La alteración del ritmo de vida produce adicciones

De acuerdo con estudios efectuados por Carolina Escobar y sus colaboradores del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina, las personas cuyos ritmos circadianos están alterados son más proclives a desarrollar una adicción, ya sea al alcohol, las drogas o los alimentos ricos en carbohidratos.

Los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y conductuales que experimentan los seres vivos durante un ciclo de 24 horas y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad en el ambiente.

Algunas costumbres de la vida moderna, como desvelarse y no dormir las horas necesarias, o comer no sólo de día, sino también en la noche, potencializan su variación.

De día nuestro cuerpo está en modo activo: el corazón late más fuerte, la respiración es más intensa, el aparato digestivo funciona normalmente porque dispone de comida, y de noche cambia a un modo de descanso: dormimos y se liberan hormonas que nos ayudan a reparar los tejidos y a eliminar desechos metabólicos, entre otras funciones.

“Es decir, ningún órgano tiene una actividad igual a lo largo de las 24 horas; hay momentos en que presentan mucha actividad, y otros, muy poca. Estos son los ritmos circadianos”, explicó Escobar.

Descoordinación

Para que nuestro cuerpo funcione bien, todos los órganos, con sus respectivas funciones, deben estar coordinados en modo activo o en modo de descanso. Si se desorganiza esto, puede suceder que de día algunos estén alertas y otros quieran descansar, o al revés, que de noche algunos estén descansando y otros quieran estar activos.

“Esta desorganización genera una falta de coordinación que lleva a que las funciones no se efectúen de manera eficiente, y en el momento en que una reparación nocturna no se realiza correctamente, nuestro rendimiento a lo largo del día será malo y con el tiempo podremos deteriorarnos y enfermarnos, o perder el control sobre nuestras respuestas al entorno social y desarrollar una adicción”, ejemplificó.

Debido a esta modificación de los ritmos circadianos, grandes sectores de la sociedad moderna se enferman por cansancio crónico, muestran irritabilidad, sufren depresión y desarrollan obesidad porque comen de noche; incluso se cree que la aparición de algunos tumores cancerosos podría deberse justamente a la falta de reparación nocturna.

Por lo anterior, Escobar y sus colaboradores se han interesado en los problemas de salud y de conducta que se observan en la sociedad moderna como consecuencia de esa alteración. Por ello, han creado en su laboratorio modelos experimentales que les permiten estudiarlos.

Dos tipos de personas

Hay dos tipos de personas: las matutinas, es decir, aquellas a las que se les facilita levantarse temprano y empezar sus actividades; y las nocturnas, que se les dificulta levantarse temprano, pero que pueden estar activas hasta altas horas de la noche.

“En el grupo de las nocturnas se ha descrito una mayor propensión a desarrollar enfermedades metabólicas y a consumir alcohol y drogas, posiblemente por el desajuste de sus ritmos circadianos con el ciclo luz-oscuridad”, apuntó Escobar.

Por otro lado, se sabe que para que funcione bien el cerebro es indispensable que sus ritmos circadianos también se presenten a nivel de las áreas cerebrales que regulan el control de los impulsos.

“Si el individuo está cansado porque no ha dormido lo suficiente, o si sus ritmos circadianos en las áreas cerebrales que regulan el control de los impulsos no están bien sincronizados, perderá el control, se volverá más débil para responder a los estímulos y podrá caer fácilmente en conductas impulsivas, incluidas las adicciones.”

Lo que más preocupa a los universitarios es que ahora los jóvenes están expuestos a un jaloneo en sus horarios de dormir y despertar, y no tienen una organización circadiana clara.

“Esto representa un foco rojo que hay que atender, porque podría ser un factor que facilite el acercamiento al alcohol y a las drogas como una estrategia para disminuir la ansiedad y la irritabilidad que conlleva toda esta pérdida de control de su descanso”, concluyó la universitaria.

(Con información de Gacta UNAM)

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