Interrumpen seres humanos los procesos evolutivos
Destruir la biodiversidad implica interrumpir los procesos evolutivos y dañar ecosistemas, especies y genes, sostuvo Julia Carabias Lillo, profesora de la Facultad de Ciencias (FC). También afecta los servicios ecosistémicos que dependen de la biodiversidad: ciclo del agua, aire limpio, suelo fértil, energía y producción de alimentos con los polinizadores, alertó.
En el cuidado de la biodiversidad México tiene una gran responsabilidad, pues es uno de los países megadiversos del mundo, y sin embargo aparece en la lista de los que más deforestan.
La bióloga planteó que falta una valoración de la sociedad acerca de la biodiversidad, como ya la hay en el tema del cambio climático en los ámbitos local y global.
“Si el cambio climático movió las agendas y a los jefes de Estado, y ello se ha convertido en políticas y leyes, en programas y acciones de la sociedad, en el tema de la biodiversidad no hemos podido llegar a una situación de ese tipo”, dijo.
Durante el seminario Martín del Campo, que la FC celebró en el Auditorio Alberto Barajas de esa instancia académica, la exsecretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca señaló que la biodiversidad requiere de la continuación de los procesos evolutivos de la vida y eso está siendo interferido por una de las especies que la forman, la humana, a un nivel sin precedentes.
“El ciclo del agua, el del nitrógeno y los polinizadores indispensables para los alimentos los estamos afectando con nuestros excesos”, sentenció.
Rezago en política ambiental
Carabias apuntó que marginación social y pérdida de biodiversidad tienen una relación estrecha.
Sigue habiendo 800 millones de personas en el planeta que padecen hambre. Y la marginación está ligada fuertemente con la deforestación y la falta de cuidado de la biodiversidad”, dijo Julia Carabias Lillo, profesora de la Facultad de Ciencias.
La principal causa de la pérdida de biodiversidad es el cambio de uso del suelo, aunque hay otras como la introducción de especies invasoras y la contaminación.
“Se pierde la cobertura vegetal y con ella sus ecosistemas, especies y genes. La mayor diversidad está en las selvas tropicales húmedas que en México en su origen venían desde el sur de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y la parte del norte de Chiapas y de Oaxaca, y ahora están limitadas a tres regiones importantes que son la selva Lacandona en Chiapas, la selva de los Chimalapas en Oaxaca y Uxpanapa, en Veracruz”, dijo. En el resto de la zona hay un territorio para ganadería sin ninguna productividad.
“Lo anterior también ocurre en el mar. La principal causa de pérdida de las especies marinas es la sobrepesca. Ochenta y cinco por ciento de las pesquerías han sido sobreexplotadas y colapsadas.”
Carabias documentó que existen entre cinco y nueve millones de especies de animales en el planeta. De ellos, se están extinguiendo anualmente entre 11 y 58 mil especies.
Además, en los últimos 40 años la abundancia de los individuos de las especies ha declinado 28 por ciento, colocándolos en riesgo de extinción. “Estamos en un desencadenamiento de la sexta extinción planetaria”, subrayó.
Resumió que la biodiversidad es el capital natural de los países, es decir, la base natural del desarrollo.
Para cuidar la biodiversidad en el mundo, medir sus tasas de pérdida y su restauración, entre otros temas, está la Plataforma Intergubernamental Científico- Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES por sus siglas en inglés), que es el organismo científico mundial de biodiversidad equivalente al Panel Intergubernamental para Cambio Climático y cuenta con 126 naciones miembros.
Es un órgano intergubernamental independiente que busca fortalecer la interfaz científico-normativa entre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica, el bienestar de los seres humanos a largo plazo y el desarrollo sostenible.
Su objetivo es establecer un puente entre la ciencia y la formulación de las políticas públicas, de tal manera que los tomadores de decisiones cuenten con elementos científicos que contribuyan a que la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad sean considerados e incluidos en los sistemas normativos.
(Con información de Gaceta UNAM)