Más allá de la adversidad, la felicidad y el cambio posible

De acuerdo al más reciente estudio de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económicos (OCDE) sobre bienestar (http://www.oecdbetterlifeindex.org/countries/mexico/), México sale reprobado en casi todos los rubros estudiados y muy abajo en la tabla de países analizados.

En efecto, en el rubro de acceso a vivienda, el país tiene una calificación de 3.9 donde 0 es la mínima y 10 la máxima posible.

En el rubro de ingresos anuales por persona, México tiene una calificación de 0.8, casi tres veces menos que el promedio de los países de la OCDE.

Por lo que hace al tema de acceso al empleo la calificación para México es de 6.1 y eso porque el índice no mide si son o no empleos bien remunerados.

En el rubro de comunidad, que se refiere a la identidad y al trabajo en grupo, México obtiene una calificación 0.0, la más baja de la OCDE.

Este aspecto, que pone de relieve la individualidad sobre la importancia de la unión o coordinación para temas de bienestar común, explica la apatía, la falta de compromiso cívico y la persistencia de la resignación como destino fatal e inevitable.

En materia de educación, el país tiene una calificación de 0.7 también muy baja si se considera que no alcanza ni el 2 en la escala de 0 a 10.

En el rubro de medio ambiente, las cosas no están tan mal en el país al tener una calificación de 5.7, que tampoco habría que decirlo es como para presumir.

En el tema de salud, México está en los más bajos lugares del universo de países analizado, pero alejado del último lugar al tener una calificación de 6.1.

Por lo que concierne al tema de satisfacción entendido como estar a gusto con la vida que lleva, la calificación es reprobatoria con el 5.0, pero sólo ligeramente abajo del promedio de la OCDE.

En el rubro de seguridad, no sorprende que México tenga una calificación de 0.7, una de las más bajas de los países de la OCDE.

En el tema de balance vida y trabajo, México tiene también una bajísima calificación de 2.1.

A la luz de los resultados anteriores cualquiera podría pensar que sería razonable que la felicidad, como secuencia de estados de ánimo de paz interna y bienestar emocional, sería uno de los problemas de los mexicanos.

No es, sin embargo, así.

¿‘Semos’ o nos hacemos?

El Reporte Mundial de Felicidad 2016, preparado por los doctores John Helliwell, Richard Layard y Jeffrey Sachs para la Organización de las Naciones Unidas, coloca a México en el lugar 21 de 157 países estudiados.

El estudio no mide variables objetivas, sino estados de percepción que para un ser humano es la realidad percibida, no la realidad objetiva (y si esta última no es vista como tal, no tiene efecto alguna en la parte conductual del ser humano).

Si percepción de corrupción en las 7 variables estudiadas no fuera tan alto, seguramente México estaría en los primeros cinco lugares del mundo.

Otro estudio también del 2016, denominado Happy planet index (http://mx.globedia.com/indice-planeta-feliz-mexico), considera sólo 4 variables en donde no aparece la corrupción como factor de medida.

En este estudio México es el segundo país más feliz del mundo sólo debajo de Costa Rica.

Algunos dan una explicación presuntamente sociológica y psicológica en que los mexicanos no requieren grandes satisfactores, sus necesidades afectivas son mínimas: que tenga trabajo, que su esposo, esposa, pareja, hijos lleguen con bien al hogar cada noche y no sean afectados en su integridad personal o emocional.

Lo anterior es obviamente falso: quienes no tuvieran esos mínimos no serían felices en absoluto y los más ricos vivirían en un estado de felicidad mayor y permanente. La realidad objetiva nos demuestra que no hay tal cosa ni en México ni en ningún país.

¿Y los ricos ‘apá?

En los países desarrollados para llegar a esa satisfacción se requiere reunir mayores requisitos.

Las que tiene México las consideran prerrequisitos básicos y la felicidad está asociada, en los países del primer mundo, al éxito profesional, a una vida con casa propia y sin necesidad económica alguna.

Se trata, como se puede ver, de un conjunto de necesidades que deben ser satisfechas para llegar a un mismo fin: la felicidad.

De cualquier modo, el mexicano percibe claramente que necesita mejorar las condiciones materiales de su existencia pero no ha encontrado caminos viables… todavía. Pero no hay duda alguna que se está moviendo a favor de un cambio.

Esta demás decir que lo que no haga la sociedad- cuando se una- por sí misma nadie va a venir a hacerlo por ella.

Las artificiales zonas de confort en que ha caído la sociedad para hacer vivible su vida deben ser confrontadas con hechos que pasan y no deberían pasar.

La socialización de conocimiento de manera transitoria reduce la felicidad pero asegura a mediano y largo plazo que las condiciones materiales de vida con las percepciones de vida transiten por un mismo sendero.

 

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