misma forma inmediatamente, sin importar cuán lejos estén el uno del otro.
Esto quiere decir que si un hacker intercepta uno de los fotones entrelazados, el otro lo sabrá. La clave de encriptación, entonces, cambiará y la información a la que daba acceso se autodestruirá.
Por eso se dice que esta comunicación es a prueba de hackers.
Estados Unidos, Canadá, Japón y la Unión Europea trabajan en proyectos similares al chino, pero más pequeños y menos riesgosos.
Desarrollando el futuro
Se desconoce cuánto invirtió China en QUESS, pero es parte de una apuesta nacional masiva en investigación científica de avanzada, que abarca desde minería en asteroides hasta manipulación genética.
Para ello, han repatriado científicos como el propio Pan, la mente brillante detrás de QUESS.
De hecho, China también consiguió captar a quien fue el tutor de doctorado de Pan, el físico de la Universidad de Viena Anton Zeilinger. Desde 2001 que el renombrado investigador intentaba convencer sin éxito a la Agencia Espacial Europea de lanzar un satélite similar, por lo que terminó trabajando para su alumno.
Según el periódico The Wall Street Journal, Zeilinger aseguró que «a la larga, hay altas probabilidades de que esto reemplace la tecnología de comunicaciones actual». Y agregó: «No veo una razón básica para que no suceda».